En los últimos ocho años, Lisardo Rodríguez visitó todas las tardes a Gloria en la residencia Volta do Castro // No faltó ni a una cita, en la que le ponía sus canciones favoritas // Solo el confinamiento los separó 75 días // Tras su muerte en agosto, asegura que, aunque con pena, lo lleva bien porque le quedan buenos recuerdos TEXTO Mar Mera

“No me importa celebrar solo la Navidad, aunque echo mucho de menos a mi mujer”

Mar Mera
Lisardo se reencontró en mayo con Gloria tras 75 días separados por el confinamiento de marzo Foto: F. Blanco

Durante ocho años, Lisardo Rodríguez Valcárcel visitó cada tarde, sin faltar una, a su mujer Gloria Gómez Fernández, ingresada en la residencia de la Tercera Edad Volta do Castro. Allí le ponía sus canciones favoritas que buscaba en su móvil, desde Juanita Reina a Machín. Y aunque el confinamiento decretado en marzo fue el causante de no poder ir a verla durante 75 largos días, el reencuentro , el 27 de mayo, fue para este vecino de Santiago un alivio e incluso declaró que la vio “tan guapa como siempre”. El 1 de agosto ella, que sufría Alzhéimer, falleció.

Ahora, que enfrenta sus primeras navidades sin Gloria, asegura que pasará el día 25 solo. “No me importa porque estoy acostumbrado, solamente tengo una hija, y vive en Ourense, y aunque viene a dar clases a Santiago, a causa del COVID no podemos juntarnos a menudo, si bien hablamos a diario”.

Lisardo, que a sus 86 años camina seis kilómetros cada día, asegura que “la casa se me echa encima y por eso procuro salir”. Señala con pena que estas serán sus primeras Navidades sin Gloria, aunque lo lleva bien. “La echo mucho de menos, pero me quedan muchos buenos recuerdos”.

De hecho, en mayo contaba a EL CORREO que añoraba mucho a su mujer. “Nadie sabe lo que es, por mucho que te digan. Por las noches aún alargo el brazo hacia su lado de la cama”, confesaba, a la vez que aseguraba que “nunca discutíamos, salvo algún pequeño desencuentro que no duraba ni dos horas. Es que es una mujer estupenda”.

El protagonista de esta historia confiesa que se acostumbró a vivir solo, “pese a ser duro”, y que se apaña en casa, “porque tuve una gran maestra, mi mujer”. Además, aunque cuenta con la ayuda de una persona unas horas, Lisardo hace su desayuno, friega, nunca deja la cama sin hacer, “como a ella le gustaba”, y también hace la comida, con dos platos estrella: conejo con arroz y mejillones. Explica que la Nochebuena la pasará en casa de su cuñada, que vive en su mismo edificio, y que dice que cocina muy bien, pero en Navidad estará solo. “Estoy mentalizado. Veré la tele, comeré una reconfortante sopa y algo de las sobras de la noche anterior y, si el COVID lo permite, iré como siempre al bar Leis, en Basquiños, “donde estoy como en casa y donde leo EL CORREO”.

Lisardo asegura que será en Fin de Año cuando se reúna con su hija y su yerno. Y cuando se le pregunta cómo afronta el 2021 tras este difícil año, explica que “confío en ponerme la vacuna contra el COVID”, aunque irónicamente comenta que “deberían ponérsela primero los políticos, porque algo de miedo me da”.