El Compos se deja dos puntos en Oviedo pero logra mantenerse invicto

El Compostela se fue con una sensación agridulce de Oviedo, donde empató a uno al igual que hizo la primera jornada en Luanco. Pudo haber ganado y de hecho estaba a seis minutos de conseguirlo, pero un gol postrero de los locales le privó de un triunfo que podía haber sentenciado mucho antes. Los de Manel Menéndez se adelantaron en el marcador, Manu Barreiro tuvo dos ocasiones claras para sentenciar, pero cedió el gol del empate en el 84´. Después, con prisas y las ideas poco claras, el Compostela buscó sin apenas ocasiones claras el gol de la victoria en un partido en el que contemporizó cuando iba en ventaja y cuando con un poco más de determinación podría haber ampliado su ventaja en el marcador.

Punto amargo para el Compostela, que al descanso tenía encarrilado el partido en el Álvarez Rabanal. Pep Caballé había puesto pronto en ventaja a los de Manel Menéndez, que se vieron superados en la segunda parte por un combinativo Covadonga que sacó su mejor versión y logró empatar en el minuto 84 por mediación de Vicente Álvarez. Un punto que hace justicia a lo visto sobre el terreno de juego, aunque el Compostela tuvo dos claras oportunidades para sentenciar, que no logró convertir Manu Barreiro, que fue el jugador más incisivo y el que llevó más peligro al área ovetense.

El Compostela llegaba a la cita con cuatro puntos, después del empate cosechado sin goles en Luanco y de la victoria de la pasada jornada (4-2) sobre la Arandina. Manel Menéndez hizo tres cambios en el once y Samu Araújo, Riki Mangana y Jaime Santos dejaron su sitio para Parapar, Euse y Jordan. El equipo salía con ganas y reforzado después de su goleada en Santiago.

A los siete minutos de partido, y con el Compostela mejor asentado, llegó el 0-1. Fue en un saque de banda discutido por los locales, que peinó hacia atrás en su área un defensa local y remachó Pep Caballé entrando desde atrás y sorprendiendo a los zagueros locales. El balear demostró lo aprovechable y versátil que es tanto en ataque como en defensa.

Los de Manel Menéndez controlaron el partido hasta el descanso, con un ritmo lento y tratando de sacar provecho a las jugadas a balón parado. Pero faltaba más ritmo, más atrevimiento y más balones profundos con los que ganar la espalda a la defensa local. Menéndez alentaba a sus jugadores para que estirasen más las líneas, pero el balón no circulaba con la velocidad que pretendía. El Covadonga apenas inquietó la portería defendida por Pato Guillén en los primeros cuarenta y cinco minutos en los que el Compostela estuvo demasiado cómodo.

Nada más comenzar la segunda mitad pudo ampliar su ventaja el Compostela, tras un balón largo que ganó Manu Barreiro, cuyo remate tapó bien Aramburu, que mantuvo con vida a los suyos. Ocasión clarísima a los tres minutos de la reanudación. Pero fue un hecho aislado en un segundo tiempo donde el Covadonga dio un paso adelante y le ganó la partida a un Compostela que dejó hacer demasiado a su rival.

Los de Menéndez se atascaba en la zona ancha, perdían el balón con facilidad y cuando se iban hacia adelante lo hacían sin convicción y además se dejaban ganar terreno. Las líneas ya no estaban tan juntas, el equipo se desordenaba y dejaba demasiados espacios.

Los ovetenses circulaban en campo contrario e Iván Fernández fue el primero en probar fortuna con un potente derechazo que no acertó a blocar Pato Guillén y despejó la defensa gallega. Pasaban los minutos y el Compostela seguía dando pasos atrás sin encontrar su identidad. El técnico del Compostela no lograba activar a los suyos, incapaces de sustraerse del conformismo en el que estaban instalados.

Menéndez miró al banquillo y dio entrada a Santos, Kike y Beltrán sin que su entrada significara una ostensible mejoría. El equipo seguía espeso y con muchos problemas para salir de su campo. El Covadonga estaba más intenso y los blanquiazules jugaban con una marcha menos, a pesar de que se mostraban voluntariosos. Pero el problema es que el Compostela era un equipo demasiado plano y previsible en el que nadie se revelaba ante la inacción. Pep Caballé era el que ponía más ganas, pero no tenía socios y el Compostela deambulaba sobre el campo con la avaricia de conservar el botín sin invertir más, buscando su seguridad defensiva y dejando el ataque como asignatura pendiente.

El técnico local movió ficha en busca de un revulsivo con una doble permuta. Emilio Morilla y Samu Pérez entraron en lugar de Carlos Figar y Nico Arce, pasando Omar Álvarez a jugar de volante junto a Pelayo Avanzini, dejando la banda izquierda para Samu Pérez. Y esos cambios revolucionaron al equipo ovetense, que más fresco y con más ideas, le quitaba el balón al Compostela, tomaba la iniciativa y adquiría el protagonismo que el Compostela no era capaz de igualar.

Manu Barreiro tuvo otra clara oportunidad en el minuto 76, tras un centro de Antón de Vicente que el ariete cabeceó al larguero. Ahí estuvo la clave del partido porque con toda seguridad un gol en ese momento habría sentenciado el encuentro. Pero fue una acción aislada.

Y fue el Covadonga el que acertó, lo hizo en el 84´, justo un minuto después de la entrada al campo de Vicente Álvarez, autor del gol del ascenso de los ovetenses la pasada campaña. El extremo recibió un pase en profundidad de Omar Álvarez y se plantó en el área para batir por arriba a Pato Guillén, que nada pudo hacer por detener el balón.

Con el 1-1 el Compostela dio un paso adelante. Menéndez dio entrada a Hugo Matos en los últimos minutos y los dos equipos acabaron buscando la victoria, aunque la más clara la tuvo el Covadonga en el 90+7´, con un tiro de José Santullano desde la frontal que golpeó en un defensa y despejó Pato Guillén a córner en una brillante intervención.

Al final un empate para el Compostela le permite seguir invicto, aunque con el amargor de la sensación de que pudo hacer algo más en la segunda parte para no dejarse dos puntos en Oviedo.