La pandemia descubrió que son posibles las urbes sostenibles

Greenpeace aporta su reflexión e ideas con vistas a frenar la crisis climática y económica
Alberto Martínez
La plaza de Azcárraga en el barrio de la Cidade Vella de A Coruña es un buen ejemplo en medio de una urbe. Foto: Almra

El 55 % de la población mundial vive en zonas urbanas, (en España lo hace el 53 %), pero Greenpeace estima que en 2050 ambas cifras alcanzarán el 68 % Por ello considera que las vivencias en estas semanas combatiendo la pandemia del covid-19 deben suponer un punto de inflexión para situar las ciudades en la vanguardia de frenar la crisis, tanto a nivel climática como económico.

Por ello ante la nueva normalidad, y en busca de un planeta más saludable, la oenegé propone un decálogo de actuaciones ambientales.

Así, pide que se promueva una ciudad sostenible, usando como inspiración la urbe de París, donde los servicios esenciales (centro de salud, escuelas, mercados, estaciones) se alcancen caminando en solo 15 minutos, y se fomenten estructuras como las de las supermanzanas.

También solicita que se expandan las vías para bicicletas, que caminar sea más seguro, ampliando las aceras o peatonalizando las calles y que se priorice la circulación de trenes y autobuses frente a vehículos contaminantes.

Por otra parte opina que se deben cultivar más alimentos de forma local, en granjas y huertos urbanos o dentro de la región, de manera sostenible y de temporada.

También que se promuevan mercados de agricultura, cooperativas y espacios para que las personas intercambien y accedan a los alimentos saludables, evitando importaciones exóticas poco fiables y contaminantes.

Es necsario por ello que los ciudadanos se replanteen los hábitos de consumo, reduciéndolo en base a que se compre menos, pero mejor.

Además considera que se debe impulsar la reutilización, la reparación y el intercambio y con ello que se facilite el acceso a talleres de reparación y tiendas de intercambio en cada ciudad.

Más allá de la economía circular, propone que se potencie el desarrollo de los empleos asociados a una economía que limite el uso de materias primas y sin emisiones de carbono.

Asimismo, hace una apuesta por ampliar las zonas verdes existentes y se creen nuevas áreas verdes de calidad considerando esto como bases de urbanismo sostenible.

Además, que se invierta en la mejora de la eficiencia energética, como en rehabilitación sostenible de viviendas, edificios administrativos y equipamientos públicos. Y que se impulse y el autoconsumo, las comunidades energéticas locales y que se invierta en la instalación de energías renovables en los edificios de carácter público.

En suma, Greenpeace llama a transformar la vida urbana para hacer de las ciudades espacios más sostenibles y resilientes. Recuerda que las urbes son responsables del 75 % de las emisiones globales de CO2, según estimaciones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, siendo los principales contribuyentes el transporte y el uso de energía en los edificios.

Sin embargo, si se contabilizara, además, el consumo de bienes y servicios, las emisiones generadas en las ciudades podrían ser hasta un 60 % más de lo estimado actualmente, según datos del C40, el grupo de liderazgo climático internacional.

“La pandemia ha evidenciado que la forma en que vivimos en las ciudades debe cambiar. Pero esta crisis nos está dando la oportunidad de repensar nuestros patrones de consumo: la calidad de los alimentos que comemos, la movilidad en las ciudades, la eficiencia energética de la ciudad y la necesidad de más y mejores espacios verdes“, valora Alba García, la responsable de la campaña de Ciudades en Greenpeace.

La activista medioambiental manifiesta que “estamos en un momento clave; tenemos que reinventar nuestra economía y creemos que la solución para la emergencia climática y la crisis económica es la misma y debe ser liderada desde las ciudades”.

Y observa que, en el proceso de desescalada, las urbes “están tomando medidas que benefician al medio ambiente como ampliar zonas peatonales o establecer nuevas vías ciclistas”, que podrían volverse permanentes.