Debate abierto en Santiago: ¿limitar la bici o ampliar su uso con carriles específicos?

Propuesta de 47 nuevos km para reforzar su utilización // Urbes históricas como Ávila descartaron la posibilidad de permitirlas
Bicicleta
Carlos Deaño
Gonzalo Muiños

El anuncio por parte del Ayuntamiento de la tramitación de una nueva ordenanza de movilidad que limitaría el uso de la bicicleta en el casco histórico ha abierto una amplia polémica. La norma considera prioritario el uso peatonal del casco histórico y de las aceras de la ciudad. Frente a ello, quienes defienden la necesidad de apostar decididamente por este tipo de vehículo, potenciando su uso en todos los puntos. La ciudad fue escenario el pasado fin de semana de una protesta promovida por los detractores de la normativa, que contó con el apoyo del Partido Popular, cuyo presidente local, Borja Verea, además de reunirse previamente con los promotores también participó en la marcha que concluyó en el Obradoiro.

Tras la celebración de la misma, anunció que su partido defiende un plan “para a creación de oito itinerarios de carrís-bici que sumarían 47 kilómetros, e conectarían puntos estratéxicos da cidade”. Con ello se ampliarían las escasas zonas existentes, que se limitan a un tramo en Fontiñas y otro en la recién reurbanizada Clara Campoamor.

Concretamente, Verea explicó que “o principal itinerario conectaría o Campus Norte e o Campus Sur coa Cidade da Cultura”, lo que supondría que ambas zonas universitarias estarían unidas a través del Parque da Música, Santa Isabel, Galeras y la Alameda. Por su parte, el recorrido hasta la Cidade da Cultura discurriría por San Caetano, la antigua estación de autobuses, Área Central y Multiusos de Sar, para llegar al Monte Gaiás. Después volvería por el parque Eugenio Granell y el contorno de la nueva estación Intermodal.

A estos itinerarios habría que sumar otros en dirección al polígono del Tambre o el hospital Clínico, y se completarían con recorridos en dirección a los municipios limítrofes, aprovechando pistas forestales.

Otra cuestión muy distinta es el casco histórico, donde el propio Borja Verea reconoció que había puntos, como el caso concreto de la rúa da Calderería, donde debido a su estrechez “a bicicleta non poderá pasar”. Pero en donde sí fuera posible se debería buscar que “esta nova cultura da bicicleta poida facerse de xeito equilibrado, respectando por suposto aos usuarios de vehículos, e sobre todo garantindo a seguridade dos veciños, usen ou non a bicicleta”, concluyó Verea.

Y es que el trazado, entre sinuoso y en pendiente, plantea una serie de problemas que el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España ya ha analizado a fondo, elaborando un libro blanco de la movilidad. En casos como el de la ciudad de Ávila, entre el problema antes citado y las bajas temperaturas, ha llevado al Consistorio directamente a determinar que el uso de la bicicleta en la zona monumental “no se puede considerar”. Es más, señalan que “el uso difícil que tiene la bicicleta no es exclusivo de Ávila, pues el Libro Blanco también lo destaca en el caso de Santiago”, con muchas zonas del casco histórico en las que el ancho de la vía no supera los tres metros. Una ciudad, además, en la que, como señala el documento, “el Ayuntamiento puso en marcha la llamada jerarquía de la movilidad, donde como no podía ser de otra manera, los peatones están a la cabeza de la misma”.

En otros casos, como en Salamanca, “se ha optado por la coexistencia de peatones y ciclistas, recomendando a los últimos que desciendan de la bicicleta cuando la densidad peatonal sea elevada, lo cual será señalizado”. Por su parte, en Toledo, situada en una colina con 100 metros de desnivel y calles empedradas, se ha optado por construir carriles bici en la ciudad nueva, situada al pie. También en algunos puntos, como la ciudad de Jaca, en la que es frecuente el paso de peregrinos en bicicleta con destino a Compostela, se ha optado por señalizar su zona monumental para evitar conflictos con los también muy numerosos peatones. Y es que de la misma forma que resulta conflictiva la convivencia entre ciclistas y vehículos a motor, tampoco es fácil entre ciclistas y peatones.

SEGURIDAD. El concejal de Tráfico y Seguridad, Gonzalo Muíños, deja claro que la normativa que ha generado polémica es realmente una ordenanza de movilidad, no exclusiva para la bicicleta. Además, está todavía “en fase de elaboración”, y afectará por ejemplo al reparto de mercancías. De hecho, insiste en que “es menos restrictiva que la actual ordenanza, que sí que prohíbe el paso de bicis, solo permite en carga y descarga”. En el caso de la nueva prevé permitir el acceso salvo en algunas calles, como la Calderería, por razones obvias dada su estrechez, una situación que se repite en otras. Además, considera que hay espacio de sobra para estacionar estas bicicletas, ya que están sin utilizar, otro de los puntos de desacuerdo. No pueden permitir que se aten con candados a los árboles para no estropearlos, ni a semáforos o farolas por el riesgo que esto podría suponer para las personas, por la electricidad. De todas formas, el documento es para trabajar en la versión definitiva, que se les presentó a los grupos de la oposición y todavía no está cerrado. “Hubo varias aportaciones que ya se incluyeron, y se sigue trabajando en la versión final que luego se someterá a exposición al público”. Muiños manifiesta que hay una nueva Ley de Circulación que entra en vigor en mayo y por tanto es necesario “adaptarse a ella. Habrá normas específicas para el casco histórico, donde lo fundamental es garantizar la seguridad del peatón”, y para el resto del casco urbano. Entre otras medidas, nuevos límites de velocidad para todos los vehículos. rEDACCIÓN