Vade retro, COVID-19

Luis Pérez
El Iglesias del 15-M y diez años después, sin su coleta. Foto: Efe/Dani Gago

HAY muchos indicios que animan a creer que el virus está en franco retroceso, que hemos superado lo peor de la epidemia. La evolución de los datos permite confiar en que no vuelva a reproducirse, al menos con la intensidad del pasado. La cuarta ola, temida tras la Semana Santa, pasó casi desapercibida en Galicia y con poca intensidad en la mayor parte de España. Resulta curioso que la mayor incidencia se da en el País Vasco, por encima de Madrid, con una densidad de población casi tres veces inferior y el mayor gasto sanitario por habitante de España. El fiasco vasco se oculta en el resto del Estado, es de suponer que por intereses políticos. Sería bueno conocer las causas del extraño fenómeno, también en Navarra, para aprender de los errores.

Un reciente informe de expertos de la OMS concluye que la catástrofe del COVID se podía haber evitado. Critican al propio organismo internacional por su gestión y a la mayoría de los países porque no tomaron el virus COVID-19 en serio. Casi todos reaccionaron demasiado tarde. Aunque no señala, es evidente que España fue uno de ellos. El Gobierno siempre fue con retraso en la toma de medidas aun siendo el país europeo y entre los primeros del mundo con mayores tasas de contagios y óbitos. No se hicieron bien las cosas y por encima se insiste en el error. Resulta inexplicable la negativa a dotarse de normas sanitarias para enfrentarse a esta y a las futuras epidemias. Los expertos de la OMS advierten, en su duro informe, de la probabilidad de nuevas crisis sanitarias, e instan a los países a prepararse con antelación. El Gobierno español no se inmuta. A Sánchez le preocupa más el futuro electoral del PSOE, a corto plazo en Cataluña si se repiten elecciones y después Andalucía, por si las adelantan. En esto radica la diferencia entre un estadista y un político mediocre. Al primero le preocupan las próximas generaciones mientras que al segundo las próximas elecciones.

Después de tantos muertos nunca se podrá cantar victoria, sería obsceno, pero en esta larga guerra se van ganando batallas. Solo es cuestión de tiempo acabar con el virus. De esta, sí se va. Las vacunas demostraron ser un arma eficaz, de resultados contrastados. Después de las deficiencias iniciales, la Unión Europea está mejorando en la gestión. Hay que felicitarse de estar en el club comunitario. Se intensificarán a partir de ahora los efectos colaterales, sobre todo económicos, en los que España también se encumbra en la cima de tan deshonroso podio. Todo se fía a las ayudas europeas. Y con razón. Al igual que las vacunas, sin la Unión Europea las perspectivas serían peores. Pero no echemos las campanas al vuelo. La gestión del Gobierno deja mucho que desear. Desprecia la colaboración de las autonomías, de los demás partidos –salvo Vox– y envía a Bruselas un documento clave con una serie de actuaciones, muchas de las cuales se niegan en España al día siguiente. Lo habitual: no es serio.