La historia de la Bodeguilla de San Roque, que hoy se despide de Compostela: de local de vinos a emblema

Abrió sus puertas en 1986 en la casa familiar del dueño // Javier Míguez: “La situación actual es penosa y las pérdidas superan los 40.000€
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ECG Redacción
Visita del actor Alfredo Landa, izquierda, a la Bodeguilla

El grupo musical Crosby, Stills, Nash & Young inspiró a Francisco Javier Míguez para abrir su primer local. Lo hizo bajo el nombre de Pub Crosby, un establecimiento anteriormente denominado Bianco. Era el comienzo de la década de los ochenta, tan solo unos años antes de emprender el que sería su gran proyecto empresarial: las Bodeguillas. En 1986 vio la luz la Bodeguilla de San Roque, hoy un emblema de Compostela. El inmueble era la casa familiar, por lo que decidió utilizar el bajo para montar un bar de vinos y tapas. Después, llegó el comedor de arriba.

La Bodeguilla de San Roque es la primera parte de una tríada a la que se sumaron posteriormente los locales que comparten nombre de pila en San Lázaro, nacido en el 2000, y en Santa Marta, desde 2012. Ambos van a continuar su actividad, pese a que actualmente se encuentran cerrados debido a las restricciones fijadas por la Xunta. Pero la Bodeguilla original, situada en el número 13 de la rúa de San Roque, cerrará hoy sus puertas sin esperar al próximo servicio.

“Dende esta pequena capilla do bon beber e bon comer, decimos adeus e moitas grazas por todo o cariño que recibimos dende o noso inicio”, así se despedía el establecimiento de todos aquellos que se han sentado en sus sillas. Tal y como adelantaba su propietario a EL CORREO GALLEGO esta semana, la situación económica es muy delicada debido a la pandemia sanitaria. Aunque pueda parecer una contradicción que justo sea el local más emblemático el que baja la persiana, la explicación la ofrece su propia ubicación.

A las puertas del casco histórico, el 80 % de las ganancias obtenidas procedían habitualmente del turismo, como ocurre en la mayor parte de establecimientos de la zona vieja. “Había que tomar una decisión y decidimos no esperar más. De momento es definitiva”, explicaba Francisco Javier Míguez. “Muchos de los locales de la zona vieja ya cierran durante los meses en los que hay menos turismo”, añadía. En el aire queda la posibilidad de que su hijo pueda coger el testigo en unos meses o en un año. Pero, actualmente, el futuro pasa por el cierre. “Decimos adiós a esta etapa, a media vida de trabajo en el local de San Roque”, se lamentaba Míguez.

La crisis derivada de la pandemia, igual que para el resto de hosteleros, es complicada para el responsable de las Bodeguillas. Sus pérdidas superan los 40.000 euros y la situación la definía esta misma semana con una sola palabra: “Penosa”. Añadía que este es el peor momento que ha vivido al frente de su proyecto empresarial, ya que ni las crisis de los 90 y de 2008 tuvieron consecuencias similares para él. “Son crisis distintas porque en un batacazo económico puedes hacer algunos reajustes pero ahora no hay forma humana. Está todo el mundo afectado”, explicaba este hostelero. Pese a que ha recibido las ayudas de la Xunta, las considera insuficientes para costear los gastos de local y personal.

REACCIÓN VECINAL. Cuando la Bodeguilla llegó a San Roque, la calle tenía bastante vacío y poco escaparate. Míguez recuerda cómo el colegio de La Salle se convirtió en su principal sustento, gracias a los que se acercaban a tomar un café. Pero, como suele ocurrir, las bondades de las tapas que ofrecía pronto se extendieron por la ciudad. Nacía el sello de calidad de la Bodeguilla. Y así lo demuestran los vecinos que ahora lamentan el cierre.

Así, la ya antigua clientela de local compartía ayer la tristeza “enorme” al conocer la noticia y afirmaban que este siempre será un local emblemático en el que quedan los recuerdos de todas las experiencias vividas. Y es que entre las paredes de la Bodeguilla de San Roque quedan muchas cenas, risas y reencuentros. “Qué pena”, es la expresión más repetida entre los que allí se han reunido en alguna ocasión.