LOS REYES DEL MANDO

Opinar o no

José Miguel Giráldez

NO CREAN que he logrado formarme una opinión firme sobre la (¿sorprendente?) decisión de la BBC de no permitir (creo que este es el verbo) que sus reporteros escriban sus opiniones en Twitter. ¿Opiniones? ¿O sobre cualquier cosa? No soy yo de los que muestran gran aprecio por las redes sociales, o, más bien, por ciertos usos que se hacen de las redes sociales, pero es obvio que no todo puede ser del gusto de todos. La realidad es compleja y poliédrica, y así tiene que ser la mirada sobre ella: compleja y poliédrica. El daño suele estar en la simplificación. Y eso es justo lo que está sucediendo. Falta profundidad. Faltan matices. Igual que los mercados desean clasificar a los consumidores por sus gustos y sus tendencias, para así simplificar su trabajo, también parece que hoy la acción política y los gurús globales pretenden etiquetarnos de acuerdo con unos cuantos gustos y tendencias predefinidas. ¡Ay, la simplificación, siempre tan dañina! Afortunadamente, somos más complejos que todo eso.

He leído que los opinadores opinan y los informadores informan, pero también es cierto que los informadores tienen opiniones, y a menudo bien fundamentadas (conocen bien aquello de lo que hablan, algo que no ocurre siempre, me temo, en los tiempos que corren). El miedo reside, al parecer, en que todo el mundo quiere opinar y ser tenido en cuenta, y, sobre todo, en que las redes tienen esa tendencia a convertirse en territorios de batalla dialéctica, por decirlo finamente. Twitter, o cualquier otra red, puede ser interpretada entonces, según esto, como un lugar no tan recomendable, donde es fácil mezclarse con opiniones de todo jaez, unas más sensatas que otras, y algunas, seguro, completamente descabelladas. ¿Eso es la libertad de expresión? Tal vez. No es muy diferente de la realidad real, la que todavía se gobierna con instrumentos analógicos. El ser humano debería tener suficientes herramientas para discernir lo verdadero de lo falso, lo sensato de lo insensato, la propagandístico de lo que no lo es, lo tendencioso de lo ecuánime, pero, he ahí el problema más grave, parece que eso no sucede siempre en este momento de la historia.

Quizás el asunto no esté sólo en lo que uno puede llegar a leer en las redes, sino en ‘leer solamente las redes’. Conviene diversificar, como en casi cualquier asunto vital. No creo que la tecnología nos haga más preparados y audaces, ni siquiera mejor informados, pero nunca me parecía aceptable, en aras de una especie de pureza, prescindir de las posibilidades de la tecnología. ¿Nos dirigimos hacia un mundo de textos breves, no siempre reflexivos, urgentes, vertiginosos, impulsivos, que ya no beben de las antiguas opiniones bien alimentadas por la bibliografía y el conocimiento? Es muy posible: ya saben, comida rápida. También para el intelecto.

Mucho hay de eso. Pero no todo. Quizás la BBC tenga razón, si quiere mantener esa imagen de sus reporteros, esa especie de neutralidad ante todo. Yo, en cambio, prefiero la opinión de los que saben de qué hablan, de los que hablan de lo que conocen. Si empezamos por cercenar las opiniones informadas, aunque necesariamente no neutrales, es probable que crezcan más los bulos, las ideas necias, la manipulación y el engaño, que nunca tienen tantos miramientos.