Negociación en Extremadura
Las contradicciones de María Guardiola: de rechazar un gobierno con Vox a pactar con ellos en 10 días
En poco más de un mes, la líder del PP en Extremadura ha criticado que Vox no quisiera sentarse a dialogar, ha rechazado de manera tajante incluirnos en su Gobierno y, finalmente, ha terminado pactando
Miguel Ángel Rodríguez
El 28-M, cuando se terminó el recuento de las papeletas, la líder del PP de Extremadura, María Guardiola, se vió como presidenta de su comunidad. No había sido la más votada, pero a nivel de escaños empataba con el socialista Guillermo Fernández Vara y con el apoyo de Vox alcanzaban la mayoría absoluta. Desde el primer momento lo tuvo claro, intentaría negociar con el partido de extrema derecha. Desde entonces, en poco más de un mes, Guardiola ha criticado que Vox no quisiera sentarse a dialogar, ha rechazado de manera tajante incluirnos en su Gobierno y, finalmente, ha terminado pactando este viernes que los ultras ocupen una consejería.
"Ojalá hubiera un pacto ya porque eso es lo que quieren los extremeños, pero ni hay un pacto ni estamos negociando porque el señor Pelayo no ha recibido aún autorización para poderse sentar conmigo", aseveró Guardiola el 4 de junio sobre los nulos contactos que estaba manteniendo con el líder de Vox en este territorio, Ángel Pelayo. Y con este talante negociador se mantuvo varios días. "Cuando quiera y donde quiera Vox nos sentamos a hablar para cambiar la dejadez del PSOE por la ilusión que merece Extremadura", insistió el 7 de junio.
Cinco días después, tras la primera reunión con la dirección extremeña de Vox, Guardiola esperaba poder anunciar "muy pronto" un acuerdo. Sin decir en ningún momento que Vox no formaría parte de su gobierno, la dirigente popular lo circunscribió a un pacto programático. En los siguientes ocho días todo estalló por los aires. Guardiola denunció que la dirección nacional de Vox estaba interfieriendo en las negociaciones reclamando puestos en el gobierno.
El 'no' a los ultras
Después de aquello, Guardiola se mostró tajante. "Me comprometo a no meter a Vox en el Gobierno, ni después de las elecciones generales", dijo el 20 de junio. Y no se quedó ahí. "Yo no puedo dejar entrar en Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI", recalcó antes de insistir en que no estaba dispuesta a "firmar un acuerdo lleno de condiciones, ni a regalar consejerías ni a entrar en batallas culturales superadas".
De aquellas palabras han pasado 10 días en los que Guardiola ha dado un giro de 180 grados a su discurso. El primer paso fue el pasado lunes, cuando la líder popular dirigió una carta a los militantes y altos cargos de la región en la que defendía que es "imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático" con Vox para "pasar página a las políticas socialistas". Cuatro días después, ese acuerdo "imprescindible" se ha hecho realidad. Guardiola ha pactado con Vox su investidura y los ultras recibirán la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural, de nueva creación.
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