Gominolas de gin-tonic o queso fermentado en vino, entre las curiosidades del ferial Artemar

La cita artesanal y marinera de Ribeira cerró este domingo sus puertas tras conquistar a vecinos y visitantes con numerosas sorpresas

Las carnes a la brasa tuvieron un gran éxito en Artemar

Las carnes a la brasa tuvieron un gran éxito en Artemar / Suso Souto

La feria artesanal y marinera Artemar cerró este domingo sus puertas en Ribeira tras conquistar a vecinos y visitantes con las sorpresas, curiosidades y exquisitices que atesoraban sus decenas de puestos instalados en las calles Galicia y Rosalía de Castro, en la plaza consistorial y en la Porta do Sol y en los que se podían adquirir todo tipo de artículos de artesanía y degustar una amplia gama de productos gastronómicos.

Así, por ejemplo, Vilardevelas, de Alicante, vendía ambientadores artesanales elaborados con ceras naturales y aceites esenciales. Hasta 22 variedades, algunas tan exóticas como la de frutos rojos (la más vendida) o la de romero y limón (la más difícil de preparar, porque, al parecer, cuesta lograr el punto exacto de conciliación entre ambas fragancias).

La marca Claperol de La Garrotxa conquistó los paladares de los aficionados a los quesos con unos tarros de queso azul y orujo para untar.

En Artemar había también espacio para el cuidado y la estética corporal. Así, mientras una joven de Guadalajara vendía manoplas de cristales de silicio para una depilación natural por fricción (“No duele, no enquista el bello y lo debilita”, explicaba), la firma Kiskilla Tatoos, de Sada, arrasó con sus tatuajes hechos a la piedra (vendía piedras con los diseños grabados e impregnados, valídas para cien aplicaciones y con las que se marcan en la piel las creaciones, que duran tres o cuatro días).

En el puesto de Paladarqueso se podían adquirir quesos de gran formato, de maduración lenta, procedentes de los Alpes y los Pirineos y que se maduran enVigo. Exquisiteces como un queso fermentado en vino y elaborado con ajo del oso, una hierba de la que se alimentan los osos en la alta montaña.

El puesto de Travel Puppets, de Pontedeume, fue de los más visitados por los más jóvenes, atraídos por los títeres de personajes tan populares como los del mítico Barrio Sésamo. Alfonso Palomares, de Úbeda, vendió como churros gominolas con sabor a gin-tonic o a cubalibre. Las carnes a la brasa y los bolos preñados también conquistaron el olfato y el gusto de numerosos visitantes