La espectacular ruta que recorre las fábricas de papel abandonadas de Galicia, a un paso de Santiago

El sendero descubre las antiguas papeleras que antaño fueron historia intrínseca del territorio gallego

Está llena de saltos de agua, puentes, molinos y canales que conforman un complejo sistema de aprovechamiento del agua

Es apta para toda la familia, circular y de unos aproximadamente 20 kilómetros, que dependerán del punto de partida

La espectacular ruta que recorre las fábricas de papel abandonadas de Galicia, a un paso de Santiago

Javier Rosende Novo

La fascinación por los lugares abandonados no es algo nuevo. Si a eso le sumamos la belleza de la naturaleza gallega en su estado más puro, la siguiente ruta de senderismo que te proponemos es un acierto seguro.

Para llegar a ella tenemos que introducirnos en lo más profundo de la Ría de Muros Noia. Se trata de la Ruta de las fábricas de papel abandonadas en Lousame, un sendero que descubre las antiguas papeleras que antaño fueron historia intrínseca del territorio gallego.

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía / Google Maps

Su concentración en las orillas de los ríos de San Xusto y Vilacoba se debe a la buena calidad del agua de la zona, un factor imprescindible para la fabricación de papel.

Actualmente, pueden verse las ruinas de las cinco antiguas papeleras de Brandía, que dotan al paisaje de un gran misticismo y de un misterioso atractivo. El sendero permite además descubrir el importante patrimonio industrial que todavía se conserva. ¿Aun no la conoces? Desde EL CORREO GALLEGO te contamos todos los detalles de esta ruta tan singular.

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía / Archivo

Ruta de las fábricas de papel abandonadas

La ruta empieza en el Parque de San Mamede, conocido por sus formaciones graníticas ("bolos graníticos"). Es circular y tiene unos aproximadamente 20 kilómetros, que pueden variar en función del punto de partida. A medida que avanzamos por las grandes masas forestales, que convierten el camino en auténticos pasadizos naturales, van apareciendo las antiguas papeleras de Brandía.

Sus ruinas son un claro ejemplo de cómo la naturaleza se apropia de lo que es suyo, de su entorno. De ahí las estampas en las que piedra y vegetación se fusionan en un entorno que sorprende al visitante.

La primera papelera que se ve es una de las más importantes, pues actualmente sigue funcionando aunque no en la misma localización, pues se trasladó a Vidán. Se trata de la fábrica de Brandía, cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIX.

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía

Así son las ruinas de las cinco antiguas fábricas de papel de Brandía / Google Earth / Concello de Lousame

El sendero avanza hasta que pueden verse los restos de la fábrica de Fontán, vinculada a la familia de Domingo Fontán, ilustre geógrafo y matemático gallego, autor del primer mapa geográfico de Galicia en el siglo XIX. Es la fábrica sobre la que más documentación se tiene en la actualidad y está considerada como la principal de la ruta, debido a su nivel arquitectónico y de producción. También se le conoce como O Castro.

Las fábricas de Galiñeira y Soutorredondo son las siguientes paradas de la ruta. La primera es, a diferencia del resto, de dimensiones más pequeñas y en la actualidad sigue conservando las dos plantas. Por su parte, la de Soutorredondo es una de las mejor conservadas, ya que fue reutilizada como oficinas de una piscifactoría de truchas que se construyó a su lado, la que ahora está también abandonada.

Finalemente, encontramos la Fábrica de San Xusto que, debido a la alta humedad de la zona y su difícil acceso, es la que presenta el peor estado de conservación. A diferencia de las otras, que se encuentran a orillas del río Vilacoba, esta lo hace en el río San Xusto.

Situada cerca del puente de Fraga, su entorno guarda gran interés ecológico debido a la presencia del Woodvarvai radicans, un helecho de grandes dimensiones.

A todas estas ruinas se suman a lo largo del recorrido restos de molinos, canales y puentes, que conforman un complejo sistema de aprovechamiento ecológico del agua.

Además, al discurrir en parte a orillas del Vilacoba, se forman espectaculares saltos de agua que completan, aun más si cabe, el particular sendero.

Finalmente destacar que, en la parte más alta de la ruta, nos cruzaremos con la Mina de San Finx, parada obligada para conocer la tradición de los mineros de wolframio, que antaño fueron fundamentales para la industria armamentística.

Sin duda, una ruta que invita a perderse pero, aunque es apta para toda la familia, deben extremarse precauciones en algunos tramos especialmente los más cercanos al río, que pueden encontrarse resbaladizos.