As Cancelas retrocede treinta años en el tiempo para revivir el ascenso del Compos en Oviedo

Los cines del centro comercial As Cancelas se teñirán de blanquiazul este sábado, a partir de las doce de la mañána, para trasladarse en el tiempo y remontarse a treinta años atrás, cuando el Compostela realizó la hazaña más grande de toda su historia.

El 1 de junio de 1994 quedó marcado para muchos santiagueses como uno de los días más emocionantes de su vida. Parecía un miércoles cualquiera, pero no era así. Santiago se preparaba para una cita histórica. Después de dos encuentros ante el Rayo Vallecano, con empate a un gol en Vallecas después de que Iru le detuviera un penalti al mejicano Hugo Sánchez e igualada sin tantos en San Lázaro, había que celebrar un partido de desempate. El escenario elegido era el estadio Carlos Tartiere de Oviedo y la fecha el 1 de junio.

Una vez determinado el campo y el día en la ciudad santiaguesa afloraban los nervios. Todo el mundo quería estar en Oviedo. Y las empresas locales incluso concedieron permiso a sus trabajadores para que acudieran a animar al Compos en la cita más importante de su historia.

El Ayuntamiento se dispuso a buscar autobuses pero todas las previsiones se quedaron cortísimas. Hasta el último momento no se consiguieron los autocares suficientes. Más de un centenar que partieron de la avenida de Xoán XXIII y de Salgueiriños. 

Y entre los que viajaron en autobús y los que lo hicieron en coche particular se reunieron más de 12.000 compostelanista en la capital del Principado.

Mientras tanto, los jugadores permanecían ajenos al movimiento de los seguidores blanquiazules desde su lugar de concentración, establecido en el hotel Begoña de Gijón. Preguntaban si acudiría mucha gente desde Santiago pero ni se imaginaban la avalancha de aficionados que los empujarían al triunfo, hasta el punto que más de uno confesó que al saltar al césped y ver el ambiente en unas gradas de color blanquiazul se le puso la piel de gallina. 

Con ese ambiente el equipo no podía fallar. Y el técnico Fernando Santos sabía muy bien como mantener a sus jugadores enchufados en partidos de este calibre. Cuando el árbitro internacional asturiano Díaz Vega pitó el inicio del partido solo se escuchaban los gritos de la afición compostelanista que hizo volar sus bufandas desde una hora antes del comienzo.

Y esos gritos se hicieron ensordecerdores con cada gol de un equipo que en esa ocasión vistió de rojo con Iru, Modesto López, Tocornal, Bellido, Modesto Martínez, Bodelón, Fabiano, Abadía, Moure, Pichi Lucas y Ohen y la incorporación durante el choque de Víctor y José. Uno de los ídolos de la afición compostelana, el delantero nigeriano Ohen, batía por dos veces a su compatriota Wilfred antes de que el serbio Visnjic acortara distancias, aunque cerca ya del final el asturiano José Álvarez rubricaba con un nuevo tanto el ascenso del Compostela a Primera División.

La fiesta fue total. En Santiago la plaza da Quintana se quedó pequeña para quienes quisieron ver el partido en una pantalla gigante y la plaza Roxa pronto se llenó aficionados que no podían ocultar su enorme alegría. El Compostela ya estaba entre los grandes del fútbol español.