Entrevista | Miguelanxo Prado Premiado autor de cómics como 'Trazo de tiza'

“Será mi primer verano en 25 años sin la angustia de organizar ‘Viñetas’”

Miguelanxo Prado, autor de çómic, ayer en la feria Selic

Miguelanxo Prado, autor de çómic, ayer en la feria Selic / Jesús Prieto

Miguelanxo Prado (A Coruña, 1958), considerado uno de los grandes autores europeos de cómic, es un pedazo de pan de Carral con miga llena de talento sereno. Hasta su dimisión en marzo, fue desde el inicio (1998) director del influyente salón de A Coruña Viñetas desde o Atlántico. Premio Nacional del Cómic (2013, por Ardalén) en una trayectoria tintada de galardones y cariño, es además el padre de la imagen del Xabarín (TVG).

Ayer visitó la Semana do Libro de Compostela 2023 (Selic) para presentar la reedición de uno de sus libros más aplaudidos: Trazo de Tiza, relanzado por Norma, y publicado en gallego por el sello compostelano El Patito: Trazo de xiz, tres décadas.

“Cuando me lo planteó la editorial, lo primero que tengo que reconocer es que yo no llevaba la cuenta de los años y me asustó bastante cuando me dijeron que era el trigésimo aniversario”, dice Miguelanxo en charla con EL CORREO para un Santiago que le tuvo como vecino “durante unos meses”.

¿En qué consisten los añadidos de esta reedición de ‘Trazo de tiza’?

Es una edición conmemorativa que presenta la obra con todas las ventajas técnicas de hoy en día, a diferencia de la edición original y de alguna reedición intermedia. Se han digitalizado de nuevo todos los originales y se ha hecho un equilibrio de color mucho más ajustado y afinado. Se agranda el formato original, que era lo que se denomina en la profesión un álbum francés, y se le da un poco más de tamaño para que el dibujo, lo que es la mancha, tenga el tamaño original de los dibujos que yo realicé. Es una edición mucho más cuidada y recupera, algo que no hay en otras anteriores, el margen con el fondo de color del papel que yo utilicé, ya que en cada tipo de escenario ese color era distinto y era parte del código creativo. Además, se recogen en un apéndice la mayoría de imágenes que a lo largo de estos años fui haciendo alrededor de la historia y de los personajes. Siempre me negué a hacer una secuela, pero sí es cierto que la historia en su momento, tal y como fue contada, supuso también un ejercicio de elípsis con momentos del relato que no se contaban y que fui desarrollando un poco a través de ilustraciones y de imágenes concretas a lo largo de estos años. Además, ese apéndice tiene detalles del proceso de trabajo, planificación, bocetos...

Ya es habitual en el cómic ofrecer ese contenido extra, ¿a qué se debe?

Gusta al público de cómic, tal vez más que en otro tipo de lenguajes. Los lectores de cómic son mayoritariamente amantes de conocer cómo se hace la obra. Se nota mucho en las exposiciones, cuando incluimos todo el material previo preparativo, el público suele ser muy agradecido. Y desde este otro lado de la barrera, nos interesa hacer partícipe al público de un proceso que es, con diferencia, de todos los lenguajes artísticos de hoy día, el más laborioso y el más lento. Lo normal es que el proceso creativo de una obra de cómic dure un año o dos siendo de una extensión normal, y compartirlo ayuda a que el lector valore mejor lo que tiene entre manos. Suelo hacer mucho hincapié en ello cuando hago presentaciones o cursillos sobre el proceso del cómic. Es un contrasentido que devoremos en dos horas un cómic que lleva dos años de trabajo. En esa lectura tan superficial evidentemente nos estamos perdiendo muchas cosas. Nos pasa a todos. A mí también como autor me resulta difícil sustraerme a esa tendencia de lectura rápida y superficial. Lo bueno que tiene el cómic es que, a diferencia de otros medios, la relectura sigue siendo placentera, la gente lo comenta porque ve muchos detalles que le habían pasado desapercibidos en una primera lectura, e incluir esos materiales en el apéndice ayuda a motivar al lector y a sensibilizarlo respecto a ese proceso tan largo y tan laborioso.

Tiene aura de artesanía, algo curioso en plena era del bum digital.

En las firmas y dedicatorias, en nuestro caso, somos el único colectivo que realiza una obra, por pequeña que sea. Un novelista o cineasta pone su firma añade Con cariño y... ya está. Nosotros hacemos un dibujo, más o menos complejo, depende del tiempo que tengamos. Eso lo asemeja a un directo de música, a alguien que te toca durante siete o diez minutos, que es lo que suele durar una dedicatoria de cómic. Eso le da un aspecto de materialidad, al ver un momento de la creación que no forma parte del espectáculo, porque no hay luces, ves a alguien que solo tiene papel, lápiz o rotulador y que hace una pequeña obra. Eso produce en el lector una sensación de proximidad y de cosa real, como cuando ves a un alfarero con sus manos ir haciendo aparecer un jarrón.

Visita de nuevo Santiago, ciudad donde se hizo la primera exposición antológica sobre su obra, en 2014 en el Museo de las Peregrinaciones, ¿qué nexo mantiene con la ciudad?

Mi fascinación por Santiago fue siempre declarada y manifiesta, la he incluido en muchísimas de mis imágenes, en no pocas de mis historias y nos considero privilegiados de vivir con una joya de esa entidad a nuestro alcance. A mi siempre me emociona pasear por las calles de Santiago. Viví incluso unos meses en Santiago, y mi vinculación con Santiago es total.

¿Verán sus ojos el tan traído y llevado proyecto del posible Museo Nacional del Cómic en A Coruña?

Si lo tengo que juzgar con el tablero y las piezas que hay hoy en día encima de la mesa, lo veo muy complicado. Si un supuesto Ministerio de Cultura me pidiera un informe y me preguntase: ¿Crees que es posible hacerlo en A Coruña? Diría que sí porque los mimbres siguen estando ahí, sus infraestructuras, su vinculación con el cómic y lo veo factible, pero, dada la deriva que fueron tomando las administraciones en los últimos años, no me parece que lo tengan en agenda. La posibilidad sigue estando ahí, pero que salga adelante dependería de un cambio radical de interés y de posicionamiento de las administraciones.

El inminente verano será muy especial para usted y su entorno. Será el primero desde 1998 sin estar en la dirección del salón ‘Viñetas desde o Atlántico’. Un verano especial.

(Contesta tras sonreír) Será el primer verano que pase relajado y sin la angustia ni previa, ni durante ni posparto, con lo cual espero disfrutarlo muchísimo con mi gente más próxima, que pacientemente durante 25 años asumió que los veranos eran así de peculiares en nuestra familia. Tengo las esperanzas muy altas y mis ilusiones son bajísimas. A poco que podamos disfrutar me va a parecer una auténtica pasada. Desde que presenté mi renuncia no tengo ni vínculo ni recibo ningún tipo de información. Sé lo que se ha dicho en público, que se iba a mantener, pero normalmente nosotros, a estas alturas, tendríamos que tener ya más que anunciados el listado de autores invitados y de exposiciones del salón, y la gestión hecha de las concesiones de los distintos stands de la feria de libreros y editores, y no sé… Recuerdo perfectamente que en un año me comunicaron a finales de junio que organizase el festival que había quedado en suspenso durante aquellos meses y, entre finales de junio y primeros de agosto, lo organizamos y nadie notó nada, así que, realmente si conoces el medio, tienes experiencia, agenda y las herramientas mínimas, se puede hacer, sobre todo cuando se trata de un proyecto que tiene ya un recorrido de 25 años porque ahí tienes mucho camino ya recorrido, y no es lo mismo que poner en marcha un proyecto desde cero.