Justicia e innovación

Abogados e Inteligencia Artificial: una herramienta aún minoritaria, pero de uso inevitable

Por ahora solo la utiliza un 3 por ciento de los 76.000 colegiados en Madrid, para preparar borradores y corregir errores en los escritos

Inteligencia artificial.

Inteligencia artificial. / SHUTTERSTOCK

Cristina Gallardo

Alan Touring, el padre de la informática, fue el primero que planteó la existencia de máquinas inteligentes desde un punto de vista científico, en la década del 1950. En 2023, la denominada Inteligencia Artificial generativa --los nuevos sistemas de generación de contenido-- ya ha llegado a los despachos de abogados en España. 

Los expertos coinciden en que se trata de una herramienta cuyo uso es aún minoritario pero "inevitable", y alertan de que precisa supervisión, por lo que creen que nunca llegarán a sustituir a un profesional. Por el momento, ayudan a corregir errores y preparar contratos o borradores de demandas genéricos, ahorrando a los trabajadores de los bufetes sus cometidos más mecánicos. Sus aplicaciones futuras son, en todo caso, una incógnita.

Mabel Klimt, responsable de Innovación y Tecnología del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid, apunta a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, un reciente estudio realizado entre los más de 76.000 miembros del mayor colegio de Europa, que revela que solo el 3% de los profesionales usa ahora mismo esa tecnología.

Por encima de esa media, se sitúan los grandes despachos (en un 11%), despachos medianos (8%) y abogacía de empresa (7%). No obstante, desde esta institución consideran que "el proceso de incorporación de esta tecnología será totalmente exponencial en el corto plazo, con lo que es de esperar que se vaya acelerando en los próximos meses, según se vayan diversificando y popularizando las distintas soluciones" existentes en el mercado.

Estas tecnologías generan contenido de alta calidad, tanto texto como imágenes o audio, aunque aún no están exentas de errores, alerta Elen Irazábal, colaboradora del Consejo General de la Abogacía Española, y profesora de Inteligencia Artificial para abogados. Que esos contenidos “nuevos” sean originales o no, ya es otra discusión.

En todo caso, la IA no puede saber más que aquello que ha aprendido, y en el mundo jurídico sólo es útil la información que es "legalmente fiable y precisa", advierte Klimt, por lo que debe asegurarse una actualización constante de los contenidos. Otro aspecto a tener muy en cuenta es el cumplimiento de los requisitos legales vigentes, como la protección de datos y la propiedad intelectual.

Jurimetría y redacción de contratos

Una de las aplicaciones en las que la IA está logrando una mayor inserción es la redacción de contratos y documentos legales. También facilita y acelera el asesoramiento basado en análisis de datos a través de la denominada jurimetría, una herramienta de análisis jurisprudencial que, al estudiar datos históricos de casos y decisiones judiciales de diferentes juzgados, permite brindar asesoramiento fundamentado sobre la conveniencia de someter litigios al juicio de un magistrado y sus posibles sesgos.

La supervisión del profesional es, en todo caso, imprescindible. "El ChatGPT comete errores que son de lógica pura, que un humano no cometería", reconoce la profesora Irazábal, que añade que una herramienta de procesamiento de datos "no tiene la intuición ni el sentido común de los seres humanos".

Las expertas consultadas por este diario auguran que su uso se generalizará rápidamente, pues si en un despacho se pueden dar instrucciones a un abogado junior para que elabore una demanda, lo mismo se puede hacer con la herramienta tecnológica.

Por el momento, se circunscribe a la automatización de procesos de tipo mecánico, control de errores, preparación de borradores de base para documentos etc., que son justo esas tareas que no nos gusta hacer por repetitivas. "Es algo que en el caso de mi despacho, Elzaburu, llevamos tiempo haciendo, por ejemplo", tercia Klimt, que asegura que su bufete ya dispone de un pequeño equipo de trabajo que valora y analiza de manera permanente nuestros procesos y va planteando sobre la marcha pequeñas posibilidades de mejora. 

¿Conocen su uso los clientes?

¿Y los clientes? ¿Conocen este uso? Para Irazábal esta posibilidad tampoco es relevante, ya que a día de hoy se trata de una herramienta más, cuya utilizacion no tiene por qué verse como negativa si, a la postre, permite ahorras costes y ofrecer un servicio de mayor calidad. Según Klimt, independientemente de las herramientas que usen los abogados para ayudar de la mejor manera posible a sus clientes, "quienes responden del trabajo legal que se desarrolla son los profesionales".

A juicio de esta experta, los problemas de utilización de la IA no son tanto de la confianza de los clientes, que esa se la aporta la parte ‘humana’ (el abogado), sino los intrínsecos al empleo de la propia tecnología. Se debe asegurar la transparencia de estas herramientas, poder conocer de qué fuentes beben, cómo funcionan los algoritmos de entrenamiento, o su "neutralidad tecnológica", es decir, que el uso de estas tecnologías no responda a sesgos para que no existan efectos contrarios a la deontología profesional y a los derechos de defensa de la ciudadanía.

"Y dos cuestiones claves adicionales serán la propiedad intelectual y la normativa en materia de protección de datos de carácter personal en relación los materiales utilizados para el entrenamiento de estos modelos, sus productos derivados, etc", alerta la abogada.

En todo caso, el principal problema que enfrenta hoy el sector jurídico respecto a la IA es que los profesionales aún no la conocen, aunque ninguna de las expertas consultadas cree que avance tan rápido para que podamos en breve con abogados o jueces robot. "En eso, estemos tranquilos. Estamos en los albores de una nueva revolución, como la que causó la invención de la imprenta o la máquina de vapor, llena de desafíos, pero también de oportunidades", concluye Klimt.