Comienza la cuenta atrás para la próxima Navidad

Ana Iglesias
Andrés Suárez

Señores y señoras, quedan oficialmente clausuradas las navidades. Y en lo que a mí respecta, déjalas ir, aunque reconozco que fueron bastante mejores de lo que pensaba que serían, vistas las sucesivas actualizaciones del Sergas. Así que ahora sí que sí, toca borrón y cuenta nueva. Porque aunque todo lleve a pensar que eso sucede con el cambio de año en el que todo el mundo se vuelca en los buenos propósitos y las enmiendas, lo cierto es que hasta que pasa el día de Reyes nadie es capaz de emprender nada nuevo. Ni una dieta, ni una tabla de ejercicios, ni nada de nada. El día 31 nos afanamos en hacer recapitulación de lo que han sido los últimos doce meses de nuestra vida y en todo lo que haremos y dejaremos de hacer en los siguientes doce, pero la realidad es que nunca empezamos a escribir la agenda hasta el día 7 de enero. Así que está claro: el año empieza hoy.

EXACTAMENTE SIETE DÍAS DESPUÉS DE HABERNOS COMIDO LAS UVAS Y APLAUDIDO LAS CAMPANADAS. Sobre todo con Anne Igartiburu y Ana Obregón, que se llevaron el 33 por ciento de cuota de pantalla, un dato que creo que no pilla a nadie por sorpresa dada la gran expectación que causó el anuncio de Anita la fantástica a la televisión tras haber perdido a su hijo.

Y a mí, que no soy fan precisamente de la actriz, me pareció que estuvo soberbia, en un punto justo de emotividad y tristeza, sin caer en la pena y la ñoñería, hablando de los efectos terribles del COVID, que es lo que tocaba, y de la importancia de la prudencia, pero también de otras enfermedades que están pasando a un segundo plano y la necesidad de reivindicarlas para pedir más ayuda a la investigación y más empatía para todos quienes la sufren, la padezcan en sus propias carnes, o no.

Y un poco por detrás, Cristina Pedroche y Alberto Chicote, con 6.123.000 espectadores pegados a la pantalla de Antena 3 en un récord histórico para la cadena, y muy por debajo Sandra Barneda y Christian Gálvez para Telecinco, desde Canarias, y bajando puntos.

A estas alturas no me veo yo muy capaz de analizar qué razones mueven a unos y otros para elegir qué compañía del otro lado de la pantalla prefieren para despedir el año, pero desde luego pensar que es por el modelito de la Pedroche me parece de lo más superficial y una tontería superlativa. A estas alturas, es obvio que de la colaboradora de Zappeando gustan más cosas que los vestidos imposibles que se pone para dar las uvas, y que si solo fuese por el morbo de ver lo que lleva puesto, con un zapping rápido lo teníamos más que resuelto sin necesidad de escuchar ni el carrillón. Y la cosa es que más del 27 por ciento de la audiencia se queda con ella y el chef a dar los cuartos y las campanadas.

Este año con un abrigo edredón deconstruído (del que ya había un meme buenísimo haciendo referencia a los plumas cobertores de Ikea en cero coma) y un microvestido con bordados de pedrería y botas de caña alta que, al parecer, era un look homenaje a la humanidad responsable que ha cambiado su modo de vida confinándose y protegiéndose. No lo digo yo, Dios me libre, que no vería esto ni dándome un festín de setas alucinógenas. Quien lo dice es el responsable del estilismo, Josie, sin necesidad de ellas, asegurando que el patrón del minivestido simula el de una mascarilla. Y se queda tan ancho, ojo, convencido de haber vuelto a convertir a su musa en un fenómeno mediático, mientras yo apuesto con mis amigas del chat que se le ha subido la bruma a la cabeza. Y vale que el modelo dio que hablar, pero este año Obregón se comió a Pedroche sin necesidad de llevar pintacha.