Los padres de Roi, el niño de Ames con parálisis cerebral, no descartan ir a la vía penal

El equipo de evaluación insiste en rebajar del 34 al 15 % su grado de discapacidad , lo que restaría ayudas y frenaría los avances logrados
Sol Elvira
Las dos ortosis tobillo-pie y cintas que lleva Roi. Foto: G.

Roi es uno de los dos hijos gemelos de la familia González, residente en Ames, que al igual que su hermano nació prematuro. A los siete meses le diagnosticaron una parálisis cerebral infantil secundaria con cuatro clínico de diparesía espástica, una enfermedad que genera dificultades psicomotrices que afectan a ambas piernas así como a la psicomotricidad fina en ambas manos. Desde entonces, ya tiene ocho años, sus padres, Arturo y Ana, no han dejado de luchar para normalizar al máximo su vida y que cuente con cierta autonomía.

Para ello cuentan con atención médica (recibe tratamiento de fisioterapia en la Unidad de Atención Temprana del CHUS combinada con fisioterapia en clínica privada), rebajas impositivas, y con un cuidador en el colegio que permite que Roi se integre como un alumno más. Y todo gracias a tener reconocida una incapacidad del 34 por ciento, un grado que tras dos evaluaciones cuanto menos “cuestionables”, la doctora del Equipo de Valoración y Orientación de la Conselleria de Política Social de la Xunta, propone rebajar al 15 %. Un recorte que de aplicarse podría frenar todos los avances logrados, por lo que los padres están dispuestos a llegar a la vía penal.

En la primera evaluación que realizaron a Roi ni tan siquiera hicieron una exploración física al menor, que para caminar con cierta normalidad lleva en los pies ortosis tobillo-pie y cintas desrrotadoras en cintura y cadera. Estas últimas no fueron tenidas en cuenta en la valoración, ni tampoco una de las ortosis.

“O que nos reclamamos é que non se valoraron adecuadamente as condicións físicas do neno, e que non se tiveron en conta as psíquicas. Por consello dunha das traballadoras do centro, que non entendía como non tiñan en conta os informes do ámbito psicoloxico, pedimos unha segunda avaliación”, cuenta Arturo González. “O día que fomos á revisión non lle fixeron ningunha proba, por non facer nin lle sacaron os pantalóns para ver o que ten que levar posto o todos os días. Ademáis, a doctora en cuestión, mentiume abertamente cando me dixo que nos últimos anos cambiara o baremo, cando é o mesmo desde 1999, e que para que che dean un 33 % tería que faltarche unha perna a altura da cadeira... algo que é totalmente falso”.

Tras presentar su escrito le concedieron una segunda evaluación, fijada para el día 29, también muy poco ortodoxa. Fue vía telefónica, acogiéndose a las medidas impuestas por la pandemia. “Incluiron unicamente os informes do TDHI pero non revisaron a súa claramente errónea valoración dos aspectos físicos, a pesar de que a doctora recoñeceu que de aplicar os criterios fixados pola tabla 30 lle correspondería unha valoración moi superior”, explica el progenitor de Roi.