Algo más que un año perdido

Firmas
Andrés Bernárdez

CUANDO escucho música suelo optar por grabaciones en directo. La pérdida de calidad se compensa con la energía y los gritos del público disfrutando. En ocasiones se pueden escuchar incluso los comentarios de los propios músicos, los solos y los coros ligeramente desafinados y las pequeñas imperfecciones que hacen de cada concierto algo único.

Ayer fue uno de esos días de activar el aislador de ruido de los cascos y sumergirme en las canciones que me han ido acompañando durante toda la vida. La necesidad de hacer algo, de descargar adrenalina y de revivir esas experiencias que solo se pueden vivir cuando uno apenas supera la veintena y no tiene más responsabilidades que la de mantenerse con vida, volvió a invadirme.

Sin embargo, en esta ocasión fue diferente. No pude planear un viaje con amigos, ni buscar el próximo concierto de mi artista favorito en Santiago, ni huir a uno de esos festivales de rock en los que la fiesta dura varios días y asearse y comer pasan a ser necesidades de segunda.

La pandemia no solo nos está quitando a las personas que queremos, también nos está robando tiempo y esto, paradójicamente, afecta más a quienes más tiempo tienen por delante. Los jóvenes sabemos que estos años de individualismo no durarán para siempre. Algunos tuvimos la suerte de empezar a disfrutarla muy pronto. No dejamos lo que podíamos hacer hoy para mañana y, sin saberlo, nos agarramos a una maravillosa época de despreocupación, diversión y, en ocasiones, de desfase. Nos agarramos a una maravillosa época de libertad.

Sin embargo, si yo, que he acabado muchas noches en el Maycar, que me sabía de memoria la playlist del Tarasca y que he sido engullido por los pogos de los festivales más grandes de España, siento que mi tiempo de juventud se acaba mientras espero en casa rodeado de mascarillas y gel desinfectante, ¿qué pensarán los pobres chavales que este año cumplieron la mayoría de edad impacientes por probar las posibilidades de la vida adulta?

Estos pasados días han salido los resultados del cribado masivo a los estudiantes de la USC. Pese a las fiestas y a los políticos que los señalaban como irresponsables, parece que los universitarios compostelanos se han portado bien. Es su responsabilidad, pensarán algunos. En efecto, lo es. Pero que a nadie se le olvide que quedarse en casa es mucho más difícil cuando tienes 18 años y la chica que te gusta te invita a una fiesta en su apartamento, que cuando rozas los cincuenta y tu escaso tiempo libre se va en llevar a tus hijos al colegio y poner la lavadora.