Tribunales

Condenados dos terroristas a siete años de cárcel por incitar a la yihad a otros reclusos desde prisión

Los yihadistas Mohamed el Gharbi y Karim Abdeselam Mohamed han sido condenados mientras que un tercero ha sido absuelto

Enviaban cartas a otros internos para mantenerles fieles a la yihad y emplazarles a seguir con sus actividades terroristas cuando saliesen, pero también para captar nuevos reclutas

Un momento del juicio.

Un momento del juicio. / EFE

Alberto Muñoz

La Audiencia Nacional ha condenado a Mohamed El Gharbi y Karim Abdeselam Mohamed, dos personas condenadas previamente por sendos delitos de pertenencia e integración en organización terrorista, a siete años y seis meses de prisión por un delito de captación y adoctrinamiento terrorista con el agravante de reincidencia. Lo ha hecho, explica la sentencia de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal, tras considerar probado que desde prisión enviaron cartas a otros reclusos para mantenerles fieles a la yihad y emplazarles a seguir con sus actividades terroristas cuando quedasen en libertad, así como para captar nuevos reclutas.

De esta forma, y después de varios años de un enrevesado proceso judicial en el que la Sala de Apelación llegó a anular dos sentencias condenatorias previas, el proceso, que empezó con cinco acusados, ha terminado con dos condenados y un tercero que ha sido absuelto en esta última instancia.

Según explica la sentencia, los yihadistas Mohamed El Gharbi y Karim Abdeselam coincidieron en diversos centros penitenciarios del territorio nacional, y, mientras cumplían sus respectivas condenas en prisión entre los años 2014 y 2019, decidieron mantener el contacto por carta entre ellos y con otros reclusos, tanto reconocidos yihadistas como nuevos potenciales reclutas.

Muchas de esas cartas, reconoce la justicia, no pasaron por el control de Instituciones Penitenciarias propio del régimen al que estaban sometidos en la cárcel. En las que sí se encontraron mensajes como 'Nosotros somos los soldados del Califato' o 'El Estado Islámico somos nosotros'

Mantener viva la radicalización

Mohamed El Gharbi fue detenido el 15 de diciembre de 2014 por la policía búlgara cuando trataba de llegar a Turquía para, desde ese país, entrar en Siria y unirse al DAESH como combatiente. Tras su extradición y condena, pasó por la prisión de Estremera, donde coincidió con Adbdeselam y empezaron a crear un "frente de cárceles" al que llamaron el "colectivo", que era una forma de agrupar a todos los condenados por terrorismo yihadista para "evitar que ninguno se viera tentado de abandonar su militancia terrorista".

Fue allí, en la prisión madrileña, donde apareció una de las primeras señales de alarma en forma de pintada en sus muros. La idea de agruparles y mantenerles fieles a los ideales no se limitaba únicamente a un terreno intelectual, sino que también habrían pretendido obtener el beneplácito de Instituciones Penitenciarias para agruapar a lo que ellos denominaban como "presos políticos islamistas". La petición fue rechazada, pero sirvió para alertar de lo que se estaba organizando.

Cuando los presos integrantes de ese colectivo no coincidían físicamente en las prisiones, y a fin de evitar la tentación de abandonar la causa, los integrantes se enviaban cartas "que contenían banderas y emblemas de la organización terrorista DAESH, así como textos de nasheeds (cánticos empleados por las organizaciones terroristas yihadistas para infundir ánimos y ensalzar las acciones de los combatientes y militantes) y textos religiosos a los que daban la interpretación rigorista que les era conveniente para sus fines, emplazándose todos ellos para continuar al salir de prisión con la actividad terrorista por la que habían sido condenados".

“En definitiva, los acusados Moihamed El Gharbi, y Karim Abdeselam Mohamed, si bien puede decirse que ya se encontraban radicalizados con anterioridad a su ingreso en prisión a la vista de la naturaleza de los delitos por los que habían sido condenados, durante su estancia en prisión en vez de optar por desradicalizarse y socializarse de alguna manera, sin abandonar en ningún caso sus creencias religiosas e ideológicas, optaron por lo contrario, llevando a cabo en los centros penitenciarios en los que eran ingresados una actividad proselitista de captación y adoctrinamiento de otros internos en los términos expuestos”, sostiene la Audiencia.

Todo ello, continúa la resolución, tenía el objetivo de conformar un grupo que lucharía en favor del terrorismo islámico, en cualquier forma y lugar, tanto dentro como fuera de prisión. Además, los acusados no solo actuaron de cara a los condenados por delitos vinculados al terrorismo yihadista, sino que descentralizaron su actividad para aleccionar, radicalizar, y atraer a nuevos adeptos a su ideario violento mediante la creación y/o difusión de mensajes y consignas relacionados con los postulados de la organización terrorista DAESH.