Castillo, escultor, en el Museo Centro Gaiás

Firmas
Pilar Corredoira

la obra escultórica de Castillo, aunque menos conocida ha estado presente en su proceso creativo desde los comienzos de su largo recorrido y en ese aspecto el dibujo revela en la confluencia de las décadas cincuenta y sesenta, signos patentes de una personalidad tridimensional; desde entonces, la interrelación que se produce entre la pintura, dibujo, grabado y escultura ha provocado evoluciones y afirmaciones que se han visto reflejadas en el conjunto de su labor.

Y esa faceta influyente no se ha podido apreciar en su totalidad y desde un ámbito retrospectivo hasta hoy; así como se ha desvelado el universo de su pintura, o el dibujo, interpretado desde diferentes momentos, por el contrario la visión pública de la escultura ha sido escasa.

La ocasión ha surgido ahora y en el Museo Centro Gaiás da Cidade da Cutlura se exhibe desde el pasado día 21 en la segunda planta del edificio una extensa colección, conformada bajo el titulo de Castillo, escultor; obras de acero corten, arcilla, cera, bronce, aluminio, hierro, dibujos, cuadernos, maquetas, bocetos y acrílicos sobre lienzo, ponen en evidencia las conexiones existentes; el trayecto parte de la década de los cincuenta en Buenos Aires, prosigue adaptado a los tiempos y ciudades que han acogido al artista: Madrid, Barcelona, París, Ginebra, Boissano, Berlín, Nueva York, prolongándose hasta la actualidad; como elemento de gran valor, destaca el dialogo que se establece entre las obras y el espacio, favorecido por el diseño creado para la exposición, que enriquece y potencia el discurso planteado.

La presencia de esa relación deja, a la vez, al descubierto una de las principales motivaciones de Castillo, y es la sustancial existencia de la figura, escueta, expresiva, gestual, que alude al ser humano como objeto fundamental de estudio y atención, tempranamente planteada en los primeros dibujos y pinturas, en los que ya se vislumbra el acento geométrico o el interés por el arte primitivo, de las antiguas culturas africanas y oceánicas. Y esa condición tendrá una notable influencia, permitiendo renovados conceptos que darán lugar a nuevas formas de naturaleza escultórica que se hacen visibles a partir del año 1966, continuando su afirmación durante la etapa transcurrida en Alemania, cuando se consolidan las transformaciones producidas en pintura y dibujo; una gran parte las evoluciones producidas se pueden atribuir al ejercicio escultórico, entre ellas la condición táctil y espacial, también el especial gusto por las formas pesadas, el volumen identificado con la materia de los objetos que se dejan sentir en el particular concepto acerca de las naturalezas muertas, mesas truncada y despiezadas, que hacen de soporte a figuras de carácter escultórico, bustos, plantas, animales .

La relación entre escultura y dibujo se irá fortaleciendo en el tiempo, aunque cada área logrará su propia autonomía; las figuras adquieren ligereza alcanzan en sus formas perfiladas y sintéticas el deseo de existir por ellas mismas. Los conjuntos se agrupan en escenas entrelazadas como familias partícipes de un mundo común.

Entre los años 1975 y 1980 la obra de Castillo en lo concerniente a la escultura y el dibujo conservó el equilibrio y la madurez alcanzados en Berlín; por tanto, se puede hablar de una continuidad y así sucederá en los siguientes años, en Nueva York, señalados por el asentamiento de un lenguaje que se vuelve más reposado e insistente en su identidad, depurado y preciso.

En los últimos tiempos, el artista irá abandonando el dibujo espacial de las esculturas en metal y dará comienzo a una renovada línea de reflexión dirigida a explorar la esencia del ser, algo que nunca dejó de hacer por completo, planteando los problemas espaciales de la escultura moderna sobre la base del cuerpo humano; los resultados de esas exploraciones se manifiestan visiblemente a través del ejercicio escultórico y lo hará entre otros aspectos, desde la consideración de la naturaleza de la materia elegida, y su moldeabilidad para plasmar todos los matices, los mas ínfimos detalles, primordiales para Castillo como también en su momento lo fueron para Medardo Rosso y Auguste Rodin.

Ese afán se deja sentir, especialmente en las piezas recientes, creadas entre los años 2017 y 2021, en las que emplea la arcilla y la cera roja, a la vez que emprende la construcción de nuevas obras de gran formato en acero corten.