HACE MÁs de 100 años. El 25 de julio de 1909, José Puertollano, el ‘hombre araña’, ascendió hasta el punto más alto de la Catedral para llamar la atención de Alfonso XIII TEXTO Jacobo Táboas

Cuando el ‘rey de las alturas’ escaló la Torre da Berenguela

Jacobo Táboas
‘Hombre araña’. Imágenes de José Puertollano, el ‘rey de las alturas’ en la cima de la Torre da Berenguela, el 25 de julio de 1909

En 1909, durante la Ofrenda al Apóstol y en el marco de los actos organizados con motivo de la inauguración de la Exposición Rexional Galega, un hombre encaramado en lo más alto de la Torre da Berenguela levantó la mirada, nunca mejor dicho, de los asistentes que llenaban la plaza del Hospital (actual Obradoiro). Su nombre, José Puertollano, un granadino que se dedicaba a escalar torres de iglesias y catedrales por toda España. El público no daba crédito, y todos, entre ellos el rey Alfonso XIII, acompañado por el presidente del Gobierno, Antonio Maura, y el alcalde, Francisco Piñeiro, contemplaban atónitos la figura de Puertollano, agarrado al pararrayos de la torre más alta e la Catedral (tiene la misma altura que las torres del Obradoiro).

Para llevar a cabo esta impresionante perfomance había solicitado la autorización al Cabildo, pero como se la negaron, trepó de madrugada, y se ató a la torre en su punto más alto, 72 metros. Ya por la mañana, durante los actos oficiales, llamó la atención de la comitiva al grito de “¡Majestad!”, y, a continuación, realizó un completo ejercicio de acrobacias.

Con esta acción, el rey de las alturas pretendía que Alfonso XIII le autorizase a subirse a todas las torres del país. Su intento de acercarse al monarca para completar su misión se produjo ya por la tarde, cuando el hombre-araña, atrevido como era, le tocó la espalda para llamar su atención. El gesto provocó la reacción del grupo de escoltas del rey, y cuando Puertollano iba a ser protagonista de una especie de linchamiento, surgió la voz, cuentan las crónicas, del periodista Antonio Fernández Tafall: “¡Majestad: es el escalatorres!”.

Desde ese momento, José Puertollano, que compaginaba las escaladas con su trabajo en el circo Feijoo, logró su objetivo: ganarse la vida con sus ascensiones. “El arzobispado compostelano lo contrata para pintar torres, enderezar pararrayos y mil menesteres más que lo tuvieron ocupado en Galicia hasta 1917, es decir, durante ocho años. La familia creció y con ella las virtudes que los bautizarían como los hombres araña”, recoge la prensa de la época.

A partir de su espectacular irrupción en la capital gallega, coincidiendo con la celebración del Año Santo de 1909, “José Puertollano trabaja”, tal y como cuenta la revista Alhóndiga, “en Silleda, en las basílicas de Mondoñedo, Ourense y Lugo y también en las fiestas de San Froilán del año 1910, donde hizo el delirio de los asistentes”, tal y como recoge el historiador del Arte granadino David R. Jiménez Muriel, quien destaca en un artículo que “la prensa nacional se hace eco de sus acciones en O Grove o en las chimeneas industriales de Vigo y de A Coruña”.

Antes de aterrizar en Compostela, el rey de las alturas conoció en el circo Feijoo (que debe su nombre a su fundador, el gallego Manuel Feijoo-Salas) a la que con el tiempo se convertiría en su mujer, “otra equilibrista sin temor alguno con la que hizo los dúos más sorprendentes de la España de la época”, describe Jiménez Muriel. Tal es su popularidad, añade, que comienza a incluir en sus demostraciones a sus hijos Miguel y Gloria. En marzo de 1912, en Noia, fallece su esposa y el hombre araña continúa en Galicia hasta 1918. También realizó exhibiciones en Portugal, “de donde fue expulsado tras ser acusado de espionaje”.

Desde hace unos días, la foto de José Puertollano descansando sobre la Torre de la Berenguela circula por las redes sociales, y en cuyo montaje se describe cómo el escalatorres subió a pulso, sin arnés ni protecciones, a la cima de la torre más alta de la Catedral.