Rueda-Pontón: saltarán chispas

Luis Pérez
Todo indica que asistiremos a sesiones de alto voltaje entre Rueda y Pontón

FUE la semana de Rueda. El relevo en la presidencia de la Xunta acaparó la máxima atención política en Galicia, aunque la previsibilidad de lo acontecido le restó suspense. El clima de normalidad institucional en que se produjo todo el proceso restó interés en el resto de España, donde apenas fue noticia. Galicia, en este caso para bien, es todavía sitio distinto. Nada que ver con las tormentosas investiduras de Sánchez, Aragonés en Cataluña o Mañueco en Castilla y León, por quedarnos con las últimas.

Pero también fue la semana de Pontón. O el jueves de Pontón, día en que se sometió a la investidura del 2024. Y lo hizo con indudable éxito en sus objetivos: demostrar quién ostenta la jefatura de la oposición y se encuentra en mejor posición para alcanzar lo máximo. Por el contrario, no fue la semana del PSdeG-PSOE aunque Álvarez, su portavoz parlamentario, realizó una buena faena. Los avatares de los socialistas gallegos en los últimos años junto al malestar creado por la gestión de Sánchez son un lastre muy pesado del que solo podrán desprenderse si consiguen mantener los buenos resultados en los comicios municipales del próximo año.

El jueves, segunda sesión de la investidura, todo seguía según lo previsto hasta que llegó la portavoz del BNG. Tras arremeter contra todo lo realizado en la etapa de Feijóo, algo habitual, dedicó la mayor parte de su intervención a esbozar su programa de gobierno como si de su investidura se tratara. Aunque algo se esperaba, sorprendió que lo hiciera tan intensa y directamente, pero más sorpresa fue que Rueda le entrara al trapo, empleándose con notable énfasis en replicarle. El episodio nos adelanta que asistiremos a momentos de alto voltaje en los cara a cara parlamentarios que van a protagonizar.

La estrategia de Pontón no está exenta de riesgos. Es importante administrar los tiempos. Comenzar la carrera electoral tan pronto pudiera ser contraproducente para una candidata que no necesita exponerse demasiado para ser conocida. Dar por hecho que alcanzará la presidencia de la Xunta sin despeinarse, porque el PP todo lo hizo mal, pudiera aparentar soberbia y herir la sensibilidad de los votantes que dieron repetidamente la victoria a Feijóo. A muchas de estas personas, necesarias para ganar, deberá convencerlas de que ella lo hará mejor en lugar de restregarles constantemente en la cara lo ciegos que estaban. Tampoco puede alejarse demasiado de los socialistas, necesarios para un próximo bipartito. Pudieran aumentar el precio hasta hacer inviable la operación, dándoles argumentos para la abstención.

En fin, no siempre llega antes el que más corre ni la razón es de quien más grita.