González, 208-Sánchez, 123

Firmas
Luis Pérez

CON escasísimo entusiasmo celebra el PSOE los cuarenta años de su primer triunfo electoral en la historia de España. Se produjo tal día como mañana, 28 de octubre de 1982. Fue la primera y más grande victoria. Felipe González obtuvo el 48,11 por ciento de los votos y 208 diputados. No puede compararse con lo del Frente Popular en 1936, al no ser datos homogéneos. Entonces los socialistas iban en coalición, en listas abiertas. Aun así, el Frente logró el 47,03 por ciento, algo más de un punto por debajo los socialistas en solitario en el 82.

Da la impresión de que al PSOE de hoy le molesta aquel éxito, el mayor de sus 143 años de vida. ¿Por qué? Solo cabe una respuesta: Pedro Sánchez no resiste la comparación, en este caso procedente. Son procesos con la misma ley electoral y concurrencia en solitario. El presidente actual logró en su primera cita con las urnas, 28 de abril de 2019, el 28,6 por ciento de los votos y 123 diputados. La diferencia entre ambos es de casi 20 puntos porcentuales y 85 actas. En la siguiente fue a menos.

La desgana de la dirección actual del partido en celebrar la efemérides provoca situaciones tan injustas como bufas, como el olvido de invitar al acto de Sevilla a Alfonso Guerra, segundo máximo responsable de la hazaña del 82. La propia elección de la capital andaluza ayuda a devaluar el acto. En vísperas de elecciones autonómicas los barones socialistas huyen despavoridos del Sur. No vayan a contaminarse del efecto Moreno. No creen en meigas, pero habelas hainas.

La victoria de González fue la victoria de España. Constituyó un hito decisivo en la recuperación de la democracia. Puso fin a las intentonas golpistas de los nostálgicos del franquismo y catapultó al país hacia un sistema político, económico y social de los más avanzados del mundo. Entramos en la Unión Europea, a cuya ampliación y consolidación contribuyó de manera extraordinaria González con su decidido apoyo a la reunificación alemana. Lo reconocía el canciller democristriano Helmut Kohl.

En la primera década de mandato González incrementó los vínculos con América, tanto del Norte como del Sur y, sin traicionar a los saharauis, supo mantener unas relaciones equilibradas con Marruecos y los demás países del Magreb. En materia de defensa, rectificó nada más llegar al poder para integrarse en la OTAN, la alianza militar de países democráticos, hasta el punto de que uno de sus ministros más destacados, Javier Solana, sería su secretario general durante la guerra de los Balcanes. La intervención de la OTAN fue decisiva para alcanzar la paz.

No todo fueron aciertos, sobre todo en su etapa final de los años 90, pero hoy es momento de recordar, y celebrar, lo positivo. Sánchez no debiera acomplejarse ante la figura de González. Se equivoca arrimándose a Zapatero, para goce de Feijóo, como si la historia nunca se repitiese. En contra de lo que sostienen destacados miembros del partido de aquella época, Guerra incluido, sostengo que el PSOE es el mismo. Cambió la sociedad española como es natural después de 40 años, con efecto sobre todas las organizaciones, políticas o no, pero cambiaron sobre todo los dirigentes de este partido.

En este caso, a peor, como refleja fielmente el resultado de 208 a 123. Y bajando, agrandando la diferencia como indican las encuestas.