Juan Molina, policía curado: “Todo me lleva mucho tiempo”

Le cuesta hacer vida normal, se agota rápido // Perdió decenas de kilos tras el contagio
COVID-19
Lorena Rodríguez
sociedad. El policía nacional Juan Molina. Foto: Efe

Ourense. Treinta días en la UCI y dos meses después de su curación todavía lucha por recuperarse de una enfermedad que le ha dejado secuelas físicas y psíquicas.

“Todo me lleva ahora mucho tiempo”. Juan Molina, casado y con una hija, tiene 42 años, es policía nacional y está destinado, desde 2006, en Madrid, donde trabaja como escolta. El virus entró en su vida el pasado 4 de marzo, calcula. Notó cierto malestar en el transcurso de uno de sus viajes al ayuntamiento de Bande, donde reside su familia directa. El 8 empezó “a sentirse mal” y en cuestión de días ingresó con fiebre en la UCI en un hospital privado de Ourense.

Le cuesta hacer vida normal tras una larga lucha contra un minúsculo patógeno ante el que se sintió “entre la vida y la muerte”. Se agota con frecuencia y siente calambres en su cuerpo.

Cree, y así lo cuenta, que pudo haberse contagiado en el transcurso de su jornada laboral, después de que un compañero de trabajo arrojase un resultado positivo en SARS-CoV-2. En la actualidad, los signos de cansancio todavía son visibles en el rostro de este hombre que llegó a perder “decenas de kilos” tras el contagio.

Uno de los momentos más difíciles para él fue cuando decidieron intubarle: “Crees que estás bien y entonces piensas: me muero, ya que si estás bien no te intuban”.

El paso por cuidados intensivos se le hizo cuesta arriba, dado que no estaba permitida la entrada de parientes. El único contacto que podía tener era con los profesionales sanitarios: “Fue muy difícil. Venían con esos trajes de astronautas”.

Después de una primera fase en la que no mejoraba, empezó a recuperar todo de golpe. O eso parecía. Porque alguien como él, acostumbrado a la dureza de su profesión, continúa con el lento proceso de retornar a lo de antes. A día de hoy, su organismo se debate entre dolores de distinta índole y latigazos. Pese a todo, se siente afortunado y no duda incluso en lanzar un mensaje a la sociedad: que la ciudadanía emplee su tiempo en ser feliz. “He tenido mucha suerte. Yo me salvé pero otra gente murió”, lamenta, e indica que la emergencia sanitaria no es una broma. LORENA RODRÍGUEZ