¿Otro ‘Prestige’? No, gracias

Luis Pérez
El parador de Muxía surgió como reparación a los daños del ‘Prestige’. Foto: Paradores

SIN duda, la mejor lección que veinte años después podemos sacar de la catástrofe provocada por el hundimiento del Prestige fue la respuesta solidaria de la sociedad civil, en especial de los miles de voluntarios que ayudaron de manera ejemplar a paliar los efectos de la incomensurable marea negra. A partir de ahí y con la perspectiva del tiempo pasado es fácil encontrar luces y sombras, tanto a cargo de los gobernantes de turno como de la oposición, nucleada esta en la plataforma Nunca Máis. La autoridad política, entonces en manos de Aznar y Fraga, defendían el alejamiento de tierra y su gestión mientras que des-de enfrente se anunciaba el apo-
calipsis ambiental sobre una cos-
ta que nunca se recuperaría, llegando a considerar al capital del bar-co una víctima más, casi un héroe.

Dado que ambas eran partes interesadas las valoraciones de una y otra tienen escaso valor probatorio. Interesa más la verdad judicial, que estableció pérdidas económicas cifradas en más de 4.000 millones de euros de los que muy pocos, menos de 200, fueron recuperados, y otros siguen reclamándose a aseguradoras aunque con pocas expectativas. La justicia también encontró un único culpable, el capitán, por desobediencia a las autoridades españolas. La pena fue mínima, 9 meses de prisión, de los que había pasado ya tres con carácter preventivo, y no volvió a la cárcel.

Las grandes catástrofes en las costas gallegas se venían produciendo, hasta la del Prestige, con frecuencia periódica. Por estas mismas fechas (5 de diciembre de 1987) de hace 35 años embarrancaba el Cason en Fisterra, Murieron 23 personas, y el recorrido de los bidones explosivos por toda Galicia generó un pánico nunca antes visto en la población. Sus efectos, sin duda, fueron mucho más graves que los de cualquier otro accidente marítimo, salvo que alguien defienda que la vida de una persona no tiene valor incalculable.

Tras el Prestige no hubo casos similares en Galicia. De algo valdrían las medidas tomadas (doble casco, alejamiento de la costa...) aunque falten otras por ejecutar. Y si queremos ver la botella medio llena, la costa se recuperó en pocos años. Ahí tenemos el parador de Muxía, el Puerto Exterior o el Plan Galicia por acuerdo del Consejo de Ministros celebrado el 24 de enero de 2003 en A Coruña. No olvidemos tampoco el impacto económico de las ayudas en algunas zonas, que llevó a más de uno a desear otro Prestige. Ni los réditos políticos extraídos, reflejados en aquella frase que se le escapó a un diputado socialista madrileño poco antes de la victoria de Zapatero: “Nos sobran votos, pero si hace falta hundimos otro barco”.

¿Otro Prestige? No, gracias. Por nada del mundo.