En torno al juicio del Alvia

Luis Pérez
Conde presidió esta semana el Consello da Xunta. Foto: David Cabezón

SIGO la vista oral del juicio del Alvia por los medios de comunicación. Esta semana nos preguntaba el moderador de la tertulia nocturna de la CRTVG si había comenzado con normalidad. Creo que sí, en líneas generales. Teniendo en cuenta la magnitud de lo que se dirime puede decirse que el desarrollo de las primeras sesiones entran dentro de lo normal y deseable. La jueza Fernandez Currás dirige el acto, al menos hasta el momento, con soltura y solvencia. La vista no se reanuda hasta el día 25. La fecha estaba fijada de antemano. Se dejó este periodo tiempo largo en previsión de que las primeras sesiones durasen varios días. No fue así, lo cual refuerza la tesis de la normalidad.

Lo más sorprendente, profano yo en estrategias jurídicas, fue la negativa por parte de los dos acusados a contestar a todas las partes personadas. El maquinista solo respondió a las preguntas de su abogado y el exdirector de seguridad al fiscal y a su defensor. Más allá de los derechos de cada uno, absolutamente respetables, las víctimas, sus familiares y la sociedad en general agradecerían mayor transparencia.

De las declaraciones de Garzón, el maquinista, y Cortabitarte, el alto cargo de Adif, se deduce que hay cuando menos un responsable en el ámbito penal. No se limitaron a declararse inocentes, sino que señalaron al otro como responsable. Quedan las aportaciones de testigos, peritos e informes realizados, que todo junto servirá para dictar la sentencia con la verdad. Veremos si la Justicia encuentra dos, uno o ningún culpable humano. De lo que no cabe duda es de la existencia de responsabilidades civiles. Las víctimas recibirán compensaciones económicas cuya cuantía y procedencia determinará la jueza, pero que en ningún caso servirán para reparar el daño causado. Puede explicarse, incluso comprender, ciertos comportamientos de los afectados hacia uno de los acusados, pero no se justifican. Son contraproducentes. Nadie es culpable hasta que haya sentencia.

Me llama también la atención el relativamente escaso interés del juicio en los medios de comunicación de fuera de Galicia. La segunda mayor tragedia en la historia ferroviaria de España queda en segundo plano del interés informativo, más atento en muchas ocasiones a lo que se conoce como periodismo declarativo o de anuncios propagandísticos que al de hechos relevantes. No es normal.