Compostela vuelve a ser el horizonte del mundo tras una ilusionante traca final

Nueve mil seiscientos lanzamientos pirotécnicos hicieron vibrar calles inundadas de diversión // La gran noche de Galicia acabó con sentidiño: sin incidentes, sin botellones y sin desalojos
Suso Souto
luz y color. Las personas concentradas en el Obradoiro contemplan los fuegos sobre el Pazo de Raxoi. Foto: Antonio Hdez.

“Nunca choveu que non escampara”, decimos en Galicia ante los nubarrones. Pero el cielo de Compostela se iluminó en la noche de los Fuegos del Apóstol con una eclosión de color... y de optimismo. Y es que la ciudad vivió su noche grande sin que se hayan notificado incidentes en las calles y con unos datos de ocupación hostelera y de llegada de peregrinos que las asociaciones de turismo califican como “positivos”, aunque “sin perder la prudencia”.

Como ocurrió el año pasado, los fuegos artificiales fueron disparados desde cinco puntos distintos: la Alameda, Fontiñas, As Cancelas, O Restollal y la Cidade da Cultura.

Desde allí se produjeron los 9.600 lanzamientos pirotécnicos. El Concello había repartido 1.923 artefactos en cada uno de esos puntos con el objetivo de asegurar la visibilidad en toda la ciudad.

El espectáculo corrió a cargo de la empresa Ricardo Caballer (Ricasa), que utilizó 4.500 kilogramos de explosivos. Y, pese a lo aparatoso del montaje, el majestuoso espectáculo se produjo sin mayores incidencias. Tampoco hubo que lamentar incidentes en el casco urbano de Santiago, donde las fuerzas de seguridad no tuvieron que intervenir ante concentraciones de personas que eran habituales antes de la pandemia.

Tal y como recoge Europa Press, no hubo rastro de botellones al aire libre, según la Policía Local y Nacional, y tampoco se tuvieron que desalojar viviendas privadas por desmadres, una vez que este fin de semana entraron en vigor las restricciones para luchar contra el COVID, que impiden reuniones de no convivientes entre las 3 y las 6 de la madrugada en zonas de riesgo medio. Hacía tiempo que la diversión no inundaba las calles de la ciudad del Apóstol. Con todo, en ellas se respiraban prudencia y sentidiño. Quien más y quien menos parecía consciente de que estaba ante uno de los fines de semana más importantes del año, justo cuando el incremento de la incidencia del coronavirus se disparaba en toda Galicia.

Aún así, la Asociación de Hosteleros de Compostela califica como un éxito la ocupación alcanzada, que superó en 20 puntos el 64 % previsto para los días 23, 24 y 25.

Los Fuegos del Apóstol no defraudaron y, con la gran traca final, Compostela vibró ante la atenta mirada de medio mundo, que vuelve a tener en ella su horizonte. El olor a pólvora, agradable cuando se asocia a diversión, fue en esta gran noche el símbolo de que ya se ha encendido la mecha del optimismo.