Yolanda por Navidad

José Miguel Giráldez

VA aumentando el ritmo Yolanda Díaz, va subiendo la presión hasta el centro del campo, sabedora de que es muy capaz de desmarcarse a la hora del ataque. Pero los contrarios (la derecha, digo, no creo que Pedro Sánchez en la misma medida, o tal vez sí...) contemplan con preocupación sus subidas al área, su aparente facilidad para entrar por los costados, y nadie sabe si se podrán despejar todos esos balones que ella manda a la olla. Yolanda Díaz tiene un plan, o sea.

Entrando en estos días raros de la Navidad, el campo se embarra. Hay más estrellas de las imaginadas, y el juego colorista de las nuevas (o no tanto), Isabel, Cayetana, Yolanda, cada una con sus métodos, o con los de sus entrenadores, que de todo habrá, produce cierto nerviosismo en los líderes tradicionales, acostumbrados a no mover demasiadas fichas. Muchos lo llaman un evidente resurgimiento femenino en las alineaciones de los partidos (políticos), y la cuestión es si una de ellas emulará pronto a Alexia Putellas.

Yolanda Díaz está en mejor disposición porque, más allá de los debates que puedan surgir a la izquierda de la izquierda (hay otras mujeres ahí, mismamente), ella parece haber encontrado un método para avanzar hasta el área rival, sorteando a los contrarios e incluso a los propios, definiendo una estrategia no suficientemente explicada aún, pero que va tomando cuerpo y que se anuncia para después de la Navidad, como uno de los propósitos del Año Nuevo. Yolanda marca los tiempos con cierto descaro mediático, hace declaraciones de vez en cuando (como la última, muy polémica, sobre el inicio de la pandemia), que tal vez sirven para agitar la coctelera, para recordar que está ahí, con el balón en los pies.

Es decir, Yolanda se ha fabricado, o se está fabricando, un territorio político alternativo, con el que no sé si contaban o no los más cercanos, ni siquiera los más lejanos. Por eso ha dicho, quizás, esa frase que ya ha merecido muchos comentarios en apenas unas horas: “no soy la típica mujer progresista”. Que es tanto como decir, “juego por la izquierda, pero no como la mayoría”. ¿Hay una sombra de crítica en la palabra ‘típica’? ¿O realmente quiere marcar la diferencia, pues sólo así podrá poner en marcha su plan?

En este panorama prenavideño, los papeles de Yolanda, Isabel y Cayetana ofrecen mucho juego. Cayetana desde la obligada periferia de su partido, impone una retórica que no parece de este tiempo: habla y escribe con osadía y, si quieren, impertinencia, pero tal y como está el nivel lo suyo resulta algo extraterrestre. Parece dispuesta a quemarse en su propio fuego, si llega el caso, pero otros la juzgan gélida e intelectual a partes iguales.

Isabel no maneja esa carga dialéctica, es cierto, ni ha escrito algo como Políticamente indeseable, tan indeseable para algunos como provocador en medio de la medianía general. Desde el banquillo también se juega. Isabel maneja un registro popular que gusta a su peña. Otro estilo de juego, sí.

No es que Yolanda vuelva por Navidad, pues no ha dejado de estar ahí. Sin embargo, se diría que su plan arrecia como una buena nevada, y no creo que vaya a renunciar a transitar bajo todas las inclemencias. Corre el peligro, dicen algunos, de quemarse también en tanto fuego, de morir de éxito en lo más crudo del invierno.