“El cambio social que resta importancia a la muerte quita ‘pompa’ a los entierros”

Unas exequias cuestan de media 3.000 euros en Santiago, aunque la gente demanda cada vez más sencillez // Las funerarias asumen las consecuencias de la inflación para no subir las tarifas
Todos los Santos
Arturo Reboyras
Un hombre limpiaba ayer el panteón familiar. Foto: F. Blanco

Nos quedan por delante tres jornadas en las que por tradición se venera a los santos pero sobre todo se le rinde homenaje a los difuntos. Aunque esta, como otras muchas, es una tradición que poco a poco se está perdiendo. ¿El motivo? Quienes se dedican al sector funerario hablan de un profundo “cambio social”, de una transformación que ha avanzado hacia la pérdida de respeto a la muerte. “Los entierros ya no son lo que eran. Antes, dentro de la desgracia, era un acontecimiento social más en el que se podía reafirmar la posición de cada familia; un ritual; ahora ya no es así, sino un trámite que se trata de superar con mucha más discreción y lo antes posible”, señala José Manuel Rodríguez Castelao, uno de los responsables de la conocida Funeraria Apóstol.

Cada vez son más los que optan por la incineración y por velatorios sencillos alejados de toda pompa. “Desde que abrimos en diciembre del año pasado el Complejo Funerario Apóstol Santiago, en Boisaca, se han incinerado cuatrocientos difuntos”, explica, al tiempo que añade que, pese al incremento de costes, el precio medio de un entierro se mantiene en 3.000 euros (2.400 euros + 21 % de IVA). Esto incluiría, detalla, la estancia en el tanatorio, el ataúd, los actos fúnebres, un par de coronas, una esquela de tamaño pequeño en la prensa y la incineración o el entierro en el cementerio.

“Es el precio estándar, aunque el coste de un entierro es como la comida en un restaurante: puede ir desde 3.000 euros hasta donde quieras. Si se elige un ataúd de 5.000 euros que es el más lujoso que tenemos, el precio ya se eleva; y con las flores ocurre lo mismo”, matiza José Manuel.

Sobre la inflación que afecta a todos los sectores, el funerario asegura que no se ha librado. “Nos han subido los costes, como a todos, pero de momento lo estamos asumiendo nosotros, tratando de mantener las tarifas que teníamos antes de esta crisis”, explica José Manuel, al tiempo que pone un ejemplo: “Cuando antes un litro de gasoil para la incineración nos costaba 0,57 céntimos, ahora nos cuesta el doble, más de un euro”.

También subraya la subida de los precios de todos los artículos que conllevan un transporte. “Los ataúdes han subido, porque la madera ahora es más cara; y pasa lo mismo con las flores, sobre todo con las que vienen de otros países, como Holanda o Colombia... Han encarecido, mientras que nosotros mantenemos los precios”.

Tener que desembolsar tres mil euros en un entierro se ha convertido en los últimos meses en un imposible para muchas familias. De ahí que casi la mitad de la población española, un 4 7%, cuente con una póliza de decesos. Según los datos de ICEA, más de 22 millones de españoles tienen este tipo de contrato para evitar contratiempos en el momento de la muerte. De hecho, el ramo de decesos está dejando atrás su carácter meramente indemnizatorio, con la cobertura del sepelio, y evoluciona hacia la prestación de servicios cada vez más amplios y variados.