Desazón de los gallegos fuera de Galicia

La cuarentena fue más dura lejos de la familia // El cierre de fronteras fue sinónimo de ‘prisión’ para varios jóvenes estudiantes o trabajadores residentes en las principales ciudades de España
Sociedad
Ángela Precedo
ibiza. Sergio con el islote de Es Vedrá tras de sí. Foto: Cedida

El confinamiento ha sido duro para todos, no cabe duda de ello. Semanas y semanas interminables encerrados en casa sin ver un rostro amigo, una cara familiar o simplemente experimentar el mínimo contacto social.

Ahora bien, en casa, rodeado de los tuyos, la situación puede hacerse más llevadera, ya que en ocasiones difíciles la familia es un punto de apoyo esencial. Ahora, imagina, ¿qué sucedería si te encontrases a cientos de kilómetros de tus parientes? ¿Solo en otra ciudad? ¿Qué pasaría si, además, esa ciudad tuviese una situación mucho peor de la pandemia que tu localidad natal?

A estos desafíos se han enfrentado cinco jóvenes gallegos que, ya fuese por estudios o trabajo, residían fuera de la comunidad gallega cuando estalló el estado de alarma, se cerraron fronteras y el retorno se hizo imposible para ellos.

Sin duda, en lo que todos coinciden es en que lo más duro es no saber realmente cómo están los tuyos, el verte desamparado y no saber cuándo podrás volver a verles, el tener que subsistir solo en una gran ciudad donde las muertes se suceden sin cesar y los días pasan lentamente entre las calles desiertas de asfalto.

Todos echaban de menos en esos momentos Galicia, el verde de sus montes para poder tomar el aire en las aldeas, las casas en vez de sus pequeños pisos donde el confinamiento todavía resultaba más insoportable, y la cercanía de un entorno conocido.

La morriña gallega existe, existió y existirá siempre, pero en situaciones complicadas, parece multiplicarse todavía más.