A Pobra abrirá expediente de ruina a la vieja fábrica Hadasa y dará a sus dueños un ultimátum para derribarla

Costas prevé inaugurar este verano la senda litoral de A Ribeiriña tras desmantelar el muelle y recuperar la playa anulada en 1908

Una retroexcavadora se adentra en el mar para acabar de desmantelar el muelle en A Ribeiriña / Suso souto

Una retroexcavadora se adentra en el mar para acabar de desmantelar el muelle en A Ribeiriña / Suso souto / suso souto

La subdelegada del Gobierno en A Coruña, María Rivas, y el alcalde de A Pobra, Lois Piñeiro, visitaron este viernes las obras de regeneración y recuperación del dominio público marítimo-terrestre que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico realiza en A Ribeiriña, donde están siendo desmantelados el muelle y la explanada construidos a principios del siglo pasado para dar servicio a las antiguas fábricas La Onza de Oro y Hadasa.

La actuación tiene un presupuesto de casi 800.000 euros y permitirá revertir a su estado natural una superficie de 5.500 metros cuadrados, recuperando además una playa que quedó anulada en 1908 para la construcción de la conservera.

El plazo de ejecución es de ocho meses, por lo que concluirá en verano. El proyecto contempla también la creación de una senda litoral integrada en el paisaje que sirva como transición entre la costa y los núcleos de viviendas próximos.

La protección del ecosistema marino durante este período se acentúa con la colocación de unas barreras antiturbidez para minimizar la dispersión de materiales en suspensión.

Las instalaciones de La Onza de Oro ya fueron derribadas en 2010 (ocupaban una superficie construida de 4.647 m2 en un recinto de 7.454) pero las de la vieja fábrica de harina de pescado Hadasa todavía continúan en pie, y su estado ruinoso supone un serio peligro. De hecho, ya se produjeron desprendimientos de la cubierta e incluso un incendio.

El regidor anunció que el Concello dispone ya del informe técnico con el que va a abrir en las próximas semanas un expediente de ruina con el que se dará a los actuales dueños de la edificación un ultimátum para derribarla. Si no lo hacen, se les impondrán multas coercitivas y, en su caso, el Concello procedería a la ejecución subsidiaria. El ruinoso complejo pertenece a un grupo inversor que hace más de un año se comprometió a presentar a la administración local un proyecto para desarrollar en esa ubicación.

Lois Piñeiro explicó que dicho grupo barajaba entonces la posibilidad de construir allí una residencia de la tercera edad, pero que “nunca más supimos de su proyecto”.

Al tratarse de suelo rústico de protección de Costas, los dueños de la edificación sólo podrán actuar fuera de la línea de servidumbre y presentando un proyecto que redunde en beneficios para el lugar.

En este sentido, el alcalde señaló que “cualquier actuación que se haga en ese lugar deberá tener el visto bueno de Urbanismo de la Xunta, de Costas del Estado y del Concello. Estará afectada por la franja de servidumbre de Costas. Es necesario derribarla cuanto antes porque, cuando esté terminada la regeneración de esa zona, será un elemento impactante y además peligroso. Intentaremos que la demolición se produzca lo antes posible”.

Añadió que los dueños “podrán actuar fuera de la zona de servidumbre (20 metros) y el proyecto deberá potenciar el turismo y la economía.