AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS (150) Antes de ser seleccionador, fue entrenador del Mayoral de los Smith (Ray/Mike) y luego del satélite Unicaja, rozando ahí la luna con los dedos de Ansley en 1995

Richi Guillén, del Unicaja al Obradoiro

Cáncer
Xabier Sanmartín
Libro de ‘Aquellos Maravillosos Aros’.

El 18 de mayo de 1995, en Málaga, un entrenador nacido en Melilla 34 años antes, apellidado Imbroda, desayuna sabiendo que ese día se llama David en vez de Javier.

El cine de Alfred Hitchcock y el baloncesto van a la misma fuente: el suspense. Cuando el balón surca el aire, su parábola alarga la emoción en el tiempo hasta que cae al suelo la moneda. En la primavera de 1995, en la última bola del cuarto duelo de la final de una liga ACB a cinco partidos que va Unicaja 2-Barcelona 1, Málaga entera late bajo el arco iris trazado por un lanzamiento triple de Mike Ansley cuya estela también alentamos en otras ciudades quienes creemos que el mundo sería mejor si David (Imbroda) tumbase más veces a Goliat; pero el balón acaba estrellado y tras ese triunfo blaugrana llegó otro con título culé.

Poco antes, en la gala de los Oscar, Forrest Gump arrasa con seis estatuillas y deja a Pulp Fiction con solo una. La primera película, con el dinero por castigo, tiene detrás a Robert Zemeckis y es el Barcelona de Aíto García Reneses: la otra, frescura dirigida por Tarantino, es el Unicaja de Javier (David) Imbroda, que tutela a un clan sin nombre a tres dedos de tocar la luna; pero la mano de Ansley, otro David... se queda corta.

La media de la plantilla cajista no llega a 24 años, con jugadores de casa como Nacho Rodríguez, Curro Ávalos, Gaby Ruiz o Richi Guillén (luego en el Obradoiro: 2013-2014), dos veteranos infravalorados (Alfonso Reyes y Manel Bosch), más el trío estelar Babkov, Miller y el archimencionado Ansley. Aquel amargo día es duro pero deja pequeño al pabellón Ciudad Jardín, y Málaga se agranda en nuestro basket.

Francisco Javier Imbroda Ortiz, hijo de Melilla (8 de enero de 1961), creció y se hizo profesor al viajar al colegio malagueño de los Maristas, donde asume un papel de coach que convierte al Mayoral Maristas en el equipo más espectacular de finales de los años 80 y los primeros 90, con Ray Smith y Mike Smith trazando mates entre canteranos. Uniendo esa etapa con la posterior fusión entre Mayoral y Caja de Ronda que da lugar al Unicaja, Javier echa así una década como un apreciado David que reta a Real Madrid y Barça.

Ficha luego por el Caja San Fernando (Sevilla) y repite subcampeonato con Turner, Scott, Kornegay y amigos como los citados Mike y Bosch. Pasa del trienio sevillano a ser seleccionador (2001-2002), y a los 41 abriles le llama el Real Madrid. Lo que debe ser su año feliz acaba en café amargo, igual que pasos posteriores por Valladolid y Menorca, así que deja la pizarra.

Inquieto, desde su Fundación alienta lo sociodeportivo y en 2016 cuando le diagnostican un cáncer renace su alma de David. Lucha, sigue, vive, hoy Javier es Consejero de Educación y Deporte en Andalucía. De triple ganador.

DE CERCA Ricardo Guillén, Richi, buen pívot canario de 2,07 m, se estrena en la ACB en la liga del No Tripley de Ansley (1994-1995). Y más tarde es parte del Obradoiro en el final del curso 2013-2014: “Ya conocía a Moncho (Fernández) al coincidir en el Gijón Baloncesto de la temporada 2000-2001, donde él era ayudante de Moncho López, así que fue un placer trabajar de nuevo juntos, espero saludarle el 19 de marzo en Santiago, en la visita del Unicaja. Me gusta ir a Galicia y no lo hago desde que llegó la pandemia”, indica Richi a EL CORREO. Él completa el dibujo de aquel Unicaja de 1995. “Javier Imbroda era un buen psicólogo, te convencía deportivamente, llegaba al grupo y era muy buen entrenador... Aquel Unicaja es recordado con cariño fuera de Málaga porque hasta entonces había pocos equipos que hubieran jugado la final de la ACB más allá de Real Madrid, Barcelona y el Joventut alguna vez, y como éramos un equipo de cantera en la base, con tres buenos extranjeros, que eran los permitidos entonces, el equipo cayó simpático. Javier creó una química con la que ese equipo creció y, desde entonces, Málaga se convirtió en una de las ciudades principales del baloncesto en España. Yo a Javier le estaré eternamente agradecido porque me hizo debutar en la ACB, e incluso jugamos en aquellos años del Unicaja la Copa de Europa, luego llamada Euroliga”, concluye, Guillén, hoy coordinador de los equipos del malagueño Club Baloncesto El Palo.