“En estas tres décadas, mi reto ha sido aliviar el sufrimiento, tanto el físico como emocional”

Koro Martínez
La doctora Otilia Quireza, especialista en medicina integral, en la consulta de su clínica en Santiago. Foto: G.

Su especialidad es la medicina integral, ¿en qué consiste?

Es la que trata a la persona como un todo, que busca su equilibrio a nivel físico y emocional. Cuando se ha perdido, aparecen síntomas que indican que algo no va bien, pero es imprescindible buscar la raíz del problema para hacer un buen tratamiento. Una persona puede venir con un problema físico recurrente; sin embargo, son emociones como la rabia, el miedo, la angustia, la tristeza... que no ha sabido gestionar, las que están detrás de estos síntomas.

Con tres décadas a sus espaldas, ¿qué diferencias encuentra en su trabajo diario entre sus inicios y en este momento?

Al principio elaboraba unas historias clínicas larguísimas sobre cada paciente, intentando no olvidar ningún detalle, y ahora en cambio soy mucho más concreta, todo el proceso se ha simplificado. Sigo dedicando el tiempo necesario a cada paciente, pero voy poniendo las piezas del puzle de una forma más lógica.

Supongo que la experiencia, como en todo, tiene también su parte de responsabilidad. ¿Qué ha aprendido en su profesión en estos años?

He aprendido que, más que hacer muchas preguntas, la escucha activa permite comprender lo que la otra persona quiere decir en su discurso, y captar aquello que no dice. El paciente te cuenta todo lo que realmente le está sucediendo sin apenas hacerle preguntas. A veces basta con darle las buenas tardes y dejar que hable porque, leyendo entre líneas, está desvelando lo que realmente le sucede. Incluso con los poco habladores, siempre hay alguna manera de poder tirar del hilo y que te cuenten lo que les pasa.

¿Ha cambiado el tipo de pacientes que atendía al principio y los que llegan ahora a su consulta?

La gente viene muy quemada al haber pasado por un sinfín de especialistas y que, pese a ello, continúa sintiéndose mal. Lo primero que pienso que hay que hacer es ver desde cuándo se encuentran mal, qué pasó en el momento en el que empezaron a notar sus problemas de salud, de forma que te vayan dando las claves del motivo por el que aparecen determinados síntomas, como un colon irritable, una contractura.

¿Y las patologías a tratar?

En los últimos años ha aumentado mucho la problemática digestiva derivada de las alteraciones de la microbiota intestinal, como el colon irritable, digestiones lentas, hígado graso, intolerancias alimentarias..., las enfermedades autoinmunes y los problemas de insomnio, ansiedad, depresión o baja autoestima, entre otros.

La pandemia, ¿qué efectos ha tenido en sus pacientes?

De todo tipo, he visto desde gente que afronta el tema del covid como si de un marciano se tratara a otra que aún hoy lo vive con mucha angustia, con sensación de pánico y mucho miedo. Conozco casos de quien se mantiene alejada de su familia por miedo a contagiarle, incluso compartiendo la misma vivienda. También he tenido pacientes que, aprovechando que podíamos hacer consultas online, dedicaron el tiempo del confinamiento para seguir la terapia para la gestión del estrés y la ansiedad para la que nunca habían tenido tiempo.

En toda su trayectoria ha tenido ocasión de tratar muchos casos, ¿recuerda alguno curioso?

La verdad es que a lo largo de este tiempo he podido atender cuadros clínicos de lo más variado y a personas de todas las edades. El de un hombre con depresión y que apenas si podía caminar, y que mejoró tras detectar que lo que cargaba era un inmenso sentimiento de culpa al morir su padre, con quien estaba enfadado. Recuerdo a una mujer que sufría de artritis en ambas manos, lo que le causaba un intenso dolor y le impedía trabajar en su floristería. Se sorprendió mucho de la gran mejoría que tuvo en apenas un mes tras seguir una dieta. O el caso de otra mujer que había suspendido ocho veces el examen del carné de conducir y no se explicaba por qué le ocurría. Con terapia de EMDR consiguió superar los traumas que arrastraba desde su niñez, donde radicaba la raíz de su problema. Recuerdo a una joven que sufría crisis de ansiedad, era una persona muy insegura y con una baja autoestima, cuyo mayor deseo era ser enfermera. Estudiaba muchísimo, pero los nervios le traicionaban en los exámenes. Pudimos ayudarle a gestionar sus emociones y aumentar su autoestima, y hoy en día trabaja en un hospital, habiendo podido hacer realidad su sueño.

¿Y alguno que le haya dejado especial huella?

El de mi abuela. Tuvo que estar varias veces ingresada y siempre me pedía que la llevara a casa porque no quería morir en el hospital. Le di unos gránulos homeopáticos para tratar ese miedo, que ella bautizó como “as pastillas do medo”, y apenas se las ponía debajo de la lengua emitía un suspiro de alivio. ¿Placebo? No lo creo, pero si así fuera, el objetivo se había conseguido; le proporcionaban paz y tranquilidad.

¿Qué balance realiza a nivel personal de su trayectoria?

Estas tres décadas se me han pasado volando, cada día me siento más ilusionada y satisfecha de la decisión que tomé, y puedo decir que no me equivoqué. Deseo de corazón poder seguir ayudando a las personas, cuando así me lo requieran. Estoy inmensamente agradecida a todos aquellos que han confiado en mí, de haber tenido la ocasión de poder tratar a familias enteras, desde los abuelos hasta a sus nietos.

Dice que no se equivocó al decantarse por esta disciplina, ¿cómo tomó la decisión?

Mi objetivo siempre fue intentar ver cómo podía contribuir a eliminar el sufrimiento humano, tanto físico como mental, era algo que me conmovía mucho a nivel emocional. Al principio empecé con el tratamiento del dolor físico, pero después me decidí a ampliar el campo de acción, puesto que entendí que el dolor físico aparece por algo y que había que ir a la raíz del mismo. Y no puedo estar más satisfecha del resultado, he tenido la suerte de poder trabajar en algo que me motiva y me llena de vitalidad. Me siento muy afortunada y agradecida a la vida.