“Hay mucho gobierno abierto de teatrillo para dotar de legitimidad las políticas”

Entrevista
Arantxa Serantes

¿Cómo definirías la idea de gobierno abierto?¿Se parecería de algún modo al modelo propuesto en Taiwán?

El gobierno abierto es una agenda para el ensanchamiento de la democracia, llamada a desarrollar una nueva generación de derechos civiles. El proyecto de Taiwan por el que me preguntas, liderado por la hacktivista Audrey Tang, es muy potente y nos puede inspirar mucho para el diseño de plataformas digitales de gobernanza y participación, pero no creo que eso sea suficiente para la transformación radical de las relaciones entre los gobierno y los ciudadanos que algunos deseamos.

Quiero pensar que la raíz del modelo de democracia que perseguimos es imposible que crezca sin el calor de lo humano, sin experiencias físicas, donde lo afectivo prevalezca sobre lo efectivo. Hay mucho gobierno abierto de teatrillo, cosmético, para dotar de legitimidad - de un supuesto demos- las políticas diseñadas por técnicos y expertos. Sin emociones la democracia corre el riesgo de convertirse en tecnocracia, sin razones se desliza rápidamente por la ladera del populismo.

¿La investigación académica debería orientarse más hacia la ciencia ciudadana?

El saber experto es fundamental para el progreso de la sociedad, pero también es una fuente de poder que se ha amurallado y se ha bunkerizado gracias a un sofisticado esquema de legitimaciones elitistas, corporativas y autorreferenciales. Yo el sistema de investigación, publicaciones, revistas y sexenios no lo entiendo. Pero admito que no tengo una alternativa mejor.

Sí que sé que el saber situado, empírico, activista, experiencial, voluntario y amateur es una fuente inagotable de energía que la academia no debería despreciar. La inteligencia colectiva puede llegar a ser muy eficaz en algunos procesos, como bien ha documentado Amalio Rey en su libro dedicado al tema. Incluso mejor que el conocimiento experto.

A través del LAAAB has volcado tu experiencia mediante el HIP y el Hexágono de la innovación pública, ¿Podrías decirnos en qué se traduce esta metodología?

No es una metodología, es un más bien un modelo, no lo llamo teoría porque aún la estamos construyendo y validando hipótesis. Mi tesis es que los ecosistemas de innovación son conversaciones, relaciones entre personas y organizaciones, y que, por tanto, podemos identificar los vectores principales de ese flujo de relaciones en movimiento. Para ello, acudí a tres fuentes. La ética hacker, porque me interesa su capacidad de desafiar la ética protestante del trabajo. La ciencia de redes, que tiene la virtud de explicar transdisplinarmente la complejidad. Y una tercera para darle cierto rigor académico, que fue analizar 105 metodologías que usan los ecosistemas más prestigiosos del mundo. Metido todo en la coctelera dio como resultado el HIP, el hexágono de la innovación pública que define seis vectores de cambio: Open/abrir, Trans/mezclar, Fast/agilizar, Proto/experimentar, Co/colaborar y Tec/digitalizar. Se puede ampliar información en www.modelohip.net

¿Cómo se canalizaron las sinergias ciudadanas antes, durante y después de la pandemia?¿Crees que ha habido suficientes herramientas?

Bueno yo puedo hablar sobre todo de la experiencia Frena la Curva (www.frenalacurva.net) el dispositivo de innovación social que lanzamos el sábado 14 de marzo, 24 horas después de que se declarará oficialmente la crisis del covid-19 en España. Nuestro papel fue ensamblar voluntades y capacidades, mezclando iniciativas públicas, activistas, voluntarias y de empresas. Un foro virtual, una mapa para gestionar la ayuda, varios laboratorios ciudadanos e incluso un festival, nos permitieron canalizar la energía de más de 2.000 personas, de 300 organizaciones en más de 20 países. Aplicamos los seis vectores del HIP. Frena la Curva fue posible gracias a un grupo motor de activistas, hackers, funcionarios y emprendedores.

Si faltaron herramientas no sé decirte, era imposible prever una pandemia así. Lo que faltó era cultura de la innovación abierta. Que el LAAAB (www.laaab.es), Medialab Prado, Las Naves, Colaborabora o Teamlabs fueran los actores clave de Frena la Curva nos da pistas del valor que estas instituciones están generando.

¿De qué manera podría incentivar las políticas públicas un gobierno abierto?¿Es suficiente con hablar de transparencia? Mi experiencia me dice que tanto a nivel burocrático como de gestión todavía no hay algo que se ajuste a este modelo.

El gobierno abierto que promuevo va ligado a una lógica de hacking inside, de abrir desde dentro pero también de alterar el código fuente primordial de las instituciones para que muten hacia otra cosa. Por ejemplo, si el único lenguaje posible con el que se relacionan las instituciones es el jurídico-administrativo, se perpetuará dispositivos jurídico-administrativos. Hace falta un nuevo marco conceptual desde el que poder producir nuevos artefactos políticos y sociales. Ahí es donde los laboratorios de innovación se están reivindicando como espacios que redefinen el statu quo.

¿Han surgido herramientas y software a través del LAAAB que potencien la innovación abierta? Prototipar y cocrear parece propio de activistas o makers, ¿Cómo valoras los laboratorios ciudadanos?¿El metaverso permitiría dar un paso hacia adelante?

Prototipar nos permite reducir el nivel de abstracción de la conversación rescatando las ideas del mundo del pensamiento y trayéndolas al mundo de lo sensible, lo tangible.

Y hacerlo en comunidad nos conecta con nuestro yo plural, con el nosotros. En medio de tanta individualidad y competitividad, las comunidades que crean juntas, desde las mingas de los pueblos originarios hasta los fablabs, nos hace sentir que formamos parte de algo. Crear, diseñar, fabricar... son actos puramente humanos que emanan siempre una dimensión colectiva. Por eso, si los metaversos crean comunidades me interesarán, si solo refuerzan experiencias individuales, no merecerán la pena.

¿Cuál ha sido el mayor logro de la iniciativa Frena la curva?

Romper los cajones estancos de lo público, lo privado y lo social. Y que con ello brotase algo maravilloso superior a la suma de sus partes. Fue un fenómeno de emergencia en un sentido ontológico. Fue también una experiencia de innovación anfibia que puso las bases de futuras iniciativas híbridas que no podrán ser definidas como públicas, privadas o sociales.

¿Hay una filosofía de los retos contemporáneos o lo que es lo mismo, una ética hacker?¿Cuál es tu propuesta al respecto?

La ética hacker no es una alternativa a la ética del trabajo y el capitalismo, esa batalla no se puede librar, pero sí es una atalaya desde la que provocar a lo establecido y difundir reformas que funcionen, de facto, como una revolución molecular. Tomar los medios de producción ya no es tan interesante si podemos influir en cómo y para qué se produce. Quizá no podamos cambiar de sistema operativo, pero sí podemos introducir código en él. Tengo la intuición de que si las organizaciones aplican esos seis vectores no solo van a innovar de forma sistémica, sino que también van a transitar hacia una posiciones más éticas.