Galicia converge

Luis Pérez

UNA información de un medio de comunicación progubernamental madrileño ofrecía estos días los últimos datos sobre contabilidad nacional realizados por el INE, relativos a 2021, en los que Galicia aparece como la comunidad autónoma que más creció en PIB real per capita en los últimos veinte años. Pasó de 18.586 a 23.499 euros, casi 5.000 más, con un incremento porcentual del 26 por ciento, cuatro veces superior al de la media española del 6 por ciento. El cuadro presenta datos realmente curiosos, algunos realmente reveladores de la evolución económica. Por ejemplo, que Galicia supera a Asturias por vez primera, la mayor distancia de Madrid, en cabeza, con respecto a País Vasco y Cataluña, que esta última apenas crece (3 por ciento en dos décadas) y los retrocesos de Canarias, Baleares
y Comunidad Valenciana, más pobres las tres que hace dos décadas.

Otro periódico de referencia, en este caso catalán y tampoco nada hostil al Gobierno, informaba hace poco de que Galicia experimentó el mayor crecimiento de España en renta per capita durante los últimos años. Si nos atenemos a estas cifras podemos deducir que el estado de las autonomías funciona, al menos en lo que a convergencia económica se refiere. En su conjunto, España también se iguala o supera la media de Europa, siendo ya en estos momentos contribuyente neto en la Unión.

Y volviendo a Galicia, en empleo, educación o sanidad, la evolución de las últimas décadas también registra, según distintas fuentes oficiales y entidades privadas de análisis, mejores números que la media estatal. Es evidente que no son más que datos estadísticos de ámbito general, cuya traducción a la realidad de cada persona o familia no tiene porque ser directa. Desde los poderes públicos no vale caer en la complacencia. Hay que seguir perseverando, porque más que las cifras están la situaciones particulares. Y hay mucho margen de maniobra, sobre todo teniendo en cuenta las tendencias mundiales relacionadas con la energía verde y el turismo sostenible.

Es preciso aprovechar la oportunidad que ofrece la materia prima de la que dispone Galicia -viento, agua, masa forestal, paisaje,...- para construir el futuro según los nuevos paradigmas ambientales, de imparable aplicación. Están sobre la mesa muchos e interesantes proyectos en perspectiva, que requieren de voluntad política para materializarse. Y es aquí donde surgen las dudas. El Gobierno de coalición, a pesar de contar con dos vicepresidentas gallegas con más peso en el Ejecutivo, no demuestra sensibilidad hacia esta tierra. Parece estar siempre a la contra, una posición cuyo reflejo no solo se proyecta en los presupuestos del Estado de los tres últimos años, discriminatorios o insuficientes con Galicia, sino en las iniciativas que desde aquí cada día se ponen en marcha. España es más que Cataluña.