Tallón, Kallifatides, Adón, Chirbes, Bendicho, Kurkov, Toscana, Landero, Towles, Faciolince, Labari, Lagioia, Mesa, Bilbao, Reig, Ovejero, Brenda Navarro, Isaac Rosa y Aixa de la Cruz, entre los autores del año

Los mejores libros de 2022 (Castellano y traducción)

Los mejores libros de 2022 basculan entre cierto acercamiento a la distopía y el análisis profundo de las relaciones familiares. La familia en todas sus formas, con todos sus conflictos, es el gran tema de la literatura de 2022. Las novelas presentan historias más intimistas, la búsqueda de una felicidad cercana, o proceden a estudiar la familia en todas sus vertientes, como un territorio que va del cielo protector al más peligroso de los lugares. La memoria sigue siendo uno de los ejes de la literatura del último año. Una memoria entendida como regreso a la infancia, en tiempos duros para este país, como escapada hacia una alegría doméstica que el adulto ya no es capaz de sentir, también en ocasiones como purga del corazón.
José Miguel Giráldez

Pues aquí se acaba este 2022, que ya empezamos a considerar el año posterior a la pandemia. Aunque sobre esto quizás haya mucho que hablar, es cierto que hemos vuelto a las presentaciones en vivo, a las entrevistas presenciales (aunque no siempre, porque lo telemático ha venido para quedarse), a los clubes de lectura. Puede que el 2022 no haya sido el mejor de los años literariamente, pero siempre se pueden espigar obras de calidad notable. Y eso hemos hecho, como hacemos siempre.

Este ha sido el año del centenario de ‘Ulises’, de Joyce, y de ‘La tierra baldía’, de T.S. Eliot. Con esa mirada al Modernismo, seguramente ya perdido. Pero necesario. Y está siendo el centenario de la muerte de Marcel Proust. Grandes fechas nos contemplan. Gigantes de la literatura. Y se nos ha muerto Javier Marías. Y Hans Magnus Enzensberger. Y Dominique Lapierre. Y Raúl Guerra Garrido. Y Fernando Marías. Y nuestra Nélida Piñón. Y nuestro Domingo Villar. Entre otros. Aunque tenemos una guerra terrible en Europa, la vida sigue. Los libros, también.

He elegido los mejores libros de 2022 sin discriminar entre autores en lengua española y traducciones, también sin tener en cuenta si eran de nacionalidad española o no. Igualmente he mezclado géneros. En ese sentido, es una lista global, que abarca y afecta a todo lo que he podido leer en el año que termina, y que, a buen seguro, dejará fuera autores importantes y obras a las que no he podido acceder. Ya se sabe que las listas son un buen intento, pero nunca absolutamente justas. En cualquier caso, confío en que sirvan como una modesta guía de lectura, o, al menos, para despertar algunos títulos que hayan quedado excesivamente en penumbra, vaya usted a saber por qué. Pero, insisto, todo lo que cito me parece muy bueno. Eso que quiere decir que no haya cosas fuera de estas elecciones tan limitadas por el espacio y la memoria que no merezcan mucho la pena. Faltaría más.

1. El peso de vivir en la tierra, de David Toscana. (Candaya). Quizás por huir un tanto de las clasificaciones al uso en estas fechas (aunque uno se encargue de coordinar esta...), he decidido que el libro de Toscana es el mejor del año. O uno de los mejores, para no ponerme estupendo. Se trata de una novela reciente, un tanto inclasificable, que recomiendo vivamente. La manera de abordar la trama me parece original, el despliegue de humor e ironía, realmente insuperable. Pero admito que es una novela que contiene una cierta dosis de extrañeza y esa pasión por la literatura rusa que el autor, a lo que se ve, tan bien conoce. En ella, el protagonista, Nicolás, un funcionario que deviene en loco, como Alonso Quijano, locos ambos a su manera, dirige su vida a partir de las citas de los grandes escritores de la vieja Rusia: siempre hay una escena, en Gogol, en Pushkin, en Dostoievski, que conduce sus pasos en la realidad mexicana de Monterrey. Nicolás, que decide llamarse Nikolái Nikoláievich Pseldónimov, junto a su mujer, ahora Marfa Petrovna, y junto a otros cuantos, convierte el bar en la plataforma de pruebas espaciales Sályut (las primeras estaciones espaciales soviéticas). Flotan gracias al vodka, y se apartan de la realidad. He aquí a unos idealistas que reconstruyen su vida como si volaran realmente al espacio. Una historia quijotesca, muy divertida. Para mí es una de las grandes novelas del año.

2. De bestias y aves, de Pilar Adón. (Galaxia Gutemberg). La historia navega entre la realidad y la ficción, o, mucho mejor, entre la realidad y la irrealidad. Adón tiene una capacidad extraordinaria para hacernos pasar de un lugar a otro mágicamente, como si las fronteras no estuvieran bien definidas. El libro es inquietante. No vamos a descubrir a Pilar Adón ahora, ni lo que parecen ser sus obsesiones (esos grupos casi secretos, esas impenetrables comunidades, esas reglas no escritas). Viajas de lo inquietante a lo siniestro. Hay un tiempo que parece detenido, hay una realidad suspendida o trastocada. Esta es una novela de la naturaleza, como quizás se dice ahora, en tiempos de gran pasión ecocrítica. Pilar viene también de Emerson y Thoreau. Como traductora, conoce bien la larga tradición anglosajona de historias conectadas con el entorno natural. Pero su lenguaje es único e inimitable. De niña, la hija del cazador aprendió una naturaleza que no tiene que ver con parques y jardines. Luego, su maravilloso cincel literario hizo el resto, ese lento desnudar de las palabras, y su magia para entender las reglas de la naturaleza, que no nos necesita. Accedemos aquí a esa parte del mundo a la que no es fácil tener acceso desde el lado humano, de ahí la extrañeza de descubrir la vida secreta de las aves y las hormigas, de entender otros códigos, de volver a las miniaturas de las hojas, al detalle del milagro. Es también una de las grandes novelas del año.

3. Amor y morriña; Timandra. Theodor Kallifatides. (Galaxia Gutemberg). 2022 ha sido el año de mi descubrimiento personal de Kallifatides. Compartir con él una jornada en A Coruña fue, sin duda, una experiencia única, tan única como sus textos. Recomiendo toda su obra, sin excepción. Pueden encontrar textos breves cargados de gran belleza lírica, en su tono elegante y nada solemne. Leer a Kallifatides produce efectos muy saludables, estoy seguro. Y eso que en él está presente el trauma (en mayor o menor medida) de la emigración, uno de los temas principales de su última obra, recién aparecida, ‘Amor y Morriña’. Perderse a Kallifatides es imperdonable. Tanto en su dimensión más clásica, apelando al pasado mítico de Grecia, como en sus visiones más domésticas y autobiográficas, este autor, de larguísima carrera, ofrece una mirada elegante y compasiva de la vida de la gente, de su propia vida. Nos deja entrar en su territorio familiar. Él, fumando su vieja pipa.

Como ya escribimos en otra ocasión, Theodor es “un ejemplo vivo de las migraciones europeas, del salto del sur hacia el norte, del contraste entre lo mediterráneo y lo nórdico. Inevitablemente, el Kallifatides que emigró a Suecia desde su país natal en los años sesenta, que vivió la ocupación nazi, que sufrió extrema pobreza, aflora por todas partes con un relato sereno e íntimo, poético y muy delicado. Kallifatides es humanismo cálido, pero también crítico. Su literatura puede envolverte en lo más dulce de lo cotidiano, en sus paseos tempranos al estudio de madera en Suecia, en la vida de su familia y de sus amigos. Pero los grandes temas afloran sin cesar: desde la emigración, que quizás algún día lamentó (ya va más de medio siglo en Suecia), pero de la que no se arrepiente, hasta la muerte, la vida de las mujeres, las crisis recientes, el estado del mundo”. En efecto: creo que estamos ante uno de los autores imprescindibles de este 2022.

4.- Una historia ridícula, de Luis Landero. (Tusquets). Ninguno de nosotros vamos a descubrir a Luis Landero a estas alturas, habitual siempre en las listas de lo mejor del año. Un escritor imprescindible. Un genio de nuestro tiempo. Un maestro del humor, de la ironía. Si cabe, más aún en esta obra, que podría figurar perfectamente en el primer puesto de este listado. No hace tanto que recibía en Compostela el Premio Casino Europeo por su novela anterior, ‘Lluvia fina’, junto a Tatiana Tibuleac. La historia de Marcial Pérez, (y su concepto del honor, su concepto del orgullo y la dignidad personal, su pasión por la rectitud, como él mismo nos hace saber, por no hablar de su visión de los demás...), no va a dejar que abandonemos estas páginas fácilmente. Simplemente es un libro extraordinario, divertidísimo. Marcial cuenta su historia de amor, pero despliega todas sus artes (“pocos vocablos hay en el diccionario que yo no conozca”, nos dice...). Y eso da para mucho. Si no lo han leído, les va a encantar. Es un Landero en su momento cumbre.

5.- La autopista Lincoln, de Amor Towles. (Salamandra). Este bostoniano sigue ofreciendo grandes historias (encontrarán las más recientes en el mismo sello). Puede que su obra no haya copado las listas de este año, pero para mí es un título fundamental. Hay más novelas sobre el autodescubrimiento, sobre la formación, sobre la construcción de las emociones. Hay novelas de familia y de amistad: en eso el año ha sido prolífico. Hay novelas sobre el espíritu de Ulises en los cien años de ‘Ulises’, como dijimos más arriba (el de Joyce). Y esta es una de ellas, una de las mejores. Todo en ella me parece abrumador, brillante. Los personajes numerosos y diversos que pululan por sus páginas, el descubrimiento de la piel de un país (hablamos de un viaje que va desde Nebraska a Nueva York). Es un viaje en busca de una nueva vida, de una nueva realidad. Es, también, un alarde narrativo, porque, más allá de lo que sucede, más allá de los giros que el lector no puede predecir, aquí se descubre en el sentido más puro, más original, cómo la vida no es otra cosa que el tejido de las historias, cómo la existencia sucede precisamente porque alguien la cuenta y la sabe contar. Esta es una de las novelas del año.

6.- Obra Maestra, de Juan Tallón (Anagrama). De la literatura de Tallón se ha dicho ya de todo y todo bueno. Es uno de los autores contemporáneos más brillantes, y, sobre todo, más audaces. Imagino que su nombre estará en todas las listas de los mejores libros del 2022, y para no pocos críticos estamos quizás ante la mejor obra del año. ‘Obra maestra’ es, en efecto, una novela excelente, y, como siempre en él, tan inesperada en cuanto a su argumento y tan concienzudamente construida. Tallón guarda con celo el secreto del ‘tallonismo’, suelen decir, entre bromas y veras, algunos amigos de lo literario. Es cierto. Capaz de elaborar argumentos delirantes que se expanden y se ramifican hasta alcanzar territorios quizás inimaginables. Lo suyo es sorprendernos y hacer funcionar su prodigiosa máquina humorística, su impagable observación de la realidad, que, aunque esperable sabiendo de quien viene, siempre va un paso más allá de cualquier expectativa. Gran habilidad narrativa la suya, y grande también su dominio de las voces narrativas.

7.- Diarios. A ratos perdidos, 3 y 4, de Rafael Chirbes (Anagrama). Chirbes, decía Basanta, es uno de los autores más brillantes de los últimos 50 años. Lo suscribo. Recuerdo cuando lo entrevisté en 2013, menos de dos años antes de que nos dijera adiós, a propósito de esa genialidad que es ‘En la orilla’ (también Anagrama). Tristemente desaparecido, Chirbes no deja de enviarnos maravillas. El primer volumen de sus diarios arrasó el año pasado. Lo hace ahora con la segunda entrega, reconocida de manera unánime por su lucidez y su honestidad a prueba de bomba. Se quejaba Chirbes en aquella charla de que hoy todos los escritores se parecen demasiado, acaban empastándose. Quizás esta lista está fraguada sobre los que menos parecidos tienen con la corriente común de la literatura. Él marcaba una diferencia que provenía de sus lecturas y de sus grandes convicciones. Si ya había muchos elementos propios en las ficciones, qué decir de estos diarios, de estos relámpagos de realidad. Chirbes fue un cronista de nuestro tiempo, pero también un sembrador (nada solemne, nada predicador) de ética y dignidad. También le gustaba la soledad del creador, que practicaba en su retiro, siempre conectado a la actualidad, que era de lo que escribía. “No quiero parecerme a nadie”, me dijo. Chirbes nos sigue hablando de cerca en estos diarios.

8.- Salvo mi corazón, todo está bien, de Héctor Abad Faciolince (Alfaguara). No suele defraudar nunca el escritor colombiano. Ya sea en clave más personal, o, como ahora, en torno a la amistad y el concepto de la familia, sus novelas abundan en lo trágico, pero también en lo humorístico y en lo irónico. Como ya escribimos, esta es “otra novela poderosa. También una novela cercana a gente que Héctor Abad conoció, y profundamente cervantina. Es cervantina porque el protagonista, el cura Luis Córdoba, reúne en sí mismo a Don Quijote y a Sancho. Los sueños idealistas y el amor por la buena comida (y el cine). Luis Córdoba, apodado El Gordo (lo era), debe mudarse a un habitáculo de planta baja, pues su insuficiencia cardiaca no le permite subir escaleras. Lo hace a una casa donde viven dos mujeres, una de ellas separada, y sus hijos, mientras El Gordo espera por un corazón compatible para un trasplante. Y ahí comienza todo. Ahí entramos en los misterios de la vida. Ahí, también, el quijotesco viaje de Luis Córdoba”. Magistral y cervantina novela, como decimos, también por el tratamiento del humor, que nos devuelve la literatura del siempre muy necesario Faciolince.

9. El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero. (Seix Barral). He seguido a Rosa Montero desde sus comienzos. Siento una gran cercanía por muchas de sus historias. A veces, ficción pura, ciencia ficción, incluso. Otras, quizás más recientemente, este género híbrido entre la memoria, la fantasía, el ensayo, la historia, la propia historia de la literatura... Difícil de describir. Amé su viaje a la personalidad de Marie Curie, que también escribió tras la muerte de su esposo: ‘La ridícula idea de no volver a verte’. Ahora, para los que amen la literatura y sus contactos con la locura, con la pasión desbocada, con lo inexplicable (o no tanto), resulta imprescindible leer ‘El peligro de estar cuerda’. Compleméntenlo, si quieren, con ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’ (Espasa), de Marta Robles, porque hallarán muchos puntos de conexión. La obra de Rosa Montero es, ante todo, un gran homenaje a ciertas formas, puede que peligrosas, de vivir la literatura. ¿Puede hacerse de otro modo? Quizás no. Como conté una vez, “El peligro de estar cuerda’, escrita como una novela, indaga en los locos que en el mundo han sido. Y parte de la propia autora, que tuvo sus episodios de pánico, al menos en tres épocas diferentes de su vida. Por supuesto, la relación entre locura, desequilibrio, impostura y literatura es uno de los grandes temas de este libro. No sólo entramos en muchas vidas, desde Emily Dickinson a Virginia Woolf, sino que entendemos el porqué de los procesos creativos, las puertas que dan acceso a los lugares de la imaginación, el sueño, la pesadilla, la mentira (esa gran materia de la literatura y de la vida). Pero también la verdad”. Este es un gran libro sobre los libros, sobre la vida literaria, sobre el matrimonio, quizás indisoluble, entre el arte y la locura.

10.- Mientras estamos muertos, de José Ovejero. (Páginas de espuma). Es muy habitual encontrarse títulos muy sugerentes en esta editorial, especializada en cuentos y narraciones cortas (aunque no sólo). En su catálogo, por ejemplo, aparecen grandes cuentistas latinoamericanas, de María Fernanda Ampuero a Mónica Ojeda. Ahí están también en estos días los ‘Cuentos de Navidad’ de Pablo Andrés Escapa. Pero es lo último de José Ovejero lo que me ha llamado la atención. ‘Mientras estamos muertos’, quizás una novela más que una colección de relatos, es lo último que ha publicado. He aquí uno de los grandes autores de nuestro tiempo, versátil como pocos, cultivados de géneros diversos, gran dominador de los territorios de la imaginación y su contacto, a veces duro, con la realidad real. Toda la prosa de Ovejero, yo diría, va dejando mensajes, frases, avisos, pensamientos, algunos como hachazos. Como escribimos no hace mucho, ‘Mientras estamos muertos’ dice mucho de nuestras propias vidas, de los que somos de generaciones semejantes: “en la portada hay un niño serio, un niño indescifrable, que lleva un pájaro muerto en la mano. El narrador, Ovejero, por ejemplo, narra aquellos días lejanos en los que nos enseñaron a disparar a los pájaros. Y no sólo. Aquellos días polvorientos. Hay una salvaje animalidad en este relato, no sé bien si es una novela o un conjunto de historias. Todas entrelazadas, todas atadas con un hilo imposible de romper, el hilo de historia, la nuestra, la del país, la historia social”. He aquí una prosa penetrante, cortante, envuelta en un gran perfume ético, donde late la memoria y también, cómo no, los secretos y las oscuridades de la familia.

Otros muchos títulos y autores, naturalmente, podrían ocupar la mayoría de los puestos de la lista anterior. Sólo es, en efecto, una opinión personal. Debería añadir todos esos libros que me han gustado, aunque creo que no más que los mencionados. Probablemente tampoco lograría acordarme de todos. Me resulta difícil no incluir a uno de mis autores favoritos, a ese gran transgresor e innovador, a ese escritor diferente que es Enrique Vila-Matas. Sí, Montevideo (Seix Barral), ese irrefrenable viaje por los recuerdos de toda una vida, también debería estar ahí. Igualmente debería figurar Sara Mesa (La familia, Anagrama), ahondando en el gran tema del año (las interioridades domésticas, las ciénagas de lo cotidiano), novela reconocida ampliamente por la crítica y por sus muchos lectores incondicionales. Una narradora de indiscutible solidez y coherencia. Me ha gustado mucho una ópera prima que merecería mayor atención: me refiero a Sola, de Carlota Gurt (Libros del asteroide), originariamente en lengua catalana. Un lenguaje descarnado, una mordiente lectura de la soledad. Gurt nos mostrará más historias que, estoy seguro, merecerán mucho la pena. Siempre hay que prestar atención a Brenda Navarro (magistral su Ceniza en la boca, Sexto piso). Javier Cercas sigue resultando sólido en sus entregas, en esta ocasión El castillo de Barbazul (Tusquets), y Lorenzo Silva demuestra, como siempre, su gran oficio a la hora de trenzar historias de intriga, esta vez con Bevilacqua y Chamorro, con un elaborado enigma en torno al Camino de Santiago: La llama de Focea (Destino). El género negro sigue sumando nombres importantes, como Núria Bendicho (Tierras muertas, Sajalín). Finalmente, y entre muchas opciones posibles, cabría señalar algunas obras imprescindibles que recuerdo bien, para completar las lecturas de 2022: como Los Effinger (Libros del asteroide), de Tergit, o El ala derecha, del siempre brillante y profundo Cartarescu, ensayista pero sobre todo poeta, en Impedimenta. Estoy seguro de que ustedes rellenarán los huecos de mi memoria.

Pero no quiero terminar sin hacer un pequeño homenaje a la que me ha parecido una de las editoriales del año (junto a otras muchas, que pueblan de manera casi milagrosa los escaparates de las librerías y que este año no hemos mencionado aquí todavía, aunque sí más adelante, como Periferia o Errata, pero que merecen mucha atención. Editar literatura es una aventura, una tarea de riesgo, pero apasionante, y por eso merece un gran respeto). Mi homenaje va para la ingente labor de Capitán Swing, en cuyo catálogo se acumulan cada vez más títulos extraordinarios. Baste citar, en los últimos meses, Islas del abandono, de Cal Flyn, La democracia ateniense en la época de Demóstenes, un ensayo de Herman Hansen, o Sitopía (Cómo pueden salvar al mundo los alimentos), de Carolyn Steel, por citar tan sólo algunos. Creo que la labor de Capitán Swing para explicar mejor el mundo actual, y para recuperar grandes ensayos clásicos, merece mucho la pena.

Javier Pintor, formador, crítico y dinamizador cultural (A Coruña)

Javier Pintor es uno de los grandes dinamizadores de la cultura en el norte de Galicia. Cada año, números autores acuden a sus sesiones, junto a Xavier Seoane, en el Centro de Formación de A Coruña, o a sus presentaciones, a menudo multitudinarias, en la Fundación Seoane. Cada año también, Pintor participa en la selección de los mejores libros de los últimos doce meses para este periódico. Esta es su lista, aunque, me advierte, el orden es más bien aproximado. Muchas posiciones serían intercambiables, pero eso es cierto también para el resto de los consultados. No se trata tanto de listas jerárquicas como de una aproximación a los mejores títulos y a los mejores autores del año que termina. Sabiendo, claro está, que ninguna lista puede abarcarlo todo. Pintor hace para este periódico un listado exclusivamente de obras originales en español. Finalmente, menciona los mejores libros que, según su análisis, se han publicado en traducción desde literaturas foráneas.

1. Mientras estamos muertos, de José Ovejero. (Páginas de Espuma). Me parece un libro de relatos que se lee como una novela. Un juego de espejos entre el protagonista y el escritor. Ilumina una época de la vida que muchos hemos conocido. También es un gran retrato doméstico, junto al certero análisis social de algunos momentos de este país. Juega muy bien con la ficción y la realidad, por ejemplo. Para mí es el mejor libro del año.

2. El río de cenizas, de Rafael Reig (Tusquets). Me parece otra de las grandes novelas actuales y pienso que Reig merece mucho más reconocimiento. Es un gran pensador contemporáneo. Tenemos que estar muy agradecidos por lo que hace, incluyendo sus obras anteriores (los filólogos le debemos mucho a libros como ‘Manuel de literatura para caníbales’, ‘La cadena trófica’, pero de él me ha encantado todo, como ‘Amor intempestivo’, ‘Un árbol caído’, etc.). Todas estas novelas me parecen muy necesarias. Aquí tenemos una historia sobre un anciano con dinero que sufre un ictus y es ingresado en una residencia. Asistimos a un repaso de su vida, de esa forma tan iluminadora que Reig domina a la perfección. Digamos que también va ajustando cuentas con su pasado, es una especie de confesión. Es un tema brutal: no sólo por la pandemia, sino porque habla de la relación de los mayores con su entorno. Cómo los mayores a veces tienen una visión mucho más real que la que pueden tener los jóvenes. Reig es un grandísimo escritor, grandísimo realmente. Muy interesante. Es, además, una mente muy lúcida.

3. Lugar seguro, de Isaac Rosa (Seix Barral). Rosa, como me pasa con Landero, es para mí un autor fundamental de la literatura actual. Podría decir que todo lo que escribe me gusta. Tiene algo que ver con Ovejero, al menos en lo que se refiere a esa incursión, tan común a ambos, en el análisis social. Aquí, por ejemplo, Isaac Rosa nos muestra cómo la sociedad nos vende humo tantas y tantas veces.

4. Una historia ridícula, de Luis Landero. (Tusquets). Creo que he leído casi todo lo que ha escrito Landero, y eso es porque se trata de uno de mis escritores favoritos. Muy cervantino, pero, al tiempo, muy a contracorriente. La creación de personajes y de atmósferas es incomparable. Sus personajes viven fuera del espacio y del tiempo, o eso me parece. Está entre esos escritores que tienen su lugar aparte. Sus protagonistas chocan con el mundo, como choca don Quijote. La visión de la vida que tiene Landero, a través de sus personajes, me parece fascinante. Y maravillosamente conseguida.

5. De bestias y aves, de Pilar Adón. (Galaxia Gutenberg). Sé que habrá lectores que piensen que nos movemos entre editoriales muy conocidas y autores también ya muy celebrados. Yo soy consciente de que puede haber obras extraordinarias que no hayan tenido tanta visibilidad y que quizás yo no haya leído, pero mi elección no tiene nada que ver con el hecho de que sean obras y autores muy conocidos y celebrados. Al contrario, creo que lo mejor es que muchos de mis autores favoritos van contracorriente. Y Pilar Adón, que tan bien conoce el mundo editorial, es una de ellos. Esta obra, por ejemplo, tan magnífica. Me recuerda a veces a cineastas como Guillermo del Toro, no sé... También me recuerda un poco a Martín Garzo. Lo digo por esa mezcla entre lo real y lo irreal, cómo pasas de esos dos mundos simplemente abriendo una puerta, sin más, esa increíble capacidad para las conexiones entre universos tan diferentes (al menos aparentemente).

6. Obra maestra, de Juan Tallón. (Anagrama). Tallón tiene, desde luego, una voz diferente en el conjunto de la literatura contemporánea. Aquí estamos ante un gran ejercicio narrativo, que mezcla muy bien el humor ácido y corrosivo, que él tiene, y que es muy galaico, con una estructura excelente, muy compleja. También uno de los buenos libros de este año, especialmente por su concepción narrativa.

7. Salvo mi corazón, todo está bien, de Héctor Abad Faciolince. (Alfaguara). A Héctor Abad se le mide habitualmente por ‘El olvido que seremos’. Lo sé. Pero no se puede medir a un autor sólo por una obra, y menos aún por su mejor obra. Esta novela me parece buenísima. Córdoba, el protagonista, que es un cura, me parece un personaje fascinante. Es luminoso, pero hay mucha oscuridad alrededor de él. La idea, es, por tanto, sólida y muy bien elaborada. Quizás lo más interesante de esta novela sea la construcción de los afectos, en esa distancia de las extrañas cercanías. También hay que decir que este es un Héctor Abad muy reconocible. Y nos demuestra que la familia (aquí también la amistad, la vocación...) es uno de los grandes temas de 2022.

8. Personas decentes, de Leonardo Padura. (Tusquets). Su personaje, Mario Conde, me encanta. Esa intersección entre intriga media, recreación histórica y la recreación doméstica de la Cuba de los últimos cincuenta años me seduce mucho. Es su territorio y Padura eso lo hace de manera genial. Maneja como nadie el suspense, la resolución de un caso, con lo social, con sus estupendas calas en la novela histórica. Así que este libro es para mí también uno de los mejores del año.

9. Las herederas, de Aixa de la Cruz. (Alfaguara). Aixa es una escritora y una pensadora fantástica. Todas sus novelas presentan un planteamiento que analiza muy bien el ‘zeitgeist’ de nuestro mundo. Aquí tenemos a estas cuatro mujeres, estas primas, que llegan a esa casa en herencia y cómo su mundo va siendo desvelado, entre la realidad y la fantasía, porque hay mucha magia en esta novela... Los remedios naturales, las hierbas del campo... Hay mucha reflexión en los libros de Aixa de la Cruz. De nuevo, como sucede en muchos libros de este año, el tema de la familia vuelve a ser decisivo aquí. Pero todo con ese punto de locura, un auténtico ‘tour de force’ muy intenso.

10. La bajamar, de Aroa Moreno. (Random House). Me encanta Aroa Moreno. Puede que este libro no sea tan redondo como ‘La hija del comunista’, de acuerdo, pero aun así es una gran historia. Una novela muy poética, con esas imágenes tan impactantes al principio (el niño ahogado) y al final. El tema de la dificultad de los arraigos familiares, la mirada sobre la historia de nuestro país, todo eso me interesa. Pero, sobre todo, este es un libro muy bellamente escrito.

Podríamos añadir algunos más, como Malaventura, de Fernando Navarro (Impedimenta), que es un libro difícil de calificar para mí. Me recordó a ‘Meridiano de Sangre’, el libro de McCarthy. Es una especie de western crepuscular en Andalucía, con personajes extremos, muy interesante. También han rayado a gran altura, Qué hacer con estos pedazos, de Piedad Bonett (Alfaguara), de nuevo un crudo relato sobre la vida familiar, el gran tema del año, y por supuesto La ciudad, de Lara Moreno (Lumen), que me parece un libro importante, que debe aparecer entre los elegidos de este año. También incluiría lo más reciente de Palomas, Esto no se dice (Destino) y a Fernando Ontañón, con Emboscados (Bala Perdida), que ya es su quinto libro.

Ahora voy a señalar las mejores obras extranjeras, en traducción que, en mi lista (sigue explicando Pintor), van separadas de las obras en castellano. Y ahí, por supuesto, el mejor para mí es Theodor Kallifatides. Amor y Morriña (Galaxia Gutenberg), en traducción del sueco. No tengo dudas sobre este gran autor, que este año hemos tenido además en A Coruña, sin duda uno de los más grandes desde hace ya mucho tiempo. Por supuesto, recomiendo todos sus libros, particularmente Timandra, también de este mismo año, y publicado en la misma editorial, pero señalamos ahora ‘Amor y morriña’, ese viaje de Grecia a Suecia, esa mirada al universo de la emigración, porque es el que Theodor acaba de publicar. Kallifatides es uno de los grandes descubrimientos literarios para mí, me ha acompañado con mucha intensidad en los últimos meses. No quiero dejar de citar otro gran libro, aparecido en Sexto Piso, Pequeñas desgracias sin importancia, de Miriam Toews. Es un libro a medio camino entre la comedia y la tragedia, pero muy, muy recomendable. Esta historia de dos hermanas tan diferentes, esta historia tan especial de amor entre hermanas, merece mucho la pena. Igualmente señalaremos Abejas grises, de Kurkov (Alfaguara) en esta ocasión sobre el mundo de las abejas con la guerra de Ucrania al fondo. Memorable historia la de este apicultor en un escenario tan complejo [al que ‘The Guardian’ llama el Murakami ucraniano]. Voy a señalar por último Dos vidas (Sexto Piso), una obra extraordinaria que fue Premio Strega en 2021. Es una historia de escritores y de amistad, un retrato de lo tortuoso que puede resultar a veces escribir, un viaje hacia los demonios interiores del escritor. Y también quiero citar, para no dejarme nada en el apartado de ficción, Hermanas, de Daisy Johnson, también en Periférica, y claro es, todo lo de Mircea Cartarescu, un autor absolutamente imprescindible, casi eterno candidato al Nobel, que está en Impedimenta. También en Impedimenta déjame citar finalmente La particular memoria de Rosa Masur, de Vladimir Vertlib, un gran viaje literario a través de todo un siglo de la historia de Rusia, desde la época de los zares.

Ha sido, asegura Pintor, un buen año para el ensayo y para las biografías noveladas (o como quiera que se llamen). Quiero destacar sobre todos a Colm Tóibín, porque el autor irlandés siempre merece mucho la pena. Ahora, su trabajo sobre Mann nos llega con tanta calidad como aquel ‘El maestro’ que tanto nos sorprendió, sobre Henry James. El mago: la vida de Thomas Mann (Lumen) me parece sin duda uno de los grandes libros de este año. Ah, y uno más. El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero (Seix Barral) también está entre mis preferidos de este 2022.


Esther Gómez, Libraría Moito Conto, A Coruña.

La popular librera coruñesa, que cada año ofrece en este periódico una lista de los mejores libros bien fundamentada, me asegura que “si bien 2022 no ha sido un año que haya provocado grandes emociones o sacudidas en el territorio de la literatura (al menos no a mí), hay algunas excepciones muy agradables de compartir. Estas son, para mí, las más sobresalientes, aunque, como siempre, la lista sólo refleja mi opinión personal y el resultado de mis lecturas”.

1. Obra maestra, de Juan Tallón. (Anagrama)

Una de las primeras sorpresas del año, Tallón evoluciona constantemente sorprendiendo con cada obra publicada, en esta ocasión extrae literatura de un hecho ocurrido hace años y publicado en la prensa de entonces: la misteriosa desaparición de una escultura de treinta y ocho toneladas y todos los movimientos que provoca en ministerios y departamentos varios de la España más chapuzas. Más de setenta voces de riqueza y precisión creativa, una obsesión de escritor convertida en arte y originalidad literaria.

2. La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia. (Random House)

Una joya escrita con cuidado estilo periodístico. La muerte de un chico a manos de dos niños bien de la Roma oscura puede parecer una novela negra con misterio por resolver. Laioia narra un hecho que conmocionó Italia en una gran novela, dura, despiadada en la superficie, social y con mucha reflexión abierta en el fondo. Es el libro que más debates ha abierto con los lectores que pasan por Moitoconto, mi librería en A Coruña. No hay indiferencia posible. Desmenuza nuestra sociedad en una gran crónica literaria. Es otra obsesión de escritor con resultado mayúsculo. Imperdible para cualquier amante de Truman Capote.

3. Tierras muertas, de Nuria Bendicho. (Sajalín editorial).

Impresiona el relato en trece voces de un hecho dramático en una familia a la que la miseria y los secretos mantiene en una vida de negritud vital y doméstica. El drama aparece con el asesinato de uno de los hijos y las situaciones tensas y de gran intensidad narrativa en una masía en medio de la nada, un pueblo opresor y una vida ruda llena de maldad. Una muy buena narrativa, muy joven e interesante. Tal vez no nos creamos del todo la expresión oral de algunos de los personajes, pero nos ha gustado muchísimo la novela.

4. Betty, de Tiffany McDaniel. (Hoja de lata Editorial).

Betty Carpenter es la joven cheroqui protagonista de esta historia de dolor, una joven única heredera entre ocho hermanos del color de piel de su padre. Con muchas historias dentro de la principal haciendo crecer el argumento , acompañamos a una familia norteamericana peculiar cuyos miembros son todos especiales. Betty es un gran viaje, una novela de emociones profundas, duro, tierno, con amor por la naturaleza y tradiciones familiares con lenguaje vibrante. La autora se basa en la historia de su familia para honrar a su madre y las mujeres que la precedieron escribiendo un relato hechizante.

5. Los extraños, de Jon Bilbao. (Impedimenta).

Entre mis autores españoles favoritos está siempre Jon Bilbao. Hace un par de años me fascinaba con ‘Basilisco’, del que esperamos nueva entrega en el 2023 con ansia lectora, y este año me ha encantado leer y recomendar mucho ‘Los extraños’, una novela corta de limpia perfección literaria. Bilbao parte de lo cotidiano y nos lleva a lo más difícil de explicar en un relato que atrapa, en esa casa de Ribadesella en la que todo transcurre acompañando a unos personajes con muchos ángulos por explorar. El autor consigue mantener la tensión narrativa con pocos diálogos, con un hilo de misterio sugerente y un final sorprendente. La prosa de Jon Bilbao es, sin duda, de lo mejor del año.

6. La familia, de Sara Mesa. (Anagrama)

He leído ‘La familia’ nada más llegar a la mesa de novedades de Moitoconto y una vez más sentí que Mesa me capturaba en su universo literario. Me gusta el juego que establece, el pacto lector que te exige, la siento libre en su escritura, me gustan los personajes que me pone delante: una familia y sus cambios en el tiempo, muy normales y a la vez llenos de varias caras que enseñar. Sara Mesa ofrece pero no juzga, ni siquiera me hace sentir que sea yo la que tiene que juzgar. Todo está en el ojo clínico e incisivo de la escritora para narrar los comportamientos humanos. Un libro fácil de leer y del que salir con la hipocresía y las miserias domésticas en los bolsillos. La familia tradicional ha estado siempre en crisis, pero algunas se han sometido a las rígidas normas con la mejor de las sonrisas, a la asfixia de la falsa moral con elegante pedantería. También hay puertas y ventanas que se abren, hijos pequeños que cambian los rumbos.

7. Las leyes de la ascensión, de Céline Curiol. (Coedición de Errata Naturae y Periférica)

Es uno de los grandes novelones del año, por extensión y por calidad. Moderna en todos sus aspectos, ofrece un retrato contemporáneo desde Paris para reflejarse en alguno de sus seis espléndidos personajes.

8, 9. y 10. Vivir con nuestros muertos y Buena suerte, ambos en Libros del Asteroide al igual que 14 de abril, de Paco Cerdá, también en esta editorial, son tres de los libros que este año mejor me lo han hecho pasar; ‘Vivir con nuestros muertos’ podría considerarse un híbrido entre ficción y ensayo, y el de Cerdá es además Premio de Ensayo de la editorial del asteroide.

Podríamos añadir algunos más que también merecen estar en esta lista, al menos en mi opinión (me dice Esther). Por ejemplo, un libro, que puede considerarse ensayo, titulado Agua y jabón, que ya se había publicado en una tirada muy corta: ha sido este año su llegada al gran público. Un libro encantador lleno de reflexiones apacibles para disfrutar sin parar. Es de Marta D. Riezu y está en Anagrama.

Ahora disfruto del último de Corman McCarthy, recién llegado a las librerías, El pasajero-Stella Maris, en Random House, y uno de los libros más esperados del año. También la excelente edición de La Ilíada con las ilustraciones exquisitas del gran Calpurnio, tristemente fallecido estos días (Blackie Books), se puede considerar uno de los libros del año.

Por supuesto, si pensamos en la obra de toda una vida, es el momento de acercarse a Annie Ernaux, con Pura Pasión (Tusquets) o Memoria de chica y Una mujer (Cabaret Voltaire). La reciente Premio Nobel con su estilo intimista desarrollado a menudo en novelas cortas ofrece paseos literarios en los que desgrana el impacto de grandes heridas personales.

En poesía, finalmente, por razones obvias (Premio Cervantes), creo que es un año para acercarse a Rafael Cadenas y recomiendo su Obra entera (Poesía y prosa), aunque ya fue publicada en 2007, en Editorial Pretextos.

Mercedes Corbillón, librera (Cronopios, Pontevedra y Santiago), escritora y columnista.

Como siempre sucede, no es nada fácil escoger lo mejor de todo un año (me dice Mercedes Corbillón), pero allá vamos, como en otras ocasiones. Hay algunos títulos que, eso sí, me parece que deben estar en una lista de este tipo, sin ningún género de dudas. Pero citaré solamente cinco, que considero imprescindibles, para facilitar las cosas al lector. Por supuesto, el orden no es estricto, pero puede ser indicativo. No quiero que se tome como una lista jerárquica, salvo, quizás, en algún caso.

1. Obra maestra, de Juan Tallón. (Anagrama). Este es quizás el mejor libro del año. Es una novela muy ambiciosa, muy original, como todo lo suyo, que parte de una idea esquinada y extraña (la desaparición de una escultura gigantesca y muy pesada). Su literatura es muy personal, lo sabemos. Más de setenta voces se acercan a la desaparición de esta obra de arte, y, entre todas, hacen un mosaico del tipo de país en que vivimos. Es atrevido, fascinante, y creo que le ha quedado redondo. Mi libro favorito.

2. El último hombre blanco, de Nuria Labari. (Random House). Otro gran libro de este último año. Sus novelas están siempre llenas de ideas, son muy profundas y brillantes. Nadie como ella para diseccionar la realidad. Su estilo es increíble, sus párrafos son a menudo subrayables, te hace pensar todo el rato. Aquí habla desde el feminismo, desde luego, pero este libro es un análisis de algo que quizás no está tan estudiado: en qué nos convierte el trabajo. Esta novela merece mucha más repercusión porque es de las grandes.

3. Vivir con nuestros muertos, de Delphine Horvilleur (Libros del asteroide). La filósofa francesa aborda nuestra relación con los difuntos. Es un ensayo extraordinario sobre la muerte y sobre el duelo, un libro hermosísimo sobre el acompañamiento de los vivos que despiden a sus seres queridos. Creo que es una mis obras favoritas de este año, un libro que me parece imprescindible.

4. La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia. (Random House). Otra de esas novelas recientes que uno no debería perderse. Una travesía dura, cruda, una narrativa monumental. Es una novela que te toca en lo más hondo, que te trastorna, que te hace pensar en qué tipo de sociedad vivimos. Horror a flor de piel en esta historia muy muy oscura sobre dos jóvenes bien que acaban a cuchilladas con otro joven de familia humilde al que apenas conocen. Es tormentosa, reveladora hasta el dolor, pero, si pueden, no dejen de leerla.

5.- Ceniza en la boca, de Brenda Navarro (Sexto Piso). Es también una novela llena de oleaje emocional, de turbulencias, sobre cómo superar el suicidio de un hermano adolescente. Es una novela sobre cómo encarar la vida, a través de las telas de la muerte, sobre lo distinto, sobre el desarraigo, a caballo entre México y España. Brenda Navarro me parece una autora fundamental, y este libro es deslumbrante.