CAPACITACIÓN. Desde hace cuatro años la EFA Fonteboa acoge el Cicapis, centro orientado a formar profesionales del sector // Actualmente está desarrollando un estudio de identificación de pólenes // El objetivo es dar vida al rural TEXTO Lorena Rey

Investigación y divulgación de la apicultura desde Coristanco

Apicultura
Lorena Rey
Muestras de polen examinadas por los participantes en el Programa integral de formación en apicultura. Foto: Cicapis

La apicultura puede ser tanto una profesión como un hobby. De hecho, en Galicia hay muchos apasionados de la actividad pero que no se dedican a ello de forma profesional. En cualquiera de los casos el apicultor es una persona que siente curiosidad y fascinación por las abejas; un mundo en parte resulta todavía desconocido y algo misterioso.

Carlos de Castro se dedica a la apicultura de forma profesional desde hace unos cinco años. Además, es el coordinador de las actividades del Cicapis (Centro de Investigación, Capacitación y Promoción Apícola), que está ubicado en la EFA Fonteboa de Coristanco.

En este centro de promoción rural se viene haciendo labor de divulgación de la apicultura desde hace tiempo, pero “hace unos cuatro años con fondos de la Unión Europea se equiparon unas instalaciones en la escuela orientadas en concreto a impartir formación, es decir, a enseñar a la gente de cara a la profesionalización, ya que cada vez es más exigente el trabajo del apicultor”, señala al respecto Carlos de Castro.

Por otra parte, también se realizan pequeños proyectos de investigación que puedan ser útiles para los apicultores locales. Con diversas iniciativas “se pretende dar vida al medio rural en el entorno del centro”, indica en ese sentido.

En estas últimas semanas con algunos alumnos de ciclo medio se está llevando a cabo un pequeño estudio llamado palinoteca, que consiste en identificar los principales pólenes que pueden ser de utilidad para las abejas en los alrededores del EFA Fonteboa.

“Tomamos muestras de las diferentes flores que nos encontramos a lo largo del año, las examinamos en microscopio y elaboramos un muestrario de referencia para caracterizar el tipo de polen según la varidad de flor, de tal manera que se pueda conocer el espectro de floraciones. Después se recoge el polen de las propias abejas en las colmenas y se contrasta. El proceso es interesante para elegir el sitio correcto en el que poder colocar un colmenar”, explica dicho experto.

Además, los alumnos y alumnas experimentan en la elaboración de hidromiel con el docente Xosé Lois Pintor, que lleva varios años investigando en el proceso de su elaboración. “Es una de las bebidas de fermentación alcohólica más antiguas. No tiene mucha demanda, pero es cuestión de probar y ver si los apicultores podrían diversificar su oferta”, comenta el profesor.

PROGRAMA INTEGRAL. La actividad formativa va cogiendo cada vez más fuerza. Este es el tercer año que se desarrolla el programa integral de formación en apicultura. Se prolonga durante toda la campaña apícola y los inscritos en el curso aprenden lo que se hace en una explotación apícola. “Extracción de la miel, envasado y etiquetado, mantenimiento del material durante el invierno, el retiro de la cera, el aprovechamiento de la misma para estampar, y también la parte práctica de ir al colmenar y la reproducción de las abejas”, explica al respecto. En este programa hay una docena de personas cada año. “El perfil es gente que se inicia en la apicultura, con una media de 40 años. Son aficionados pero hay unos cuantos que se plantean profesionalizarse”, destaca.