Sólo cuatro oficinas bancarias perduran en el casco histórico

Vecinos y comerciantes temen que la tendencia se propague a otras sucursales // Tildan los cierres como un “desprecio y agravio” a los vecinos de la Almendra
Casco Histórico
Brais Fernández
La oficina que tienen el Banco Sabadell en la rúa do Preguntoiro . Fotos: Fernando Blanco/Antonio Hernández

Los vecinos del casco histórico con cuentas en el BBVA de la Rúa do Vilar se despertaron el martes con la alerta de que su sucursal cerrará sus puertas el próximo 17 de octubre, trasladándose sus movimientos a la de la Senra. Esta noticia se une a la decisión también tomada por el Banco Sabadell Gallego, para su local del Preguntoiro, que bajará la verja de manera definitiva ese mismo día. Con estas dos bajas de última hora, la Almendra de Santiago se queda con tan sólo cuatro oficinas bancarias, una situación que los propios residentes y comerciantes tildan de “desprecio y agravio total hacia ellos”.

Estas medidas dejan por delante un panorama desolador para la zona monumental compostelana, ya que, por el momento, tan sólo perdurarán las dependencias de Caixabank en la Rúa do Vilar, entidad que ha apostado por renovar sus instalaciones; las de Abanca, en As Orfas y Casas Reais (en el límite de esta área); y la del Banco Santander, en el Preguntoiro.

Con todo, por desgracia para los habitantes que viven en ella, estos dos últimos cierres vienen a continuar una plaga que se propaga desde el 2008. Desde aquella han desaparecido más de diez sucursales en el barrio. “Por poner un ejemplo, Abanca tenía perfectamente cubierto el casco histórico, desde las oficinas que poseían en Porta Faxeira hasta las que había cerca de la Plaza de Abastos o la que absorbió del Banco Espírito Santo, pero todas ellas las cerró”, apunta José Ángel Blanco, gerente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios CCA Compostela Monumental, quien también alude al cierre de instituciones como Hacienda o la Seguridad Social, las cuales atraían a mucha gente a esta zona.

“Ao diminuír os puntos de acceso, colócase en exclusión financeira ás persoas maiores. Moitas delas, como é ben sabido, empregan a libreta de aforros como libro de caixa para controlar ingresos e pagos, polo que non os poden dirixir a un caixeiro para actualizala, porque non teñen coñecementos ao respecto. Por iso, a esta xente estáselle maltratando”, advierte Roberto Almuíña, de la Asociación de Veciños da Cidade Histórica, quien además es cliente de toda la vida de la sucursal situada en el número 33 del Vilar.

El responsable del ente y habitante de la Almendra apunta que si ya todos los días hay largas colas en el BBVA que se cierra, no se quiere imaginar lo que pasará ahora que se tendrán que desplazar hasta la Senra. “Pretenden que vaiamos á Senra e estiven alí hai quince días para facer un ingreso é só había unha persoa para eles, cunha gran cantidade de xente agardando. É un total desprezo ao cliente”, aprecia.

En esa misma línea, se posiciona también Compostela Monumental. “Está claro que si están repartidas, en el momento que las suprimas, ese volumen de gente se aglomera en una, provocando un malestar y una atención personalizada que se pierde. Está claro que no es lo mismo que ir a una oficina en la que llevas veinte años en ella, en la que te conocen y el trato es mucho más amable”, detallan.

Asimismo, desde el ámbito vecinal y comercial aprecian que no se está tomando la decisión porque no haya clientes, sino por mera estrategia de orientar todo al comercio online. “La gente no está preparada para los nuevos retos de suprimir oficinas y realizar trámites telemáticos. La generación de personas mayores habrá que cuidarlas y ser conscientes de que no son capaces de hacer operaciones a través del cajero ni mucho menos de la banca electrónica. Por ello, el Estado debería ser más exigente con esta prestación de servicios, porque son personas y son clientes”, comenta José Ángel Blanco.

Con todo, la problemática no afecta sólo a la gente de avanzada edad, sino que los trabajadores de los establecimientos y los propios turistas se ven muy afectados. “Era muy común entre nuestros asociados cerrar un momento el negocio e ir a depositar el dinero recaudado o realizar cualquier operación para necesidades puntuales. Si esto desaparece ya te obliga a cerrar durante más tiempo, así como ir por la calle con el dinero, lo que supone un trastorno y un mayor riesgo de sufrir un robo”, lamenta. Además, para los visitantes de la ciudad, este es un punto de referencia para realizar operaciones de cambio de moneda, estando especializados en este servicio.

Por su parte, Roberto Almuíña recuerda que este hecho se produce en una provincia en la que el 24 % de la población está en situación de vulnerabilidad por cierres de bancos. “As medidas tómanse dende Madrid cun compás para dicir que a menos de 500 metros dunha Central péchase calquera oficina ou para dicir que unha dependencia nun radio de 5 quilómetros é suficiente, sen afondar en nada máis. Isto non pode ser, hai que posicionarse, porque non podemos seguir perdendo estes servizos fundamentais”, destaca.

Por último, redundan en el riesgo de exclusión que sufren las personas mayores ante estas drásticas medidas, un trato deficitario que “o podemos ver todos os días indo a calquera banco”, dice Almuíña; a lo que añade Blanco: “nos siguen poniendo palos en las ruedas”.

Por todos estos motivos, esperan que las entidades tomen conciencia y reculen en su decisión, agradeciendo además que el Concello se posicione de su parte. “Si hay una gestión de alto nivel por el gobierno municipal será mucho mejor que si la hacemos nosotros por nuestra cuenta. Esperemos que llegue a buen puerto”, concluyen.