“En 2018 pasé de ‘ser un chamán y un curandero’ a tener credibilidad”

Oftalmología
María Almodóvar

Parece, doctor Pérez Moreiras, que esta patología no siempre obedece a una afección del tiroides. Pero cuando sí lo es, ¿por qué ocurre?

La enfermedad tiroidea es una enfermedad autoinmune, que sufre aproximadamente casi un 1 % de la población, pero el 80 % de estas personas no tienen patología ocular, pero hay un 20 % en que es muy evidente y se produce eso que se llama exoftalmos, ojos saltones, ojos de sapo...

Provoca tres alteraciones: una, a nivel del tiroides, que es el híper o hipotiroidismo o bien tiroiditis u otras inflamaciones; a nivel de los ojos, provoca inflamación en la grasa y en los músculos; y también puede provocar inflamación a nivel de la tibia en la parte baja. El paciente puede tener las tres, dos o una.

Pero podemos decir que el 93 % está asociado a hipertiroidismo o hipo. Pero la causa es la enfermedad tiroidea, que es como un árbol que tiene tres ramas, que vienen de un tronco común que es la enfermedad tiroidea autoinmune porque no conocemos la causa. Sí sabemos que influye muchísimo el estrés y un 30 % viene a través de una herencia dominante.

Y más allá de la parte estética, ¿qué consecuencias tiene para la salud?

Es un problema que afecta a los dos ojos en un 85 %, y puede tenerlo hoy en el derecho, y dentro de 10 años, puede que aparezca en el izquierdo. No sabemos por qué hay esas variaciones tan marcadas, sobre todo en mujeres. Y en hombres sucede lo mismo, pero la presentación de esta inflamación en los ojos es mucho más agresiva.

Decía que es una inflamación de la musculatura ocular. O sea, que empuja el ojo hacia afuera.

Si la cuenca del ojo es una pirámide en la que caben 40 o 45 centímetros cúbicos, si los seis músculos del globo ocular aumentan de volumen como si fuera el brazo de un forzudo y la grasa orbitaria que almohadilla el globo ocular aumenta de volumen por culpa de una inflamación, el ojo que está flotando dentro de la órbita, entre la grasa y los músculos, es protruido y desplazado hacia afuera e incluso sobrepasa los párpados. Y, a veces, cuando cierran los ojos, los párpados se cierran por detrás del ojo. Con lo cual, se llega a luxar a veces y tienen que empujarlo con un dedo hacia atrás. Esto solo sucede en los casos graves.

Claro, claro. Eso que usted me explica es casi una película de terror. ¿Usted lo ha visto?

Sí, en varios pacientes y ellos mismos me dicen: “Yo me lo empujo con un dedo hacia atrás, aunque me duele mucho”. Pero lo que debemos analizar es por qué se llega a esa situación, por qué es una enfermedad tan poco conocida en este país. Pero no vaya a pensar que solamente en España, sino en el mundo entero. Hoy el nivel en España es casi elevadísimo. Yo llevo 40 años dedicado al estudio de esta enfermedad.

Y descubrió hace casi una década que un medicamento que se usaba para la artritis reumatoide juvenil funcionaba la mar de bien para esta orbitopatía tiroidea. ¿Casualidad?

La verdad es que es como jugar a la lotería. Yo estaba desesperado de operar a tanto tiroideo, con tantas recaídas, volver a empezar. Las megadosis de esteroides (que es el primer tratamiento) fallan muchísimo, porque puede provocarles diabetes, crecimiento del vello, edema, debilita los huesos porque descalcifica a las mujeres. Y con los demás tratamientos como inmunosupresores, conseguimos un resultado muy pobre, que casi no llega al 10 %.

Ante tanta desesperación, estaba buscando un tratamiento que me resolviera tantos problemas, y revisando en la bibliografía en Lisboa con un compañero mío, encontramos un trabajo de una investigadora americana, del año 2002-2003 que decía que en los pacientes tiroideos oculares con inflamación –porque al principio todos la tienen–, se les puede dar tratamiento. Los corticoides fallaban y esta mujer decía que había un aumento de citoquina IL-6, una proteína que tenemos y que nos defiende ante muchos ataques inmunológicos e inflamaciones, y descubrimos que esta citoquina pasa de ser antiinflamatoria a proinflamatoria.

Es curioso porque ahora se habla de la tormenta de citoquinas, uno de los grandes problemas que ha generado la covid-19. E inhibir la IL-6 es lo que ha conseguido, ¿verdad?

Como la IL-6 es la citoquina más abundante en sangre en pacientes tiroideos con inflamación, les pedí a los laboratorios españoles en 2009 que me produjeran un inhibidor de esa citoquina para probar. Y todos me decían que era una locura. Hubo un laboratorio que me dijo: “Mire, Dr. Moreiras, me está pidiendo un avión para ir a la Luna el lunes por la mañana y comer en casa el jueves. Imposible”.

Y así, buscando y buscando vino una paciente de Zaragoza, mujer de un médico reumatólogo que había probado 10 tratamientos, seguía mal, y le dije: “Mire, lo suyo no tiene respuesta hasta que tengamos un inhibidor de la citoquina IL-6”. Y me dice el marido: “Eso ya existe: me la presentaron hace una semana para la artritis reumatoide”. Y le dije: “Póngasela”. Se lo puso y a los tres meses estaba curada.

Y entonces llamo a Roche España y pido que me dejen utilizarla en mi clínica y me dicen que no, que soy un desequilibrado. Hasta que me encuentro un mes más tarde en el aeropuerto de Barajas al prof. Gómez-Reino, que investigó sobre la citoquina IL-6 para la artritis reumatoide. Ahí nació todo. Nos dieron un proyecto de investigación, empezó el éxito, pero nadie nos creía. Todo el mundo pensaba que era un mentiroso, un brujo.

El caso es que en su clínica esto se hace y supongo que en otros lugares.

Mire, doy muchas conferencias por medio mundo hablando de esto. Y en los países de habla española en América, el problema es que se va de 1.000 a 1.500 € al mes. Pero en 2015 conseguí que Galicia la pusiera en el hospital. Hoy en día en los centros de la Seguridad Social en España, está aprobado. Y desde que en octubre de 2018, una de las mejores revistas –American Journal Ophthalmology– lo publicó, pasé de ser un chamán a tener credibilidad.