Bruno Munari, cicerone del diseño contemporáneo

Firmas
Pilar Corredoira

Para apreciar de lleno la obra de Bruno Munari ( Milán, 1907-1998), la Fundación Juan March de Madrid trae a la escena actual la trayectoria de una de las grandes personalidades del siglo XX, y lo hace por medio de una exposición retrospectiva que abarca sus distintas etapas. En ella se revela la magnitud de los trabajos creados: dibujos, pinturas, esculturas, piezas de diseño industrial, gráfico, libros infantiles, ejercicios tipográficos, presentados por medio de una extensa y aclaratoria selección.

Tempranamente, Munari abordó al mismo tiempo distintos campos de acción; el espíritu de vanguardia e inventiva presidió sus obras precursoras, hoy en día consideradas referentes como fueron las primeras Máquinas aéreas (1930) y las Maquinas inútiles (1933), que integran movimiento, espacio y tiempo. En ellas veremos un claro precedente de las esculturas, móviles, frágiles y coloristas de Alexander Calder. Picasso denominó a Munari el Leonardo de nuestro tiempo y, en efecto, esa definición, en su persona, se cumple con creces. Aun con la distancia de los siglos y las contrastadas sociedades en las que se desarrollaron, ambas personalidades coinciden en lo que se refiere a la pasión por los inventos, en Leonardo, vistos por sus coétaneos como verdaderos artilugios de ciencia ficción.

Sobresale en Munari el genio creador, inquieto, entendible e insertable en los procesos evolutivos de la industria y el diseño, en los años de la posguerra en Italia, a la vez paralelos al ascenso en su carrera. Igualmente supone, su ejemplo, el punto de partida para el diseño contemporáneo, siendo su obra el resultado de hondos análisis, reflexiones y estudios que más tarde publicará en forma de libros, enfocados a todos los públicos y con mayor atención al infantil. Una larga lista en la que destacan ¿Como nacen los objetos?, Artista y diseñador, Diseño y comunicación visual, Contribución a una metodología proyectual o El Arte como oficio.

Sería imposible valorar todo lo que el siglo XX aporta a la renovación de las artes sin la consideración de la obra de Munari. La mirada a su intensa biografía así lo demuestra. El artista dará a conocer sus primeras creaciones alrededor de la mitad de la década de los veinte, en revistas y en exposiciones, próximo al círculo de la segunda generación del Futurismo (1927-1933). En lo sucesivo en su obra se integrarán claramente el sentido del juego, la ironía, el humor y la ligereza, dentro del rigor en cuanto a los planteamientos. Y en lo que atañe a su experiencia en el mundo de la comunicación visual, es preciso señalar su funciones como director de la revista italiana Tempo, del grupo editorial Mondadori, entre los años 1939 y 1945.

Por otro lado, de la experiencia y la observación, en el propio entorno familiar concluyó que era necesaria la renovación del libro infantil, en su mensaje, y en ese ámbito llevó a cabo originales aportaciones recuperando la esencia del juego, situándola en el centro de buena parte de sus creaciones, incorporada a las nacientes obras, en el caso de los libros, enriqueciendo los contenidos aparte de la escritura, apurando las posibilidades del papel como soporte, e incorporando color, textura y relieve.

Munari planteó la superación del binomio “bello-feo”, sustituyéndolo por el ”acertado-erróneo”, implantando nuevas relaciones entre la artesanía y la industria, el arte y el diseño, en favor de una mayor simplicidad y pureza en cuanto a las formas, a partir de postulados abstractos y lineales, llevando la síntesis hasta las ultimas consecuencias. En el plano teórico fue determinante su participación en el Movimiento por el Arte Concreto ( M.A.C.), en Milán, grupo que impulsa en 1948 al lado de Gillo Dorfles, Atanasio Soldati y Gianni Monnet.

En lo sucesivo, su indagación en torno a la esencia de las formas se agudizará en extremo, especialmente después de la estancia en Japón. El acercamiento a la cultura zen, a la estética y tradiciones del país propiciaran la aplicación de materiales sutiles como el papel, y su empleo en la conformación de objetos permitirá el alcance de tales objetivos.