PABLO OLABE, Doctor en Fisioterapia

“Un buen fisioterapeuta ha de saber escuchar, es fundamental”

El 28 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, que este año ha sido especial porque son muchas las personas que teletrabajan. Concienciar sobre la importancia de preservar la seguridad es clave. Y para lograr bienestar, la actividad física es imprescindible. Diseño: C. Botana
Teletrabajo
María Almodóvar
fisioterapia preventiva. El doctor Pablo Olabe apuesta por trabajar con sus pacientes en el agua. Foto: Cedida//Diseño: Carmen Botana

Pablo, recientemete se conmomoró el Día de la Salud en el Trabajo. ¿Cree que nos la tomamos muy en serio?

Me imagino que depende un poco del perfil de la persona, del trabajador en un momento determinado, que pueda ser autónomo o no, y de la empresa. Sé que hay más conciencia actualmente de lo que había hace unos 10 o 20 años y que posiblemente tengamos más sensibilidad a la hora de contemplar esos aspectos. Otra cosa es que conozcamos la información y otra, que la apliquemos con constancia, y ahí sí que no. No todas las empresas ni todos los trabajadores tienen en cuenta las medidas que se puedan plantear, aunque estén más al alcance de la mano.

Me parece a mí que después del confinamiento más de uno tendrá que acudir a su fisioterapeuta, ¿También lo cree así?

Como fisioterapeutas, estaremos contentos de poder tener ya una actividad profesional..., y ya veremos cómo responden las manos después. Y en nuestro caso, realizamos la actividad profesional en medio acuático, en un centro de talasoterapia con agua de mar clorada. Y esto tiene muchas ventajas porque nos permite educar la postura del paciente de una forma más inmediata y más natural porque aliviamos la sensación de peso que pueda llegar a tener el cuerpo y nos facilita sentir los movimientos de una forma más libre.

Con el 95 % de los pacientes hacemos el tratamiento dentro del agua. Entonces, tenemos actividades que son activas, que requieren la participación del paciente; y otras que son pasivas, donde hacemos la acción terapéutica y nos permite reeducar de una forma localizada y analítica la estructura.

Una vez que volvamos a esa situación normal podremos cuantificar cuál es el resultado real de este período de confinamiento. Nos encontraremos con un mayor número de contracturas, de problemas articulares, dolores musculares, a nivel sobre todo de la espalda, especialmente en la columna lumbar y central; y de rodillas y de cadera, fundamentalmente, por la población que nosotros tratamos.

Trabajamos sin dolor, el paciente lo agradece mucho, y el tiempo de recuperación es muchísimo más rápido en comparación con la terapia en seco.

¿Un buen fisioterapeuta tiene que saber escuchar?

Es fundamental. Realmente, hablando con mi compañera de trabajo, Laura Flores Gandolfo, tenemos posiblemente –sobre todo en las fases iniciales– una parte muy importante de escucha porque tenemos que conocer la clínica y la evolución de la situación concreta del paciente.

El estado de ánimo tendrá que ver mucho con el dolor...

Fundamental. De hecho hay estudios que hablan del efecto placebo de cualquier medicina y no por eso va a ser un efecto placebo la propia fisioterapia. Si en medio de una sesión, cogemos a 100 pacientes y les decimos repetidamente que se van a poner bien, van a tener una capacidad de mejoría diferente a si cogiéramos a otros 100 con la misma situación clínica, y les damos un mensaje totalmente opuesto... Estamos seguros de que su capacidad de recuperación sería diferente.

Es muy importante trasmitir un mensaje de capacidad curativa realista, no inventiva, pero sí ajustándonos a las capacidades que puede tener la persona.

En general, ya en nuestro día a día no nos sentamos demasiado bien y lo hacemos durante mucho tiempo. Si tuviéramos una buena higiene postural, no tomaríamos tanto paracetamol... ¿Qué me puede contar del concepto de fisioterapia preventiva y educativa?

Sin duda. De hecho, es un campo que nos apasiona porque observamos un efecto en la mejora de la calidad de vida de las personas con las que tenemos la oportunidad de trabajar.

De hecho, mi tesis doctoral, enfocada en el efecto de una terapia acuática de origen japonés que se llama Aichi, buscaba estudiar la acción que permitiera a cualquiera conseguir mejorar la movilidad articular de su organismo y eso se tradujera en una mejora de su equilibrio, y que eso, concretamente en personas mayores de 65 años con riesgo de caída–, implicara la ausencia de riesgo simplemente con la práctica de esta actividad.

Eso nos permite tener una herramienta que permite a cualquier persona con una autonomía de movimiento conseguir, también, una relajación mental y física importante.

Supongo que este hábito puede tener un contagio educativo...

Siempre que invirtamos en prevención, vamos a conseguir reducir gastos sociosanitarios. De hecho, en la tesis, uno de los datos que más interesaba desde ese punto de vista es que prevenir una caída ahorraría hasta 30.000 millones, según un estudio que lo preveía para 2030.

Con lo cual, si una empresa invierte inteligentemente y con un análisis correcto de las capacidades de mejora, sin duda, va a conseguirlo.

Hacer ejercicio es necesario, pero durante el confinamiento hemos visto tantos tutoriales... Al no tener un supervisor, el riesgo de lesión es más alto.

Es muy bueno ese apunte. Hemos visto cómo las dos primeras semanas hubo un auge en los medios y redes sociales. Eso es muy positivo, pero qué ocurre. Que es como lo que encontramos cuando hacemos una búsqueda en la red. Nos aparecen 150.000 millones de resultados al respecto sobre esa temática y lo importante es seleccionar la información de fuentes óptimas.

Yo como profesional de la salud en el área de fisioterapia me voy a basar siempre en las recomendaciones que me dé un médico rehabilitador o un graduado en Ciencias del Deporte y la Actividad Física o un fisioterapeuta. Una medida de forma inmediata que puedo aplicar sobre cualquier persona es que siempre que haga un ejercicio sea sin dolor. Hay que escuchar lo que el cuerpo nos está diciendo en esa actividad física.

Muchos empezamos a sentir las consecuencias de trabajar en el sofá, que antes tanto nos gustaba. ¿Puede haber consecuencias a largo plazo?

Sin duda. Voy a una posición extrema: alguien que está hospitalizado y que igual no tiene capacidad de movimiento y está encamado una semana pierde hasta un 10 % de la masa muscular. Y eso es mucha pérdida en muy poco espacio de tiempo. En cuanto la fibra muscular empieza a perder su capacidad de respuesta, el organismo no solamente pierde fuerza, sino estabilidad y resistencia. Con lo cual es muy importante estar activos. De la misma manera que se pierde muy rápido, cuesta mucho recuperarla.

¿Y qué tenemos que hacer? De la misma manera que hemos generado el hábito de comer y beber, podríamos plantear el de una actividad física. Hemos de intentar educar a nuestro organismo a esa sensación de bienestar cuando la hacemos. Eso nos va a permitir cambiar el chip.

SENTARSE EN UN BALÓN DE ‘FITBALL’ PARA TELETRABAJAR

Buscar un espacio cómodo en casa El director del área de Fisioterapia Acuática de Thalasia, el doctor Pablo Olabe, explica que “ahora el organismo ve los abusos de esa situación”, de estar haciendo una vida sedentaria teletrabajando. “Entonces, una pauta muy sencilla es que pensemos que estamos exactamente igual que si estuviésemos en nuestro espacio de trabajo natural. Y si es en casa, que dispongamos de un espacio que sea nuestra oficina y busquemos la comodidad para hacer nuestro trabajo pero sintiendo un confort diferente a cuando estamos relajados en casa.

Como soy profesor de universidad, desde hace años quité mi silla de trabajo y puse un balón de fitball. Mi posición de la columna y mi respuesta a cuando estoy sentado y trabajando es mucho más activa”.