Liberando oxitocina y serotonina

Firmas
Ana Iglesias
María Patiño

No falla. Es empezar la primavera y salir a la luz esa necesidad subyacente de hacer una operación bañador en toda regla. Y sí, bañador y no bikini, porque el plan líbrate de los michelines para poder lucir tipazo en la playa atañe e interesa a ambos géneros, e incluso me atrevería a decir, que casi, casi por igual.

Y perfecto, oye, pero cada vez que veo esas campañas y a esos gurús del bienestar insistiendo con lo de las comidas saludables a diario, el deporte a todas horas, y la meditación a ratos como una condición sine qua non para ser feliz, pues a mí, que soy rebelde porque el mundo me ha hecho así (al más puro estilo Jeanette), me dan ganas de hacer todo lo contrario: atiborrarme de grasas saturadas y tirarme en un sofá a ver la vida pasar con la mente en blanco.

Y conste que yo soy de las que piensan que si algo bueno han traído estos tiempos pandémicos ha sido la fiebre de hacer ejercicio, con esas legiones de caminantes y corredores por cuanto sendero, parque y pista rural hay. Algo que a estas alturas ya no resulta tan extraño de ver, teniendo en cuenta que durante el confinamiento la práctica deportiva se incrementó en un 88 % en todo el mundo, y que las restricciones impuestas por la crisis sanitaria favorecen que sea así.

Aunque a ver, que uno se siente mejor con hábitos saludables, de acuerdo, pero basar la felicidad en ello a mí me parece pasarse un poco de frenada. Y eso que según una encuesta de IPSOS, la salud física y mental se sitúa como la mayor fuente de felicidad para 6 de cada 10 españoles, y entre las actividades que ayudan a conseguirlo figura el hacer deporte.

De hecho, un equipo de investigadores de las universidades de Yale y Oxford llevó a cabo un estudio publicado en The Lancet en el que se recopilaron y analizaron datos sobre el comportamiento físico y su incidencia en el estado de ánimo. Los científicos recolectaron datos de más de 1,2 millones de personas y concluyeron que aquellas que se mantienen más activas tienden a ser más felices en general. Basta con practicar un ejercicio suave durante 30 minutos al día, como caminar a paso ligero, para que el cerebro secrete endorfinas y sentir felicidad.

Claro que esa sensación de placer, alegría y bienestar también se consigue de otras formas, fundamentalmente descansando (según los expertos hay que tener siete horas de sueño diarias para que sean efectivas); con la compañía de gente positiva, y con una vida sexual plena, ya que el sexo ayuda a liberar oxitocina y serotonina, las llamadas hormonas del amor y de la felicidad, que generan un cambio de ánimo inmediato. Científicamente comprobado.

Así que concluyendo. Lo del deporte está muy bien como hábito saludable y tal, pero que quede claro que hay otras opciones que también te dan felicidad. Por si alguien más las quiere tener en cuenta :)

PERSONALMENTE, A MÍ TAMBIÉN ME HACE FELIZ que se reactiven las actividades culturales. Y que se ponga empeño en ello, buscando fórmulas para seguir disfrutando del teatro y la danza sobre los escenarios, de la música en vivo, y de las presentaciones de libros con firma de autor.

Por eso he estado a favor de la expriencia clínica del concierto de Love of Lesbian en Barcelona para 5.000 personas (test de antígenos y mascarillas FFP2 mediante) y por eso me encanta también que el teatro Colón de A Coruña esté listo para recibir este mes a Silvia Penide, Guadi Galego, Depedro y Julio Bocca, o que la compañía Voadora liderada por Marta Pazos vuelva a Vigo con Hemos venido a darlo todo, y Hugo Torres, Fer Epelde, Jose Díaz e Iria Acevedo en el reparto.

No sé el resto de los mortales, pero yo es pensar en volver a ver vida en un escenario y segregar péptidos opioides endógenos a borbotones.