El arzobispo pediría ampliar el Año Santo a 2022 si se dan las circunstancias en su momento

Feijóo insta formalmente al prelado a solicitar la prórroga al Vaticano para que esta “fiesta espiritual” tenga continuación tras el propio periodo jubilar
COVID-19
Arturo Reboyras
MONSEÑOR JULIáN BARRIO en la apertura de la Puerta Santa el 31 de diciembre de 2009, en la inauguración del último Año Santo. Foto: Archivo

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, solicitaría al papa una prórroga del Año Santo compostelano hasta 2022 “si llegado su momento se dan las circunstancias”. Así lo confirmaron ayer fuentes oficiales de la Archidiócesis de Santiago a través de un comunicado. Al respecto, indicaron que de permanecer en un contexto como el actual, con la amenaza del covid-19 presente en medio mundo, se haría una “propuesta que favoreciera el conseguir los objetivos espirituales y pastorales del Año Santo, teniendo en cuenta a los peregrinos, el sentido de la peregrinación y la celebración del jubileo”.

Lo que no está dispuesta a negociar la Mitra compostelana es el inicio del periodo jubilar, fijado, como es tradición, para el próximo 31 de diciembre, jornada en la que se abrirá con solemnidad la Puerta Santa de la Catedral de Santiago.

Estas aclaraciones se produjeron ayer después de que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, hiciese público que ya instó formalmente al prelado de la ciudad del Apóstol, a través de una llamada telefónica y también mediante una carta, a solicitar a la Santa Sede la ampliación del periodo jubilar “hasta lo que se pueda de 2022”, teniendo en cuenta la incertidumbre que genera la pandemia del coronavirus en cuanto a la llegada de peregrinos en 2021, dado que se encuentra a la vuelta de la esquina y todavía podría haber restricciones o al menos respeto por parte de los caminantes a la hora de calzarse las botas y lanzarse a la Ruta Jacobea.

Cuestionado sobre el impacto de la pandemia en el turismo y la inminente celebración del Xacobeo 21, Feijóo respondió que vería positivo que esta “fiesta espiritual” tuviese continuación en el año 2022.

Con todo, reconoció que la decisión corresponde a las autoridades eclesiásticas y “no depende de una orden ministerial”, al tiempo que reiteró que sería “bueno” celebrar “por lo menos una parte” del jubileo en el siguiente ejercicio, para cuando se prevé que ya haya una vacuna contra el covid-19 y que la circulación entre países se pueda realizar con mayor tranquilidad.

En este sentido, cabe señalar que la prórroga del Año Santo es una decisión que depende del papa, quien debe autorizarlo tras solicitárselo el arzobispo de Santiago. Como adelantaba EL CORREO GALLEGO en la edición del pasado 19 de abril, hay precedentes para instar a una prolongación: el jubileo de 1937 fue ampliado por el papa Pío XI hasta 1938 a causa de la Guerra Civil española, tal y como apuntan historiadores especializados en la tradición jacobea como Manuel Garrido Rivero.

Altos cargos del Cabildo señalaban en abril que teniendo en cuenta la situación de pandemia que se vive a nivel mundial se darían las circunstancias para realizar esta solicitud al Vaticano, si bien matizaban que se trata de una decisión del arzobispo y que la última palabra la tiene el papa. Detallaban que factores a tener en cuenta a la hora de iniciar este trámite es la dificultad con la que se pueden encontrar los peregrinos a la hora de llegar a Santiago o si su desplazamiento se puede realizar con todas las medidas de seguridad y de prevención de contagio.

Además, la prórroga también supondrían un alivio para numerosos negocios que dependen del Camino de Santiago para sobrevivir y que se encuentran en un momento de incertidumbre por lo que les espera en la era post-covid. Su esperanza para levantar cabeza y salir del bache es un buen Xacobeo.

EL PRECEDENTE. De materializarse, la prórroga del jubileo durante 2022 contaría además con un contrastado y relativamente reciente precedente. Se trata del Año Santo de 1937, que se amplió hasta 1938 a consecuencia de la Guerra Civil. En su libro Los Años Santos compostelanos del siglo XX. Crónica de un renacimiento, el periodista e historiador Manuel F. Rodríguez recoge que “la prórroga del Año Santo durante todo 1938 fue concedida por el papa Pío XI a petición del prelado compostelano Tomás Muniz de Pablos”. Una cuestión que en el contexto del conflicto bélico “apenas fue destacada por los medios de la época, pero que, sin embargo, tenía una significación notable”.

Explica que “era la primera vez que se prorrogaba un Año Santo” y que la concesión llegó confirmada por el Vaticano el 18 de diciembre del año 1937, unos días antes del cierre de la Puerta Santa, que finalmente se mantuvo abierta durante el ejercicio siguiente. Quizás en la ampliación que se plantea suceda lo mismo y tampoco se desvele el resultado de la solicitud hasta bien entrados en el Año Santo de 2021.

Volviendo a tiempos de guerra, “en la iniciativa, el arzobispo compostelano contó con el apoyo explícito de la Iglesia española. Muniz de Pablos justificó este hecho excepcional por la posibilidad de que pudiesen ganar el jubileo todas aquellas personas que no habían podido hacerlo en 1937 debido a los problemas derivados de la Guerra Civil”, revela en su trabajo Manuel F. Rodríguez, antes de referirse al último Boletín Oficial del Arzobispado de aquel año jubilar, en el cual el titular de la Mitra ruega: “A Compostela, sobre todo los que en este nuevo año de gracia de 1938 vayáis quedando libres del cautiverio y del horror de las hordas comunistas” (sic).

Apunta el historiador que existen trabajos periodísticos de la época en los cuales se recoge que “1937 se cerró con 133.043 peregrinos” llegados a la tumba del Apóstol. Así, detalla que “en 1938 son más numerosas que el año anterior las peregrinaciones que consiguen amplios titulares e informaciones, pese a que logran una menor concurrencia”. Fue entonces “la peregrinación de Franco, el 5 de diciembre, el gran acontecimiento de 1938. Las numerosas páginas completas que le dedica la prensa, las fotos en vivo que por este motivo publican por primera vez los medios en relación con un acto jubilar y, en definitiva, los elogios extremos que recibe el militar ferrolano por estos días superan todo lo observado hasta ese momento”.

Pero a pesar del eco informativo, las cifras hechas públicas en la época se quedaron muy lejos de las del propio Año Santo. “Se señala que 1938 congregó en Compostela a unos 8.000 peregrinos, una cantidad que fue con mucha diferencia, la menor de los quince jubileos del siglo XX, pese que en este resultado influyó de forma evidente la no celebración de las peregrinaciones arciprestales, tradicionalmente muy concurridas”.