“Tener la ilusión falsa de creerse libre es, hoy por hoy, la peor de las cadenas”

Política
María Almodóvar
Cuenta en la entrevista que “no es necesario alabar a los políticos, porque en general eso ya lo hacen ellos mismos, por eso mi tono es crítico”.

Hasta no hace muchos años, sin tantos medios tecnológicos al alcance de la mano, parecía que no estábamos tan contaminados de información. Y ahora, hay días que corremos el riesgo de sufrir una sobredosis...

La información es un flujo, que tiene una parte física y otra cognitiva. Es como un río que cuanto más caudaloso es, más difícil es bombear su agua. La información no es nada si no se asimila y para eso hacen falta tiempo y un método, que solo se puede tener si se posee una preparación previa. La información es ciega si no hay un molde para procesarla, pero ese molde estará vacío si no llega la información. Cuando la información es masiva y circula a velocidad de vértigo deja ciego y desorientado al espectador. Esto es lo que está pasando. Para orientarlo se le ofrece resumida y procesada y esa es la base de la manipulación de la opinión pública.

Bien es cierto que antes solo existía un punto de vista... o dos. Entonces nos faltaba algo más. El peligro de los extremos, ¿verdad?

Más bien lo que ocurría es que había puntos de vista sistemáticos, basados en ideas y principios estructurados, y con los que se podía estar de acuerdo o no, partiendo de una posición moral, política o ideológica previa. En la actualidad lo que ocurre es que se quiere hacer creer a la gente que no hay puntos de vista, sino solo hechos. No es cierto porque los hechos se ofrecen ya elaborados y construidos y pueden ser falsos, como ocurre con las fake news, que no se visten de ideología y por eso son más peligrosas. Y es que son ideología encarnada en hechos parciales.

De hecho, profesor, habla de fascismo cognitivo. ¿Nos están manipulando para que pensemos lo que quieren que pensemos (valga la redundancia) los que ostentan el poder? ¿Alguien pretende quitarnos nuestra libertad?

Efectivamente. Lo que ocurre es que para quitar la libertad ya no hacen faltas mordazas ni pistolas, ni encerrar a la gente entre los muros –por lo menos en el primer mundo–. La libertad se le arrebata a la gente haciéndole creer que es libre y que lo que cree que opina es algo creado por ella misma, cuando en realidad solo repite como un clon los mensajes que recibe y no puede someter a crítica. Tener la ilusión falsa de creerse libre es ahora la peor de las cadenas.

Usted dice en el prólogo que “la información y el tiempo han matado a la memoria”. ¿Por qué?

Porque su velocidad es tan grande que una sustituye a la otra, sin dejar tiempo de procesarla. La novedad solo puede ser instantánea, porque si dura, ya deja de ser novedad. Y como no se puede, ni se quiere pensar, lo que uno hace es quedarse con el dato inmediato y estar ojo avizor a la novedad siguiente, que será liquidada por la que le suceda el próximo día. La gente va siendo arrastrada por el río de la información sin ver que por delante vienen las cataratas y sin mirar nunca atrás porque tiene que fijar su atención la corriente.

La política como impostura y las tinieblas de la información es un título muy elocuente para un libro, que... ¿dice cosas que no nos van a gustar y que son ciertas?

Sería muy bonito que lo que es verdadero fuese a la vez bueno y bello. Eso es lo que los filósofos escolásticos decían de Dios, en cuya naturaleza se reunirían esos tres principios. Lo que nos pasa a nosotros es que vivimos sobre la Tierra y en ella se mezclan sin cesar el bien y el mal, la verdad y la mentira y la belleza y la fealdad. Un gran filósofo inglés, Bradley, decía que vivimos en un mundo perfecto, porque todo lo que hay en él es un mal necesario. Yo soy un poco más optimista, porque creo que, aunque el mundo es una basura, revolviendo en él se pueden encontrar flores. Para eso sirve el estudio.

Se divide en tres partes esta obra: ¿nos las resume?

La primera de ellas la forman un conjunto de ensayos sobre los problemas actuales de la economía, la ciencia y el conocimiento. La segunda se centra en los grandes debates y las ideas, o pseudoideas políticas. Y la tercera, en la política española y las figuras de algunos políticos, que destacan más para mal que para bien. No es necesario alabar a los políticos, porque en general eso ya lo hacen ellos mismos, por eso mi tono es crítico. Se trata de ayudar a la gente a que se despierte y se desperece.

¿Es doloroso saber, profesor?

Dice el libro del Eclasiastés que: “Quien aumenta su conocimiento aumenta su dolor”, pero también dice que “los vivos saben que van a morir, pero los muertos no saben nada.... Y que nada hay para ellos bajo el sol”. Por eso es mejor estar lúcido. Quiere decir que uno está vivo.

¿Tener información es lo mismo que tener conocimiento?

No. La información sin conocimiento es ciega, pero el conocimiento sin información está vacío. Conocer es asimilar información, sistematizarla, darle sentido, de tal modo que a partir de ella se pueda hallar otra en una búsqueda incesante. Dijo el poeta suizo Gottfried Keller: “El alma es blanco pergamino/ y el hombre escribe en cada hoja/ con tinta, que es su sangre roja/ hasta que lo derriba el torbellino”. Es un buen programa.

La justicia y el Estado a veces parecen estar supeditados a la política. Hoy por hoy no veo positivo que las leyes las hagan los políticos... ¿Qué piensa?

Decía el viejo refrán castellano: “Adónde van las leyes, adonde van los reyes”. Las leyes y la justicia han sido manipuladas y tergiversadas desde la antigüedad. Es muy peligroso que los políticos las manipulen y las manoseen y las conviertan en sus juguetes. Pero nunca lo podrían hacer sin la ayuda de los juristas y abogados. El derecho también puede ser peligroso. Decía Erich Kaufmann, un gran jurista: “La ciencia jurídica meramente técnica es una prostituta a disposición de todos y para todos”. Y por desgracia el derecho es cada vez más técnico. Se decía en broma que en el Día del Juicio Final, la diferencia entre los ricos y los pobres será que solo los ricos llevarán abogado.

Resumiré el libro con una cita de San Agustín: “Se alzaron los analfabetos y se apropiaron del Cielo”. Da la impresión de que esto es lo que hay.