Duro ‘casting’ para elegir el inquilino antes de alquilar un piso en Santiago

La escasa oferta lleva a los caseros a realizar un sondeo de las propuestas y escoger al que mejor le encaje // Controlan los contratos de trabajo o nóminas e incluso piden entrevistas personales
Universitarios
Brais Fernández
Las agencias inmobiliarias sostienen que el problema del sector es que la demanda es mucho mayor que la oferta. Foto: Fernando Blanco

Comenzó el año universitario y, a pesar de que las recuperaciones se adelantaron a julio para evitar que los alumnos arrancasen tarde el curso, muchos de ellos se han encontrado con un gran problema, de difícil solución: ¿dónde puedo vivir? La escasa o casi nula oferta de pisos en alquiler tradicional ha dejado mal parado al colectivo de estudiantes, quienes se ven sin posibilidades para residir en la capital gallega, bien porque no los quieren o bien porque hay candidatos mejores a ellos.

Hace no mucho tiempo, eran los jóvenes los que podían seleccionar aquel inmueble que mejor encajara en sus características, ya fuese por su cuidado, su estado o su ubicación. Ahora es la inversa: el casero elige a quien quiere en su propiedad, y con la cantidad de demandantes que hay en el mercado, está claro que no son los primeros de la lista.

Como resultará lógico, en la competición entre un médico, un investigador o un funcionario contra un universitario, todos ellos perfiles clásicos que precisan de viviendas en alquiler en la capital gallega; no hay color para elegir al candidato más apetecible. Ya sea cualquiera de esos trabajadores, sus características resultan más atractivas para cualquiera, garantizando, a priori, una estabilidad y un cuidado del habitáculo.

Este proceso de selección tiene su origen y explicación en el reducido volumen de posibilidades que existen en Santiago bajo un régimen de arrendamiento tradicional, fruto del desmesurado incremento de viviendas de uso turístico. En el mercado, las opciones para turistas llegan casi a multiplicar por diez a las disponibles para estancias prolongadas.

“Existe mucha demanda y muy poca oferta, por lo que disponemos de muchos perfiles optando a cada uno de los pisos. Cualquier agencia inmobiliaria aporta esa gran cantidad de interesados al propietario y se acaba produciendo un casting para escoger al mejor pretendiente”, explica Carlos Debasa, presidente de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin) en declaraciones a EL CORREO GALLEGO.

De este modo, los caseros, como sucede en otros puntos de España, han pasado a controlar los tipos de contrato de trabajo que tiene cada persona, el empleo de cada uno, las nóminas, los ingresos e incluso piden entrevistas personales para seleccionar a su nuevo inquilino.

Además, ya se ha estandarizado la petición de dos meses de fianza, cuando antes era utópico pensarlo en Compostela, y, para los casos de los jóvenes, los dueños se han puesto férreos con la solicitud de los avales que garanticen posibles daños.

“De esta manera, gente cumplidora, válida y honrada, que pagaría su alquiler a rajatabla, sale peor parada en la foto, ya sea porque tiene un contrato temporal o porque sus ingresos económicos son más bajos. En todo caso, los propietarios están en su legítimo derecho de elegir al mejor”, expresa el representante de las inmobiliarias autonómicas.

En este sentido, cada vez son más los afectados que se quejan de la multitud de trámites que hay que superar para poder vivir en la capital gallega, con algunas peticiones que consideran irracionales. Asimismo, en ocasiones, se solicitan cuestiones que carecen de sentido. Por ejemplo, en un caso conocido por este periódico, se le solicitó a una persona una nómina, cuando acababa de comenzar a trabajar, señalando que el contrato de trabajo firmado no era válido para aceptarlo como inquilino. Todo ello es posible porque si el piso no acaba en manos de un individuo, al día siguiente será para otro.

BUSCANDO SOLUCIONES viables. Ante el incremento de estos problemas, desde Agalin, en conversación constante con el Instituto Galego de Vivienda e Solo (IGVS) y el Concello de Santiago, están trabajando con posibles medidas que ayuden a conseguir más pisos al mercado del alquiler tradicional.

Así, de manera inmediata, apunta Carlos Debasa, se implantará un seguro gratuito de protección de impagos y desperfectos para estos propietarios, así como bonificaciones para reformar la vivienda, si se añaden a esta oferta. A mayores, también se preparan bonificaciones en impuestos como el IBI.

En ámbito local, a finales de año o comienzos del 2023, se aprobará la normativa “10+2”, para que los arrendatarios dediquen su inmueble a universitarios durante el curso y a turistas en verano, así como la aplicación de la nueva normativa para las VUT, que tanto está dando que hablar en los últimos meses.

Aunque aún no entrasen en vigor estas disposiciones, al menos, confiesan que ya se aprecia un ligero aumento de la oferta disponible en Santiago, pese a que sigue resultando ínfima para todos los interesados que hay. En todo caso, con estos últimos anuncios, los precios se han estabilizado en la ciudad, después de unos últimos meses en los que se dispararon, con incrementos de hasta doscientos euros al mes. El siguiente reto será que bajen.