Problemas reales

Firmas
Abel Veiga

NUNCA me han gustado expresiones tan amplias a la vez que ambiguas como retos o desafíos. Por su generalidad y abstracción. Pero tal vez hoy, merece hacerse una excepción. ¿Han pensado nuestros políticos en los enormes desafíos presentes y reales que hay encima de la mesa y por una vez tienen el propósito al menos de tratar de solucionarlos, corregirlos? Mas no nos perdamos en elocuencias ni en vaguedades que no conducen a ningún lado, ni tampoco en una numeración, nunca numerus clausus, de los problemas de hoy y mañana.

Centrémonos solo en dos. La financiación autonómica y las pensiones. No se preocupen. Pronto se reunirán consejos o se crearán nuevas comisiones. Dos problemas tan descomunales como insondables en toda su magnitud a día de hoy. La asunción, planeación y desarrollo de competencias adolecen de una gravísima situación financiera en las autonomías. La sangría se ha hecho más que evidente en los dos últimos meses en un tira y afloja, entre cainita e interesado, con el gobierno central. Las arcas están exangües. Aunque no miremos hacia atrás, años de borrachera desenfrenada de dinero procedente de la Unión y fondos que nunca se acaban hasta que cumplieron su misión, homologar unas regiones con otras al menos en nivel teórico. Hoy los gobiernos autonómicos se las ven y las desean, aunque más algunos ayuntamientos. La revuelta catalana nació, entre varias causas, en una principal, la asfixia financiera para atender el enorme chiringuito montado por el nacionalismo.

La reacción era un espejo, el vasco y sus cupos. Qué razón tiene hoy un privilegio que atenta con la igualdad y sus prontuarios constitucionales. Señores derechos históricos los tenemos igual todos los españoles. El resto, pantomimas musicales que han sido consentidas. No hay dinero para la dependencia. La tercera parte de cualquier presupuesto lo consume, como mínimo, la sanidad, otra gran parte se lo lleva la educación, y a partir de ahí a gestionar para todos los demás servicios, funciones y políticas. Las tensiones entre comunidades son claras. Los años del FLA ya han concluido. ¿Qué hará el próximo gobierno cuando se forme? Es una incógnita, como lo es la enorme grieta de las pensiones. El tsunami que viene es descomunal. Sistema quebrado. Paños calientes y huidas hacia delante. Gobiernos invitando a planes de ahorro privado. Un mundo disociado, sin ideas.