Geopolíticos

Arantxa Serantes

SI todos somos animales políticos, a la manera griega, este siglo nos demuestra que este espíritu está completamente fuera de juego y que las dictaduras del ayer son las ataduras de hoy. Todas ella están sumamente ocupadas en eliminar cualquier obstáculo que encuentren a su paso echando por tierra cualquier otra vía.

La liga de estos hombres extraordinarios que alberga la historia son la mano negra del antieuropeísmo, la xenofobia y el autoritarismo. En un momento de gran debilidad motivada por la pandemia, el brexit, las elecciones en diferentes países europeos, la dependencia energética, etc., los tanques rusos invaden Kiev, para demostrarnos que la guerra es posible en nuestro mundo civilizado y tecnológico.

Quizás más que nunca, porque falta el componente humano, lo que fomenta una auténtica Guerra Fría no muy diferente a un videojuego de simulación, pero con víctimas y consecuencias reales, más allá de la zona de conflicto.

En ucraniano existe una palabra que se llama Holodomor que equivale a “matar de hambre” algo que ya ocurrió en tiempos de Stalin y que fue otra forma de genocidio para los campesinos ucranianos de aquel entonces.

Nuevamente, no se ha aprendido la lección y es posible que esta situación desintegre a unos ciudadanos que buscarán acercarse a Hungría o Rumanía, sólo porque Rusia no está acostumbrada a la idea de dejar de ser un imperio y su independencia supone un fracaso porque estuvo muy ligada a este territorio, el hermano pequeño de la URSS.

¿Cómo responde Europa a todo esto? Pues esperemos que con mucha prudencia, para limitar la intensidad y duración, además de los recursos para mitigar las posibles consecuencias. Las sanciones tendrán impacto y provocarán la recesión.

Lo que no cabe duda es que la arquitectura institucional a nivel global nos deja desvalidos. Basta que una pieza del engranaje falle para que toda la maquinaria deje de funcionar, por la gran capacidad de coerción de unos estados contra otros. La diplomacia se resguarda a la sombra de la OTAN.

Se habla más de la situación de los mercados y de los suministros energéticos que de las acciones a tomar. Hay recursos y hay medios, pero falta la capacidad de ser resolutivos y contundentes. Cuando veo las imágenes del bombardeo en TV, parece como si la escena fuese de otro tiempo o rescatadas de un archivo histórico.

Por momentos, nos podemos llegar a quedar impasibles, porque estamos acostumbrados a la violencia, ya que se da en distintos órdenes de la vida y de diferentes maneras. Pero siempre es un método poco próspero con consecuencias impredecibles.

La guerra no es algo del pasado porque uno de los talones de Aquiles es la dependencia que tenemos unos de otros en el mundo globalizado, en un contexto donde la diplomacia no es el recurso más utilizado, sino el gasto militar no sería tan elevado y la ley del Talión no estaría tan en alza. Un pasado presente que ya no tiene futuro.