Más que un periódico
Adelanto que, orillando la ética profesional, en una ocasión como esta no puedo, ni quiero, ser objetivo. Porque, antes que periodista, y pienso que por delante de cualesquiera otra condición, se es persona. Y que los humanos nos distinguimos por los sentimientos. En mi descarga, me acojo al eximente de sabios de la talla de Unamuno o Bergamín. Éste proclamaba sin titubeos: “Si me hubieran hecho objeto sería objetivo, pero me han hecho sujeto”. Pues como ser dotado de conciencia y voluntad, y no cosa u objeto, siento un placer íntimo e intenso de que EL CORREO GALLEGO pueda celebrar las primeras cincuenta mil citas diarias con sus lectores, distribuidas entre tres siglos, un mérito del que muy pocos periódicos pueden presumir. Claro que si la querencia no me pudiera, como periodista creyente de que los hechos son sagrados, informaría de idéntica manera.
Entré ilusionado en la Redacción de EL CORREO GALLEGO hace treinta años, exactamente el 1 de marzo de 1990. Y sigo esperanzado. Aquello fue una bendición. Me permitió avanzar en la carrera profesional y adoptar, sin abdicar de otras, la nacionalidad compostelana, una jubilar pertenencia que imprime carácter de universalidad a quien tiene la dicha de sentirla. Desde el primer momento tuve la impresión de que llegaba a un lugar distinto. De que iba a formar parte de algo más que un periódico, o sea, una empresa dedicada a informar, formar y entretener. Esto también, pero con un afán que ascendía a nivel superior, alcanzando cotas de mayor compromiso que divulgar noticias y expresar libremente opiniones. Me encontré dentro de una entidad con vocación de servir a Santiago y a Galicia por encima de todo. Diría que EL CORREO, Santiago y Galicia son una trinidad.
Antes de recalar en la ciudad del Apóstol ejercí en Madrid, Lleida y Lugo. Tras licenciarme en la primera promoción de la Facultad de Periodismo de la Complutense, y prácticas en la Agencia Efe, cumplí un trienio largo en la Cataluña interior, la denominada Terra Ferma. Una etapa intensa y de aprendizaje en Diario de Lérida. Coincidió con el inicio de la transición a la democracia, tan intensa como generadora de materia prima excepcional para forjar el oficio elegido.
Mención agradecida quiero hacer a El Progreso, una obligación para cualquier lucense bien nacido. Al abrigo de la Muralla Romana seguí en primera línea hechos trascendentales de la apasionante década de los 80, desde el nacimiento de la autonomía a la intentona golpista del 23-F. Quisiera recordar, porque viene al caso, la valiente apuesta del diario lucense por Santiago como capital de Galicia. No eran menores las inclinaciones de entidades y grupos poderosos hacia la otra opción. El contexto y la mayor fluidez de las relaciones entre las dos capitales del Norte no facilitaban un posicionamiento prosantiagués. Hoy, con perspectiva histórica, se puede juzgar que El Progreso acertó. Guardo en la retina la primera página de EL CORREO, de la época haciéndose eco de su colega lucense: “Lugo con Santiago”.
En medio de las tres décadas con morada en este Campo de Estrellas, el periodista que se creía circunscrito al papel, dio el salto a la imagen y el sonido. A modo de cesión, pasé a militar temporalmente en la CRTVG, donde se me confiaron responsabilidades en Radio y Televisión. Fueron nueve años de gestión informativa en los medios públicos gallegos, y unos cuantos más de colaboración como analista político, en donde también sigo.
Es imposible detallar –tampoco es relevante– mi actividad a lo largo de estas tres décadas en el grupo de comunicación de la capital de Galicia. Entré en un buen momento para el periodismo, que este periódico supo aprovechar con su proverbial capacidad de adelantarse a los acontecimientos. Porque anticiparse es otra característica destacada de EL CORREO, un don reservado a los visionarios. Si me pidieran, pues, titular la noticia de cada iniciativa puesta en marcha a lo largo de estas décadas estaría obligado a repetirme: “El primero en...”. Sucedió, entre otras muchas, con el primer diario íntegramente en gallego (O Correo Galego-Galicia Hoxe), la apuesta por internet y la digitalización, la televisión digital local (Correo TV), el servicio de publicaciones o las acciones de carácter social como los premios Gallego del Año y la Carreira Pedestre Popular. Y como último ejemplo, que no el derradeiro, he aquí mi titular de hoy: “El primero en superar los 50.000”.