Tan solo dos grandes ciudades europeas aparte de Madrid no tienen tasa turística

Desde que Sánchez Bugallo comenzó a hablar de la posibilidad de gravar la estancia por noche en Santiago, en Galicia nadie se ha quedado al margen de opinar
Ángela Precedo
turista británico, unos de los más abundantes en Galicia, a su llegada a un hotel de la comunidad. Foto: Archivo E.P.

Planeas unas vacaciones por todo lo alto. Ajustas el presupuesto al máximo para poder hospedarte en un hotel de lujo, con todas las comodidades a tu alcance. Llevas ahorrando durante todo el año para poder permitértelo. Pero, llega el día del ‘check in’ y, ¡oh!, sorpresa, tienes que desembolsar 28 euros por persona para poder quedarte. Veitiocho euros que no contemplabas en tus planes, que se convierten en 56 si sois dos personas, o en 112 si sois cuatro, prácticamente otra noche de hotel en un lugar más modesto.

¿Por qué? Por ese impuesto ‘fantasma’ que escapa aún de regulación a nivel europeo o estatal denominado ‘tasa turística’, y que grava la estancia de una persona ajena a la ciudad o al país con una cantidad (una media de dos euros por noche) que, supuestamente, se utiliza para paliar los impactos de acoger a gran número de viajeros cada año.

Para los españoles, este impuesto puede ser una verdadera sorpresa al llegar a otros países europeos, pues en España únicamente Cataluña y Baleares (y desde el próximo 2024 también Valencia) cobran este tipo de tasa, pero lo cierto es que en el resto de Europa lo raro es que en las grandes ciudades no exista. Tanto es así que en la actualidad únicamente quedan dos grandes capitales, aparte de Madrid, que no tienen tasa turística: Londres (en Reino Unido) y Dublín (en Irlanda).

RUEDA NO CERRÓ LA PUERTA A LA PROPUESTA DEL ALCALDE. Por eso, aunque cuando hace dos semanas el alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, comenzó a hablar de la posibilidad de imponer una tasa turística en los establecimientos de Compostela, aunque pareciese haber descubierto la pólvora, volviéndose en su contra tanto el propio sector hostelero como muchas fuerzas políticas, lo cierto es que no se echó un vistazo a lo que ya se hace en el continente.

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, sí se mostró dispuesto a “escuchar” a Bugallo, aunque matizó que no tenía conocimiento oficial de las declaraciones del regidor cuando fue preguntado por los medios. Como la instauración de esta tasa, aunque sea en solo una ciudad, es competencia autonómica, es decir, de la propia Xunta, el alcalde de Santiago justificó la necesidad de imponerla para hacer frente al impacto que genera la masiva afluencia de visitantes y financiar los sobrecostes de ampliar servicios, como la seguridad y la limpieza.

UNA EUROPA ACOSTUMBRADA A DESEMBOLSAR ESTE GRAVAMEN SIN MAYORES MIRAMIENTOS. Eso sí, por el momento se desconoce cuál es la idea de Bugallo sobre el precio que tendrá este impuesto, así como la forma de aplicarlo. Volviendo a Europa, esta tasa se aplica de forma diferente dependiendo del país. Hay algunas capitales como Berlín, Viena o Ámsterdam que aplican un porcentaje al total que paga el cliente; otros países, como Suíza, Eslovenia o Eslovaquia, cuentan con una tasa fija, independientemente del precio del alojamiento; y otros, como es el caso de nuestras comunidades Cataluña y Baleares, varían el coste por noche dependiendo de si la estancia es en un hotel más o menos lujoso, en una posada, un hostal, un cámping...

De seguir el modelo que ya tienen estas autonomías, Santiago optaría por aplicar una tasa variable. En el caso de Cataluña va desde los 0,45 hasta los 2,25 euros; en el de Baleares, desde el euro hasta los cuatro; y en el de Valencia (a partir de 2024), desde los 0,5 hasta los 2 euros. En otros países europeos, como Croacia, la tasa oscila entre los 0,25 euros y el euro; en Bulgaria, entre los 0,2 y los 0,68; y en Grecia, entre los 0,5 y los 4 euros.

También hay que señalar que dentro de estos países no todas las poblaciones tienen impuesto este gravamen, sino solo aquellas que directamente lo solicitan por tener una gran afluenci de visitantes o aquellas que el propio Gobierno decide. Por ejemplo, dentro de Bélgica, la tasa turística se cobra en Bruselas, entre los 2,15 y los 8,15 euros; en Italia, en Roma, entre los 2 y los 3 euros; y en Francia, en París, entre los 0,22 y los 4,44 euros.

Por el contrario, la tasa fija, que no tiene en cuenta las características del establecimiento, se aplica en países como Suíza (2,35 euros), Eslovenia (1,25 €), Malta (0,5 €), Eslovaquia (1,7 €) y República Checa (0,5 €); así como en ciudades como Oporto (2 €) y Lisboa (1 €), en Portugal.

Finalmente, la tasa porcentual parece ser la opción menos atractiva, al ser también la que aplican una minoría de países, pero es la elegida por potencias como Alemania, que en Berlín aplica un impuesto del 5 % sobre la reserva; Holanda, que también aplica un 5 % en Ámsterdam; Austria, que lo tiene al 3,2 % en Viena; o Hungría (al 4 %) y Rumanía (al 1 %). Como puede verse, las variables son muy diversas y la concreción necesaria para poder valorar.