Elogio de la coparticipación

Luis Pérez
Rueda y Bugallo exhibieron cordialidad en su primer encuentro. Foto: David Cabezón

SALVO en la etapa de Compostela Aberta (2015-2019) la política compostelana se caracterizó siempre por la colaboración entre instituciones. En líneas generales fue beneficiosa para la ciudad. Y para Galicia, como capital que es Santiago de la comunidad. La brevedad, un único mandato, del gobierno anterior muestra en buena medida el rechazo mayoritario de la ciudadanía a las políticas alejadas de la colaboración, cuando no inspiradas en el enfrentamiento. El mismo final tuvieron los otros alcaldes de las mareas, en A Coruña y Ferrol. El efecto diluyente se expandió a las elecciones autonómicas con su desaparición de la cámara gallega sin que se vislumbre ningún rebote de importancia.

El presidente de la Xunta y el alcalde de Santiago se reunieron esta semana para abordar asuntos relativos a la ciudad. Rueda y Bugallo exhibieron cordialidad, la primera de las condiciones para que una relación se encauce. No obstante, que haya un buen comienzo no significa que fructifique adecuadamente. Los resultados serán óptimos si cada parte asume sus responsabilidades. No solo con apretones de manos y buenos deseos. Es natural, por ejemplo, que la Xunta ayude a resolver los problemas de aparcamiento en el entorno del CHUS, pues su actividad indirectamente los genera, pero la ordenación del tráfico en la ciudad es competencia municipal. La prioridad de la Xunta ha de ser la salud y la de Raxoi el tráfico. Lo mismo cabe decir del turismo. A la Administración autonómica compete su impulso y a la local resolver las distorsiones que pueda producir en la capital. Soluciones fáciles (tasas, prohibición de pisos turísticos, etc.) a problemas complejos o coyunturales es propio de modelos populistas. Abórdense, pero con rigor.

Importante para la ciudad es la sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA). Santiago tiene el apoyo de la Xunta a la propuesta de compartirla con A Coruña. No es el objetivo más ambicioso, pero quizás el más realista ante la competencia de candidatos con la fuerza de Granada y Alicante, apoyados por sus gobiernos autonómicos. La disputa interna en Galicia dará argumentos a sus competidores foráneos. Sería bueno que Formoso, presidente de la Diputación y jefe del PSdeG interviniera para hacer valer esta candidatura conjunta en Madrid.

La coparticipación institucional, concepto equiparable a cohabitación, entre Xunta y Concello debiera extenderse con más razón al Gobierno de España. No es así. Como obras son amores, se demuestran en los presupuestos del Estado. Los del 2023, si no se corrigen, son malos para Santiago. Nada nuevo, lo que figura está en el aire y la partida más importante es para una obra a ejecutar en Arzúa y Melide. Un escarnio.