“Impresiona ver cómo le cambia la cara a un niño cuando por fin puede oír”

El CHUS pone a pacientes con sordera profunda unos 20 implantes cocleares al año // “Ha crecido la demanda de audífonos porque la mascarilla impide leer los labios”
Sanidad
Mar Mera
Doctor Carlos Martín, jefe del servicio de Otorrinolaringología del hospital Clínico Universitario de Santiago

Este jueves, 25 de febrero, se celebra el Día Mundial del Implante Coclear, una ayuda técnica para la audición que aún resulta desconocida para algunas personas, aunque para muchas representa una apertura de nuevos caminos al ofrecerles la posibilidad de recuperar su audición perdida. En España hay más de 18.000 personas implantadas gracias a una intervención que comenzó a realizarse en 1957.

Para conmemorar este día, la Federación de Implantados Cocleares de España ha puesto en marcha una serie de iniciativas a la que se ha unido Compostela colaborando con Transportes para visibilizar la pérdida auditiva y concienciar a la población de que cuide su audición.

Así, desde ayer y hasta el próximo 7 de marzo, habrá carteles sobre estos implantes en las pantallas y los autobuses de TUSSA.

Sobre estos implantes, el jefe del servicio de Otorrinolaringología del hospital Clínico Universitario de Santiago indicó que se ponen una veintena al año, muchos de ellos a niños, aunque anunció la previsión de duplicar esta cifra tras un acuerdo de la Sociedad Española de OTR con la Consellería de Sanidade “ampliándose los criterios, como, por ejemplo, poner implantes bilaterales y no uno solo, con lo que se mejora aún más la audición”.

El doctor Carlos Martín explica que los candidatos a estos implantes cocleares son “los pacientes con sordera profunda por una lesión en el oído interno, que no obtienen beneficios con un audífono normal”.

En cuanto a la edad más idónea, el especialista señala que no existe al apuntar que el criterio se basa en la confirmación del diagnóstico, en este caso, de la sordera. “Un proceso que puede durar alrededor de ocho o diez meses”, apunta.

“Aunque una vez que se confirma ese diagnóstico el implante se coloca de la forma más inmediata posible”, apostilla el doctor Martín.

Sin embargo, explica que pese a que en los cribados neonatales se puede comprobar si el recién nacido puede tener problemas de sordera, “generalmente esperamos hasta que tiene un año y medio o dos por el desarrollo del lenguaje”.

En cuanto a los adultos, el experto indica que “al poner el implante a mayor edad, generalmente tras la cirugía del implante deben acudir a rehabilitación para identificar sonidos en la comunicación verbal”.

Acerca de cómo es el cambio de estar sordo a poder oír, el jefe de Otorrinolaringología del CHUS explica que es “totalmente espectacular”.

“Impresiona comprobarlo, sobre todo en los niños, porque les ves su cara de sorpresa, alucinan, y abren mucho los ojos al oír por fin sonidos. Y es que estos implantes les cambian la vida al completo”, resume.

De todos modos, subraya que en los implantes cocleares “lo más importante es el antes, es decir, el diagnóstico, y el después, tras la intervención quirúrgica, que no es muy compleja, porque es importante el papel de los psicólogos, audiólogos y también de los logopedas, que deben trabajan para que el niño identifique el habla y los sonidos”.

Sobre estos implantes, que son visibles en la zona exterior de la cabeza, lo cual provoca que algunos niños sufran acoso escolar, el doctor Martín prevé que “a medida que avance la ciencia, en el campo de la nanotecnología y los microchips, se pueda llegar en un futuro a un chip subcutáneo”. En este sentido, apunta a que “podemos hablar de una espera a medio plazo para conseguirlo, ya que la tecnología cambia cada año de forma abismal”.

Otro de los aspectos que subrayan desde las asociaciones de implantados es la barrera que supone para las personas con problemas de audición el uso masivo de mascarillas, al apoyarse muchas personas en la lectura de los labios para poder comunicarse. Una problemática todavía mayor en las aulas. Así, desde la federación han diseñado y repartido más de treinta mil mascarillas comunicativas, que no son opacas y facilitan la labiolectura.

En este sentido, el doctor Carlos Martín subraya que “muchos de nuestros pacientes con problemas de audición, sobre todo en el caso de las personas adultas, se apoyaban en la lectura de los labios para poder entender lo que se les dice y, aunque antes de la pandemia de coronavirus se resistían a ponerse unos audífonos, ahora la demanda ha aumentado considerablemente”.