Intenso, pero menos tenso

Luis Pérez
Feijóo, en primer plano, en su escaño después de intervenir en el pleno sobre política general. Foto: Arxina

TAL VEZ sea un veranillo otoñal, acorde al disfrutado esta semana en lo meteorológico, insertado en medio de la pertinaz tormenta en la que se desarrolla la actividad política, pero quisiera percibir que algo está cambiando. La coincidencia de actitudes colaboradoras en la renovación de las más importantes instituciones del Estado entre el PP y el PSOE y el tono en que se desarrolló el debate sobre política general en el Parlamento de Galicia, así como la docena de acuerdos alcanzados, me hacen concebir alguna esperanza sobre el inicio del fin de la crispación.

El debate en la casona del Hórreo fue intenso, con altibajos en brillo dialéctico, pero sin duda menos tenso que en otras ocasiones. Hay a mi modo de ver algunos factores que contribuyeron a ello. El principal, la pandemia y sus efectos. Y, por ende, su gestión. Nadie discute que Galicia resistió mejor que nadie los embates del virus y, de momento, sus efectos colaterales. En cierto modo Feijóo ya recibió este reconocimiento hace algo más de un año al revalidar su gestión y propuestas con apoyo incrementado. Las elecciones iban de eso, de pandemia. A pesar de ello, aunque con tono más rebajado de lo habitual, Pontón y Caballero calificaron de desastrosa la gestión de la Xunta, atribuyendo todo el mérito a los trabajadores. Cierto, los que cuidaron a los enfermos y pusieron las vacunas fueron ellos y sobre todo ellas, los protagonistas pero huele a supremacismo decimonónico insinuar que los trabajadores vascos y catalanes son menos responsables, diligentes o están peor formados que los gallegos.

Otro factor de apaciguamento es la actual situación interna en BNG y PSOE. Pontón no está cuestionada como líder, pero el sanedrín nacionalista no quiere perder la tutela. Su discurso va dirigido más a los suyos que a la ciudadanía en su conjunto. Con más razón en el caso del socialista, de lleno en la carrera de las primarias. En el PSOE soplan vientos socialdemócratas tras la victoria en Alemania y el sanchismo, en el que se inscribe Caballero, se caracteriza por ser el máximo exponente del bandazo.

Confío, por último, que el legado de Merkel sirva para civilizar las relaciones entre partidos, sobre todo entre los mayoritarios en el ámbito estatal. La inmensa mayoría de los ciudadanos europeos consideran que tras 16 años de la canciller liderando Alemania y Europa siempre hizo, incluso reconociendo y asumiendo las equivocaciones, lo correcto. Un buen modelo a seguir.